Las ventanas se quedan sin alma

Hace tres años desde que el baloncesto mundial entró en conflicto y ahí sigue anclado. Tirando cada parte de la cuerda a la espera de que se rompa por el lado opuesto. La creación de las fases de clasificación para mundiales y campeonatos continentales por parte de la federación internacional (FIBA) removió los cimientos de la canasta en todo el mundo y provocó un cisma que sigue vigente hoy en día. Porque no hay estrellas en estas ventanas FIBA, recluidos los grandes jugadores en sus clubes de Euroliga o de NBA, pero es que ahora tampoco hay público. La pandemia ha dejado sin alma a estos partidos de selecciones, creados en su día bajo la justificación «de acercar los equipos nacionales a los aficionados». De hecho, hasta el pasado febrero sacaba pecho la FIBA, orgullosa por llenar las canchas al paso de las ventanas. En su última cita, la primera para alcanzar el Eurobasket 2022, las pistas europeas tuvieron una media de 5.000 espectadores, con picos de más de 11.000 en Polonia o Suecia. Once de los 32 partidos disputados en esa fecha inicial de los grupos colgaron el cartel de no hay billetes. Orgullo que ha quedado en nada por culpa del coronavirus, que ha obligado a crear burbujas de competición en esta segunda ventana con el objetivo de continuar adelante con el invento, aunque ya sin su envoltorio principal. «Aunque estemos acostumbrados a jugar sin público desde el final de la temporada pasada, se hace más extraño incluso en las ventanas, porque aquí el público se volcaba incluso más al tratarse de animar a su propio país. Nosotros recibíamos mucho cariño en España y fuera también vivíamos partidos de ambiente espectacular», señala a ABC Javi Beirán, uno de los clásicos de Scariolo en este tipo de partidos. Sin aficionados se tambalea la gran justificación de la FIBA para continuar con este sistema de clasificación que tiene en contra a las competiciones europeas de clubes y a la liga americana. El coronavirus ha elevado de nuevo el debate, pues sin sus estrellas y sin el calor de los aficionados hay conjuntos tan potentes como Lituania, Serbia o la propia España que están teniendo dificultades para encontrar su sitio en el Eurobasket 2022. Alguno de ellos podría quedarse fuera, como le ocurrió ya a la Eslovenia de Doncic –campeona de Europa en 2017– que no pudo estar en el pasado Mundial de China 2019. «Estamos viendo quizá resultados más sorprendentes, de selecciones menos poderosas ganando a otras más habituales y sí creo que el público te ayuda en muchas ocasiones a sacar adelante partidos que se complican o para jugar mejor en finales apretados», explica Beirán, recuperado por Scariolo tras ser apartado por su entrenador en el Gran Canaria. Como reconocen, los jugadores son los primeros que tienen claro que el público es fundamental en las gradas y más en encuentros tan igualados como estos. «Tener aficionados en la grada te da un empuje extra, ya sea por la adrenalina que te da tener la afición a favor o en contra, pero sabemos que en esta situación no hay otra solución y tratamos de adaptarnos. Es cierto que un inicio fulgurante como el que tuvo Israel el sábado tras el descanso se podría haber frenado si hubiéramos tenido a nuestros aficionados en la grada», reconoce Xavi Rabaseda a ABC. Partido clave ante Rumanía Con todo, el alero pide dejar a un lado todos esos condicionantes externos para centrarse en el partido de hoy ante Rumanía (19.30 horas, BeMad). Un duelo que se ha convertido en crucial tras la derrota frente a los hebreos. España está obligada a ganar hoy para confirmar su presencia en el Eurobasket. Si no lo hace, el mal menor estaría en perder por menos de trece puntos, que es la renta que la selección se trajo en febrero de Rumanía. Si perdiera y lo hiciera por más de catorce puntos, dependería de un tropiezo rumano en febrero, en la última ventana, para poder jugar el Europeo. Ahí, de nuevo sin público si nada cambia, las ventanas seguirán sin alma. Huérfanas de estrellas, como siempre, pero también sin aficionados.