Pulisic y Nkunku desatan la catarsis rossonera
El Milan llegaba a San Siro con la espina clavada tras la caída ante el Nápoles en la Supercoppa y un empate ante el Sassuolo que dejó un sabor amargo. Tocaba reaccionar ante su gente, reencontrarse con sensaciones y recuperar la confianza de cara al tramo decisivo de la temporada. No fue inmediato: el Verona se mostró sólido, ordenado y dificultó la construcción de juego de los rossoneri, obligando a Modric a asumir el control y poner ritmo a un equipo que necesitaba claridad y precisión.

