Alcaraz celebra la visita de Trump al US Open: «Es muy bueno para el tenis»
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La final del US Open de este domingo no podía ser más atractiva, pero contará con un aliciente adicional: la presencia de Donald Trump en Arthur Ashe, la central de Nueva York. Tanto la Casa Blanca como la organización del torneo confirmaron este viernes que el presidente de EE.UU. vendrá a Nueva York para ver uno de los mejores espectáculos posibles hoy en día: la próxima entrega de la rivalidad que domina el tenis, Carlos Alcaraz vs Jannik Sinner . Trump sabe que es una decisión de riesgo para su imagen pública. Es probable que, si la organización proyecta su imagen por la pantalla gigante, el público neoyorquino le reciba con bronca. Nueva York es una ciudad que vota demócrata y por mucho seguidor de Trump que también haya en las gradas, lo más probable es que se escuchen más los silbidos y abucheos. No será Alcaraz quien se sume a ellos. Ya se había confirmado la visita de Trump para cuando el español compareció este viernes en rueda de prensa, tras la victoria ante Novak Djokovic que supuso el billete a la final. «Es un privilegio para los torneos que vengan los presidentes de cada país para apoyar el torneo, apoyar el tenis, apoyar el partido», dijo el murciano. Añadió que tratará de que la presencia de Trump y de todo lo que le rodea no le despiste, no le ponga nervioso. «Pero pienso que es muy bueno para el tenis que el presidente esté en la final», insistió. Para Trump, venir a Queens, el distrito neoyorquino donde está Flushing Meadows, el escenario del US Open , es volver a casa. El ahora presidente se crió en Jamaica Estates, un barrio en Queens a quince minutos de donde está el torneo y todavía más cerca de donde se celebraba cuando él era niño, en Forest Hills. De hecho, el colegio al que acudió está muy cerca de ese parque. Trump ha sido un aficionado al tenis toda su vida. Le ha gustado practicarlo aunque ahora -a los 78 años- opte siempre por el golf. Pero antes de desembarcar en política, como 'celebrity' de los negocios y de la televisión, era un fijo todos los septiembres en Flushing Meadows . La última vez que vino fue en 2015, tres meses después de haber anunciado su candidatura a la presidencia para las elecciones de 2016, las que le llevaron a la Casa Blanca por primera vez. Para entonces, ya había dicho aquello de que los inmigrantes mexicanos eran criminales y violadores y había dinamitado las primarias republicanas con su estilo rupturista de hacer política. Cuando le mostró la pantalla gigante, en un partido entre las hermanas Serena y Venus Williams, se llevó una pitada sonora. La visita de Trump se enmarca dentro del creciente gusto del presidente de EE.UU. por aparecer en grandes eventos deportivos. Lo hizo en el mayor de todos, en la Super Bowl, a comienzos de febrero, pocos días después de jurar el cargo. Allí las aficiones de Kansas City Chiefs y Philadelphia Eagles le recibieron con división de opiniones. Sí fue abucheado en otro evento con público menos favorable, en la final del Mundial de Clubes, disputada a las afueras de Nueva York en julio (y donde se coló, para sorpresa del capitán del ganador, el Chelsea FC, en el momento de la celebración al levantar la Copa). En otras ocasiones, ha visitado eventos deportivos donde es idolatrado. Por ejemplo, en las carreras de coches de Daytona 500, uno de las competiciones más populares en EE.UU., donde se regaló una vuelta al circuito a bordo de 'La Bestia', el coche blindado presidencial. Pero a donde ha ido en más ocasiones es a peleas de la UFC , donde es reverenciado. El US Open quiso aclarar en un comunicado que la organización no había invitado a Trump y que el presidente de EE.UU. acudirá invitado por un cliente que tiene un palco en el estadio.