El verdadero motivo por el que Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero ya no siguen juntos
Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero han puesto fin a una de las relaciones más influyentes del tenis español contemporáneo. La ruptura, confirmada hace dos días, no responde a un calentón ni a una decisión impulsiva, sino a diferencias surgidas en la negociación del contrato que vinculaba a Ferrero como entrenador principal del número uno del mundo, según aseguró Radio Nacional.Es el punto final a un proyecto que ha marcado una época y que se cierra, además, en un momento especialmente sensible del calendario.
El anuncio llega a pocos días del inicio de la nueva temporada y a menos de un mes del Abierto de Australia, una circunstancia que subraya el impacto deportivo de la decisión. Alcaraz acaba de cerrar un año sobresaliente, instalado en la cima del ranking y con un palmarés que no ha dejado de crecer. En 2025 conquistó ocho títulos y su cuenta global alcanza ya los 24 trofeos, entre ellos seis Grand Slams, cifras que explican por qué el movimiento ha sorprendido al circuito.
Todo comenzó en 2018
La historia entre ambos comenzó en 2018, cuando Alcaraz apenas tenía 15 años y Ferrero decidió apostar por él de manera decidida. El ex número uno del mundo renunció entonces a entrenar a figuras consolidadas del circuito como Stefanos Tsitsipas o Dominic Thiem para centrarse en pulir a un adolescente que ya había llamado su atención años antes. Ferrero reconoció públicamente que detectó algo distinto en Alcaraz cuando tenía 12 o 13 años, una intuición que acabaría transformándose en una de las asociaciones más exitosas del tenis moderno.
Bajo su tutela, Alcaraz alcanzó hitos históricos. Se convirtió en el número uno más joven de la historia con solo 19 años y, juntos, lograron mantener el liderato mundial durante 50 semanas. Más allá de los resultados, la relación trascendió lo estrictamente profesional. El propio jugador ha definido en numerosas ocasiones a
Una relación más allá de lo profesional
Ferrero como un “segundo padre”, una figura clave tanto en su desarrollo deportivo como personal.
Ese vínculo quedó reflejado en episodios que el entorno del tenis aún recuerda. Uno de los más significativos fue el viaje de Ferrero a una final en Miami apenas horas después del entierro de su propio padre, un gesto que evidenció el grado de compromiso con el proyecto y con el jugador. Esa dimensión humana es la que explica el tono del mensaje de despedida que Alcaraz publicó en redes sociales, donde agradeció a “Juanki” haber convertido sueños de niño en realidades y haberle enseñado a disfrutar del proceso.
Pese a la carga emocional del adiós, no se han hecho públicas las causas exactas que provocaron la separación más allá de las diferencias contractuales. El técnico valenciano confesó que le hubiera gustado continuar con el proyecto, una declaración que refuerza la idea de un final no deseado desde el punto de vista deportivo.
Alcaraz, por su parte, ha puesto en valor que la separación se produzca mientras ocupa el lugar más alto del ranking ATP. Una forma de cerrar el ciclo desde la cima, el mismo lugar al que ambos aspiraron desde el inicio. En ese camino, Ferrero fue reconocido dos veces como Entrenador del Año de la ATP, un aval a su trabajo y a la dimensión del legado construido junto al murciano.
Un nuevo desafío
Ese legado tiene un escenario concreto. La Academia Equelite de Villena, donde se forjó la unión entre entrenador y jugador, sigue siendo el centro neurálgico del proyecto deportivo de Alcaraz. Allí, el tenista continúa siendo el gran referente, aunque ahora bajo una nueva dirección técnica. El relevo lo asume Samuel López, un nombre conocido dentro del equipo y una figura de continuidad más que de ruptura.
López, de 55 años, ya era un rostro habitual en el palco de Alcaraz y había ejercido como mano derecha de Ferrero. Su experiencia incluye casi una década al frente de la carrera de Pablo Carreño, con el logro destacado del bronce olímpico en Tokio 2020. Además, compartió con Ferrero el premio a mejor entrenador en 2025, un detalle que refuerza la idea de transición ordenada.
El técnico se integró plenamente en el equipo de Alcaraz a finales de 2024, tras cerrar su etapa con Carreño, y ahora asume la responsabilidad de dirigir una carrera que ya está en la élite absoluta. El objetivo inmediato es claro. El nuevo equipo enfoca todos sus esfuerzos en el Abierto de Australia, el único Grand Slam que aún falta en el palmarés del español.

