Remontada defensiva del Madrid rumbo a la final

No hace tanto que el Tenerife era casi un invitado a la Copa. Un conjunto para el que estar en el torneo era ya un premio y para el que ganar el primer partido suponía casi una heroicidad. Esos tiempos forman parte del pasado, pues el crecimiento experimentado por el club en el último lustro le ha catapultado hasta la nobleza de la ACB y del baloncesto europeo. Tanto, que los canarios llegaban a esta Copa como terceros de la Liga Endesa, solo por detrás de los dos gigantes. Su puesta en escena en el partido ante el Real Madrid demostró que esa clasificación no era una casualidad. Dos triples consecutivos de Fitipaldo y Doornekamp lanzaban el primer aviso a los blancos, que mantuvieron el tipo hasta que Huertas hizo acto de presencia. Entonces, la ventaja del Tenerife comenzó a crecer sin que aún se apreciaran signos de alarma en el banquillo blanco (11-19, min. 6). El problema llegó cuando Laso decidió dar descanso a Tavares, cuya salida de la pista le sentó muy mal al Real Madrid. La defensa comenzó a hacer aguas y los puntos comenzaron a fluir con extraña facilidad para su rival. Un parcial de 12-0 a medio camino entre el primer y segundo cuarto encendió los ánimos de Pablo Laso, que poco después estallaba como no lo había hecho en todo el torneo. «¡Ya basta!», gritó el técnico en un intento de encender a sus jugadores, perdidos en la maraña defensiva diseñada por Vidorreta. Incapaces de anotar un solo punto durante buena parte del segundo cuarto, en el que los canarios amasaron una ventaja muy valiosa (22-40, min. 16). La técnica que le señalaron al técnico vasco sirvió, al menos, para recuperar a sus jugadores para la causa. Con Tavares de nuevo en cancha, la dinámica defensiva de los blancos se reactivó. Solo Fitipaldo encontraba ya la manera de meterle mano al aro del Madrid, mientras Llull y Carroll iban poco a poco limando la diferencia, que al descanso era ya de solo seis puntos (40-46). La reacción blanca no amilanó al Tenerife, un equipo duro y con experiencia, que aceptó el intercambio de canastas propuesto por el Madrid. A cada golpe recibido, respondía con acierto el equipo canario, que encontró un filón en la alianza entre Fitipaldo y Guerra. El pívot se exhibió ante Tavares, aprovechando cada pase dibujado por el base uruguayo (46-55, min. 24). Como había ocurrido en el final del segundo cuarto, la entrada de Carroll resultó fundamental para el Madrid, que tuvo en sus brazos la mejor manera de acortar la diferencia. Iba mitigando los daños el Madrid, pero lo hacía lentamente. Tanto, que mediado el tercer cuarto el Tenerife seguía mandando con autoridad (51-59, min. 26). Elevó entonces Laso la intensidad defensiva, pidiendo un esfuerzo adicional a sus jugadores que encontró una rápida recompensa en el parcial de 13-0 que volteó definitivamente el marcador (64-59, min. 30). El carácter blanco lo encarnaron como casi siempre Llull y Tavares, dos gladiadores, a los que se engancharon el resto de sus compañeros. A esa remontada exprés del Madrid ayudó también que Vidorreta le diera descanso a su pareja estelar, pues sin Fitipaldo y Guerra su ofensiva se resintió mucho. De hecho, los canarios estuvieron siete minutos casi sin anotar. Solo tres puntos que salieron de la chistera de Huertas. Un botín escaso que comenzó a cimentar la victoria de su rival (67-62, min. 32). Aun así, siguió dando la cara el Tenerife, que mantuvo el choque apretado hasta bien entrado el último cuarto (69-68, min. 35). «¡Es solo un punto!», gritaba Vidorreta, pidiendo confianza a los suyos. Un grito que encontró la respuesta contraria, pues fue el Madrid, de la mano de un gran Causeur, el que estirón definitivo (79-72, min. 37). Aunque Huertas (22 puntos) se empeñó en mantener con vida a su equipo, el Madrid ya no se descosió y amarró su pase a la novena final de la era Laso. La octava consecutiva. Ahora espera rival, que saldrá del duelo que disputarán el Baskonia y el Barcelona.