«La exigencia en el deporte no la deben poner los padres, es competencia del entrenador»

Con el arranque de un nuevo curso escolar, llegan las actividades extraescolares. Y, entre ellas, el deporte. Baloncesto, balonmano, baile, fútbol, tenis... La práctica de cualquier actividad física por parte de los niños debe ser siempre bienvenida en el entorno familiar. Y más teniendo en cuenta los elevados índices de obesidad infantil que tiene España. Sin embargo, conviene saber cómo afrontar esta etapa en la que los menores a veces dudan sobre qué deporte practicar, cómo animarles a inciarse en la práctica deportiva o, incluso, cómo evitar que esa pasión se convierta en una auténtica frustración por culpa, por ejemplo, de progenitores que exigen demasiado. De todo ello hablamos con Lara Jiménez, psicóloga especializada en deporte que trabaja con el Club Baloncesto Torrelodones. 1. Hay niños que se estrenan este curso en una actividad extraescolar deportiva. Pero algunos no saben ni lo que quieren. ¿Cómo pueden afrontar los padres esta etapa? Hay un valor fundamental que no se debe olvidar: el compromiso, que se puede empezar a entrenar desde etapas iniciales. Aunque es muy beneficioso que los niños prueben varios deportes, conozcan diferentes reglamentos, personas... Al final, se irán orientando. Está muy bien que prueben deportes pero el compromiso debe estar siempre ahí. Si uno quiere baloncesto un año, que se comprometa. Al año siguiente podrá cambiar. Es importante que sepan que hay que llevar un orden, que las plazas se reservan, que otros niños se han quedado sin plaza, que los entrenadores organizan el curso en función del número de niños, etc. Pero hay casos en los que si los padres han jugado a un deporte concreto, y encima han sido buenos, quieren que el niño siga sus pasos y se le obliga a practicar ese deporte concreto. Así, corremos el riesgo de que odie el deporte en general. ¿Qué hacer con los niños que no hacen deporte? Podemos estar ante casos en los que los niños no están motivados en hacer deporte pero sí en quieren practicar otras actividades extraescolares, como música, dibujo... que son muy buenas para su desarrollo. Si un año, por lo que sea, no quiere, no significa que no lo vaya a hacer. Pero sí creo que el estilo de vida de los padres influye: si los progenitores no hacen deporte o son sedentarios, para ellos será normal no hacer deporte. En cambio, si en casa se ven partido de baloncesto, tenis, fútbol... es más probable que el niño muestre interés. También les influye el hecho de ir a eventos deportivos de nuestra ciudad. Otro factor que conviene tener en cuenta es si el pequeño es tímido. Lo más probable es que no quiera hacer deporte en equipo pero sí de manera indivicual. Y esto es algo que quizás los padres ni se plantean. Por eso, conviene analizar cada caso. ¿Es importante que los padres sepan diferenciar lo que supone apuntar a su hijo a un equipo federado? Porque luego dicen: «Mi hijo apenas juega». Y esa frustración se genera también en el menor Obviamente es importante como también diferenciar las expectativas del niño y de los padres, así como los objetivos. Si solo queremos que el niño se divierta, las actividades extraescolares cumplen con ese fin. Pero, si lo que la familia busca es que el menor se desarrolle en un deporte, conozca otra serie de valores, tenga un mayor compromiso así como displina y exigencia, el deporte federado tiene más recursos para inculcar esos valores. Y, en este sentido, es my importante hablar con los entrenadores y club y dejar claro cuál es la mecánica de trabajo a seguir. Los padres transmiten sus propias expectativas a sus hijos. Pero un buen entrenador transmite a los niños que no van a jugar los 40 minutos del partido. «El estilo de vida de los padres influye: si los progenitores no hacen deporte o son sedentarios, para ellos será normal no hacer deporte» ¿Cómo se debe medir la exigencia? La exigencia en el deporte es diferente al compromiso. La primera no la deben poner los padres, es competencia del entrenador. Los progenitores pueden apoyar esa exigencia animando a su hijo para que siga comprometido, animándole a que siga esforzándose… Pero sin perder de vista al entrenador. Exigir al niño más genera más perjuicio que beneficio y si los padres dan poca importancia a las exigencias del entrenador, el niño puede perder el compromiso. Lo mejor que pueden hacer los padres es ir de la mano de los entrenadores, ni por encima ni por debajo. ¿Cómo se puede fomentar esa buena relación entre entrenadores y progenitores? Yo a los entrenadores siempre les recomiendo que hagan una reunión al inicio de curso con los padres, especialmente si son muy pequeños. Cuando son junior o cadetes, ya comprenden por sí solos. Es muy importante comentar las normas del equipo, objetivos de la temporada, que sean capaces de expresar sus expectativas, conocer los límites o qué se hace ante desacuerdos. Los padres, si hay cosas que no comprenden o que no sabe por qué ocurren, siempre desde el respeto, pueden consultarlo. Siempre hay que evitar que el conflicto vaya a más. ¿Cuál es el mayor valor que enseña el deporte a los niños? Compromiso. Al final, el deporte educa para la vida. No es una frase propia pero es verdad. Los valores que transmite el deporte nos ayuda de adultos: compromiso, respeto, compañerismo, disciplina, constancia, coherencia, integridad… ¿Qué hacemos con los egos? No es algo que se pueda gestionar de un día para otro. Lleva un proceso de tiempo. En el ego influyen muchos aspectos. Los entrenadores deben estar formados para ser capaces de afrontar la gestión de grupos y gestionar el liderazgo de una manera adecuada y positiva. La inteligencia emocional en los niños es, en este aspecto, clave. «Los valores que transmite el deporte nos ayuda de adultos: compromiso, respeto, compañerismo, disciplina, constancia, coherencia, integridad...» ¿Existe alguna tendencia actual entre los jóvenes que te preocupe? Sí: la tasa de adicción a las apuestas entre chavales de 14 a 21 años, ya que está relacionado con el deporte. Los chicos tienes muy fácil su acceso a través de internet, que es algo muy útil otros aspectos, pero muy perjudicial en otros ámbitos.