Rubén Marchán, un armario de 2,04 para «los Hispanos»

Rubén Marchán Criado (Manzanares, 1994) es un rara avis dentro de «los Hispanos», la selección española de balonmano que desde este viernes compite en el Mundial de Egipto. Primero porque es una de las dos únicas novedades en la convocatoria del entrenador Jordi Ribera (la otra es el portero Sergey Hernández). Segundo porque viste la camiseta nacional sin haber jugado antes en ninguna de las categorías inferiores de la selección. Y tercero porque es el único de los 18 jugadores que ni juega en el Barça ni en el extranjero. Lo hace en el Ademar León, cuarto clasificado de la Liga Asobal, donde su buen desempeño tuvo como premio que en noviembre debutara con «los Hispanos» en un partido contra Hungría. Ahora, con sus 2,04 de altura y sus más de 120 kilos, suplirá en el puesto de pivote a Julen Aguinagalde, uno de los mejores jugadores de este deporte. «Había muchísima competencia en el puesto de pivote, era cuestión de trabajar duro y luchar por este objetivo, estoy muy feliz por haberlo conseguido», ha declarado recientemente. Marchán se fogueó en el club de su pueblo, de ahí saltó al Ciudad Encantada de Cuenca, luego pasó al Benidorm y el año pasado aterrizó en el Ademar, en el que esta temporada ya ha marcado 72 goles (su promedio es de casi cuatro por partido). Pérez de Vargas y Maqueda «Los Hispanos» son un grupo veterano en el que más de la mitad de jugadores ya han cumplido los 30. Entre ellos están dos habituales: el portero Gonzalo Pérez de Vargas, de Toledo, y el lateral derecho Jorge Maqueda, de Quero. España ha ganado los dos últimos Europeos y su gran objetivo son los Juegos Olímpicos de Tokio, que pondrían el broche de oro a una brillante generación. Marchán es el futuro de la selección, pero también es presente. Y en el Mundial tiene la oportunidad de demostrarlo.