El deporte que conquistó a los monarcas europeos fue un antecedente del tenis tan exigente como arriesgado
Origen - El cambio hacia pistas abiertas, pelotas de goma y raquetas sintéticas dio forma al deporte actual, que conserva solo el sistema de puntuación mientras los grandes torneos atraen multitudes en estadios
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Los cortesanos aplaudían cuando un golpe rebotaba contra las paredes inclinadas de las salas cerradas. La pelota, dura y poco uniforme, caía de manera imprevisible en los rincones del recinto. Algunos nobles se arriesgaban a devolverla con gestos bruscos y veloces, mientras otros sufrían el impacto directo de esos proyectiles compactos.
En ese contexto, los reyes y nobles jugaban sin parar, convertidos en protagonistas de un pasatiempo que no era solo entretenimiento, sino también un campo de pruebas para su resistencia física y su prestigio político.
Las bolas escondidas en quesos revelaron la popularidad del deporte
En 1570 un francés fue detenido con un cargamento singular. Transportaba un cesto de quesos destinado a ocultar correspondencia clandestina entre Inglaterra y Francia, pero lo que llamó la atención de los interrogadores fue la bolsa de cuero que contenía “tres o cuatro docenas de pelotas de lana para jugar a la pelota”.
El documento del arresto, analizado en el libro Huguenot Networks: Truth and Secrecy in 16th-Century Europe de Penny Roberts, muestra hasta qué punto aquel juego se había extendido como actividad común entre nobles y mercaderes. Las bolas de lana apretada servían para dotar de rebote a las partidas de jeu de paume.
En Italia aparecieron objetos similares. En el Palazzo Te de Mantua se conservaron pelotas recuperadas del tejado del palacio y de una iglesia cercana. Estaban fabricadas con cuero, tela y cuerda, a menudo con relleno de tierra o pelo animal. Eran duras, variables de tamaño y poco vistosas, aunque algunas tenían un diseño pintado.
El recinto, construido en el siglo XVI junto a las caballerizas, mostraba la importancia que se concedía a aquel deporte dentro de los espacios de élite.
El término tenis procedía del francés tenez, con el que se anunciaba el saque. Su dureza y la necesidad de reflejos rápidos lo convirtieron en una práctica muy apreciada por los aristócratas, que podían jugar partidas de uno contra uno o hasta de cuatro contra cuatro.
Luis X de Francia impulsó la construcción de salas cerradas para practicarlo y los cronistas de la época destacaron la llegada del juego a Florencia, donde se adaptó rápidamente. Con el tiempo comenzaron a imprimirse las primeras reglas, lo que consolidó un patrón común para las partidas en diferentes cortes.
Los cronistas dejaron constancia de muertes ligadas a las partidas
Las consecuencias de la práctica eran a veces mortales. Luis X murió en 1316 después de un encuentro exigente en el Château de Vincennes. Según los cronistas, bebió una gran cantidad de agua o vino frío y falleció poco después, probablemente de pleuresía.
En 1536 el heredero de Francisco I murió tras ingerir agua tras un partido. El conde de Montecuccoli fue acusado de envenenarlo y ejecutado, pese a que algunas versiones hablaban de causas naturales.
Los ejemplos muestran que este pasatiempo podía resultar tan arriesgado como otras diversiones cortesanas, aunque se percibiera más refinado que la caza o los torneos. Así lo indicaban los embajadores extranjeros que relataban partidas en París o en las residencias reales, donde los golpes con pelotas compactas causaban heridas visibles.
Enrique VIII y los Tudor incorporaron el tenis real a sus cortes
En Inglaterra, los Tudor también adoptaron el juego. Enrique VIII y sus sucesores lo practicaban en canchas propias y Ana Bolena incluso llegó a apostar en un partido poco antes de ser arrestada. Aquella anécdota alcanzó también a la literatura, ya que en la obra Enrique V de Shakespeare el delfín francés envía pelotas como burla al monarca inglés.
En Hampton Court Palace se conserva una de las canchas más famosas del tenis real. El edificio, todavía en pie, simboliza la importancia que tuvo este deporte en la corte inglesa.
Existen otras canchas históricas en el Reino Unido, como la de Moreton Morrell en Warwickshire, que confirman la persistencia del legado. La práctica se convirtió también en objeto de apuestas, lo que despertó críticas de los puritanos en el siglo XVI.
El tenis moderno desplazó al juego de salón practicado por reyes
El declive del tenis real comenzó en la época victoriana, cuando surgió el llamado tenis moderno en Birmingham. El nuevo formato, practicado al aire libre junto a deportes como los bolos o el croquet, resultaba más accesible y menos peligroso.
Las raquetas pasaron a fabricarse con materiales sintéticos y las pelotas se estandarizaron en goma hueca recubierta de fieltro. Además, la incorporación de mujeres como jugadoras amplió su difusión social.
El tenis actual mantiene del antiguo únicamente el peculiar sistema de puntuación. El resto cambió por completo, desde las pistas abiertas hasta el protagonismo mediático de los torneos internacionales.
Los reyes que se arriesgaban con golpes imprevisibles en salas cerradas dieron paso a campeones que buscan títulos de Grand Slam como Carlos Alcaraz en recintos gigantescos. Aun así, aquel deporte de reyes dejó una huella duradera, con historias de riesgo y poder que todavía flotan en los muros de palacios como Hampton Court.