Sinner entra en combustión y con récord en octavos; Djokovic suma su alegría cien en Wimbledon
0
0
Mientras Londres abre los paraguas y espera que la lluvia dé tregua en algún momento de la mañana, Jannik Sinner entra en la Pista Central, techada, para hacer de su duelo un entrenamiento más. Está Pedro Martínez al otro lado de la red y lo intenta y lo intenta, pero es imposible ante este Sinner desatado que se planta en octavos sin ceder un solo set y con esa máquina de hacer tenis que lo hace tan peligroso en esta superficie. Se cumplen apenas 10 minutos de partido y ya es un 4-0 para el de San Cándido, y sonríe Martínez un ratito después cuando suma el primer juego en su marcador. Después habrá más, previo paso por un masaje en el hombro porque la velocidad de pelota de Sinner no es la del resto de rivales con los que se enfrenta de normal el español. Pero poco más. Cuatro juegos en total en su zurrón y ya es bastante por cómo siente el italiano la pelota en este Wimbledon que persigue, ansía y contempla como verdadera opción para su estilo y su tenis. Por el momento es de altísimo nivel. Y sí, no ha habido nombres de top ten enfrente, pero es más bien la sensación que transmite el italiano. Mientras Carlos Alcaraz duda, sufre, tira de prueba y error para calibrar hasta dónde puede llegar y dónde pararse para no esforzarse demasiado, Sinner juega al máximo para evitar estar demasiado tiempo en pista y, también, claro, para advertir a los rivales que tendrán que hacer mucho para ganarle. Ni siquiera se concede un respiro, un dejarse llevar al menos un instante, dar un premio al rival por la compostura. No, Sinner percute sin compasión en este Wimbledon 2025. Pedro Martínez, primera vez en la pista central de Wimbledon, tercera vez en tercera ronda de un Grand Slam, claudica con sonrisa resignada en una hora y 55 minutos. Ha habido cierto aguante y dignidad, pero poco más ante las derechas colocadas, la velocidad de piernas y los reveses asimétricos que obligan a un sobreesfuerzo o que, simplemente, los ves pasar a un mundo de distancia. Es el tercero que cae arrollado por el número 1. Luca Nardi le hizo siete juegos (6-3, 6-4 y 6-0) en una hora y 48 minutos; cinco pudo sumar Alexander Vukic (6-1, 6-1 y 6-3, en una hora y 40), los mismos que el valenciano (6-1, 6-3 y 6-1, en una hora y 55 minutos). Una cifra de récord en este torneo, pues se convierte en el primer tenista masculino de la Era Open en alcanzar la ronda de octavos de Wimbledon con un número tan bajo de juegos en contra, mejorando los 19 que le hicieron a Roger Federer en 2004. «No podía haber sido una mejor semana para mí. Espero tener más por delante», admitía el italiano tras el duelo con el español, sonrisa para demostrar que vuelve a ser humano: 46 ganadores, un 79 % de efectividad con el primer golpe. Máximo control y resolución, mínimo esfuerzo. Quien ha apretado también el acelerador es Novak Djokovic, que se impulsa en esta pista en la que ha ganado siete veces y activa el modo que lo pueda llevar hasta el octavo. Para empatar con Federer, para demostrarse y demostrar que los 38 años no están reñidos con un nivel extraordinario, para confirmar que no solo se puede ganar con potencia. Es otro que entra en octavos como un ciclón, que se dejó un set en el estreno ante Alexander Muller, pero que todo lo demás lo ha resuelto con menos de tres juegos en contra. Así acribilló al francés por 6-1, 6-7 (7), 6-2 y 6-2; a Daniel Evans, por 6-3, 6-2 y 6-0, y a Miomir Kecmanovic, por 6-3, 6-0 y 6-4. Y, como Sinner, no son solo los números, que también, sino la forma en la que ejerce esa superioridad tan destacada sobre el verde. Aclimatado a la superficie, tiene ya puesto el modo robot en el que todo le sale ajustado, a la línea, a la esquina. "He disfrutado de mi partido excepto en los dos últimos juegos. No siempre es fácil jugar contra un amigo, más que rivales es lo que somos, y compañeros. Y Viktor Troicki es su entrenador, y nuestro capitán de Copa Davis. Y es el primer partido que juego contra él en el banquillo rival. Espero que no se produzca de nuevo". Un tenis con el que desborda a su compatriota, a quien no le alcanzan las piernas ni el nivel, que se desquicia ante cada revés impoluto, con cada derecha inapelable. Es el Djokovic, por ahora, de los mejores días en Wimbledon, que han sido muchos, porque nadie tiene un palmarés tan lustroso como el suyo. Con esta es la victoria número 100 en este Grand Slam. Y ya son dos centenarios: en París y Londres. Advertía el serbio que le quedaban todavía retos. Y qué duda cabe de que este es uno de ellos, superar los cien triunfos, quizá alcanzar los que acumulan Nadal (112 en Roland Garros) y Federer (105 en Wimbledon). "Suena muy bien. Es un honor estar en esta posición privilegiada. El tenis me ha hecho lo que soy, me ha dado experiencias muy importantes. No lo doy todo por hecho. Wimbledon es el sueño de casi todos los tenistas. Creces soñando que juegas aquí. He hecho historia en el torneo con el que siempre sueñas. Soy un privilegiado", comentó sobre esta cifra increíble. Por el momento, son ya 100 y 12 derrotas. En el Abierto de Australia también está cerca del centenario y de Federer (102-6), pues acumula 10 coronas y 99 victorias y 10 derrotas. En el US Open, más de lo mismo, con 90 triunfos y 14 derrotas, a la caza de Jimmy Connors (98-5). Pero se centra en Wimbledon. "Siento que tengo una gran oportunidad contra cualquiera. En la pista central de este torneo, un lugar donde me siento más cómodo, con la Rod Laver Arena (de Australia), donde lo he hecho tan bien en toda mi carrera. Me siento muy bien física y mentalmente activo. Jugando lo mejor que sé en hierba, así que, ojalá pueda continuar así. Las aspiraciones y los objetivos están muy altos". Y espera seguir bailando con el baile que tiene con su hija.