«No se puede ganar a cualquier precio»
Santiago Vidal habló con el equipo de Puro Básquetbol sobre su presente individual y el de Aguada, también acerca de lo vivido la temporada pasada, y una interesante charla de básquet en general.
Cómo evalúa su inicio de año: positivo por venir de una lesión que me dejó afuera un tiempo, tengo margen de crecimiento pero me siento bien. Me gustaría estar mucho mejor, de hecho el cómo quiero estar no está alineado a cómo estoy hoy. En todo hay margen de crecimiento, el equipo va mejorando y el techo aún está lejos. Metimos victorias consecutivas contra rivales peligrosos, como Malvín y Macabi, y una enorme victoria con el equipo más regular de la temporada como Nacional.
La edad te lleva a bajar expectativas: por mi experiencia sé que tengo que ser realista, hay cosas que antes podía hacer con naturalidad y si hoy las quisiera hacer me doy la cabeza contra la pared. Saber eso te quita presión, jugás con mayor soltura y con mejor fluidez. Regulo los esfuerzos para los momentos donde el equipo más lo necesita, como los finales. Por ejemplo, en el tercer cuarto con Nacional jugué ofensivas más estacionadas, sin tanto ritmo, porque si hubiera seguido como venía en el primer tiempo no llegaba al final. Cuando jugás en esa cancha -el Polideportivo- es una partida de ajedrez, hay muchos factores a evaluar y manejar. El cansancio físico, los contactos con el rival, la terna arbitral, todo te desgasta.
Su presencia al analizar situaciones con el entrenador: ha sido siempre mi característica, tuve muy buenos entrenadores a lo largo de mi carrera y todos esos conocimientos los intento volcar para ayudar al equipo. Como jugador tengo incidencia sobre mis compañeros, tengo la pelota en mis manos, y fuera de la cancha eso no pasa, pero no subestimo el trabajo de los entrenadores, es muy difícil. Ellos tienen que planificar, preparar al equipo, scoutear, hablar con el que juega y con el que no, manejar egos, prensas, estimular chiquilines. No tengo pensado ser entrenador. Sé que voy a extrañar jugar, y lo más cercano a eso es ser director técnico, pero no quiero que el motivo sea ese. Si lo hago es porque realmente quiera ayudar al equipo a ganar.
El cierre de la Liga pasada: no lo disfruté, es muy difícil que pase. Fue una tranquilidad demostrar que se puede ganar haciendo las cosas bien, estaba convencido de que las cosas iban a salir, y el silencio es una buena herramienta para llevar a la gente a la reflexión. A Aguada no le servía que yo entrara en ese juego, sabía lo que había pasado, pero todo el mundo hablaba de lo mismo. No quiero que la gente se olvide del torneo que ganamos, pero también van a tener presente la forma en la que actué y que hice lo que tenía que hacer. Si no hubiera pasado eso con Granger, estoy seguro de que lo hubiera disfrutado de otra manera.
Darse cuenta de lo que es el mundo Aguada: fue noticia nacional, toda la gente del club me apoyó en cada lugar que estuve. Incluso gente de Peñarol me dio para adelante, hay cosas que traspasan la pantalla. Lo más complejo fue el clima en mi casa, en los entrenamientos me sentía bien, pero mi familia estaba perjudicada. Yo, como todos los deportistas, tuve que pasar página rápido y enfocarme en lo que tenía por delante. El ejemplo es seguir hacia adelante, nunca salirse del eje, ganar pero ganar de forma correcta. No se puede ganar a cualquier precio. Cuando perdés, das la mano y seguís para adelante. No tengo rencor con nadie, solo por mi familia. Siempre intenté bajarle el perfil a la situación porque todos tenemos familias, no creo que haya una conversación con él pero si se da se da.
Su opinión sobre la Selección: es complicado hablar desde afuera, todo lo que decís puede generar malas interpretaciones. Uruguay ha tenido altibajos. Para mí el recambio generacional tiene que venir si los nuevos son mejores que los anteriores, creo que acá se instaló el cambio de manera forzada. En otros países tienen jugadores mayores en cancha, siguen jugando porque son buenos. Desde mí punto de vista, para la Selección tienen que estar los mejores tengan la edad que tengan. Apoyo desde afuera que se siga un rumbo, hacia dónde quieren ir, qué resultados se buscan. Puede pasar que el estilo que uno tiene no le guste al entrenador, no tenés que agradarle a todo el mundo. Tuvimos un intercambio con Magnano; entiendo que soy un jugador que dice lo que piensa, digo lo que me gusta y lo que no me gusta desde el respeto. A mí lo que me importa es ganar, que jueguen los mejores.
La posibilidad de que Sims juegue por Uruguay: lo hablamos alguna vez en Biguá, pero no lo hemos mencionado mucho. Trabajar con él es increíble, siempre llega temprano, con su chaleco de pesas, lo hace por rutina y sin dudas le da resultado. Es un ejemplo de continuidad, pasan los años y sigue igual. Debemos estar entre los 300 y 400 partidos juntos, es de los jugadores con los que mejor me entiendo.
Cómo vivió el corte de Rudd en Biguá: expuse lo que para mí fue un error, es mi opinión. Capaz no cayó en simpatía con el club lo que yo pensaba, respeto las decisiones de los entrenadores pero nos estábamos tirando un tiro en el pie. Los problemas internos son los más difíciles de solucionar. Cuando arreglé en Aguada lo primero que hablé con Flavio fue sobre traer a Víctor. Es un jugador impresionante, tiene cualidades nivel Europa, tiene un instinto primitivo para ganar. Al jugador no lo podes modificar, tenés que adaptarte a él.
Cómo convive con que le pasen por detrás en el pick and roll: miro bastante a Marcelinho Huertas, es de los jugadores más influyentes en FIBA. Hay que visualizar las situaciones, analizar si te pasan por atrás porque sos malo tirando o porque dominas las acciones restantes y eligen ellos su propio veneno. Me he acostumbrado a jugar así, porque cuando te pasan por atrás en el pick ganás mucha ventaja en el repick. Tenés otra variable, el dominio del juego, me dejás tirar y yo elijo cuándo y cómo tirar. Hay una lucha de ajedrez y con los años te volvés más sólido y regular, por eso vas destrabando nuevas acciones de ataque rápido, un triple en la esquina, una puerta de atrás, una parada y tiro. No es algo que me atormente.
El estilo de arbitraje uruguayo: es distinto a otros países, por ejemplo cuando fui a Argentina yo defendía a los mejores del otro equipo, y con los bloqueos indirectos o persecuciones vivía haciendo foul. Una vez me llamó un árbitro y me dijo que si seguía agarrando de la cintura al rival no iba a poder jugar más allí. En Venezuela yo cada vez que penetraba pedía foul pero allá no te cobran lo que cobran acá. Vas al aro y tenés muchas manos encima, dejan jugar. En Brasil los partidos fluyen mucho, son jugadores técnicos, con mucho tiro exterior, pero no hay contacto físico en tierra. No se presiona a los bases en toda la cancha, no están acostumbrados al contacto. Lo que sí vi este año en Uruguay son tres o cuatro árbitros jóvenes muy buenos. Protesté un par de veces y me explicaron en base al reglamento, me di media vuelta y me fui, es algo positivo. Me gusta que el árbitro dialogue.
Análisis del triunfo sobre Nacional: no porque nos hayan traído una diferencia significa que hayamos jugado mal, lo que necesitamos es regularidad en el ritmo de juego. Ellos tienen una forma de juego que les permitió encontrarse en el partido por nuestro cansancio y desgaste; nos costaba la ofensiva y ellos en su cancha se sentían más cómodos. Hay que llegar bien para los playoffs y eso se construye. Por ejemplo, ese día nos faltó Osimani que nos da mucho, más allá de lo numérico, él tiene muchos aportes que no se reflejan en estadísticas y es vital para nosotros.
Sus ex compañeros que pasaron a Peñarol: con Luis hicimos amistad, me alegra que tenga ese desafío y que vaya mejorando en su carrera. Le voy a querer ganar pero me alegra por él. En el caso de Víctor, no se dio la situación para que venga con nosotros, son cosas que pasan, les deseo suerte pero quiero ganarles.
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