Alcaraz vence a Lehecka, conquista Queen's y llega lanzado a Wimbledon
Carlos Alcaraz continúa en estado de gracia y con otro gran ejercicio de solvencia se impuso a Jiri Lehecka en la final de Queen's (7-5 y 6-7 [5/7] y 6-2). El murciano está diferente de un tiempo a esta parte y parece que las palabras que repite en conferencia de prensa no se las lleva el aire.
Las palabras que repite son: quiere disfrutar de los partidos, sin mirar mucho más allá, sin pensar en el número uno, en récords... Eso llegará, si tiene que llegar, sólo si se lo pasa bien y no se reprocha en exceso los errores, que van unidos a un deporte como el tenis. No quiere decir que no se autoexija, quiere decir que acepte las situaciones.
El resultado: ha jugado cinco finales consecutivas, con un éxito más que notable. Ganó Montecarlo, perdió con Rune en Barcelona, y conquistó Roma, Roland Garros y, ahora, Queen's, ya con el cambio de la tierra a la hierba.
El murciano volvió a demostrar que cuando todo cuadra, es el mejor tenista del momento, sin importar demasiado el suelo que pise o que el cambio del polvo de ladrillo al césped es el más radical. Hace falta un periodo de adaptación, y el español lo ha ido teniendo con el paso de los partidos, después de apenas tres días de entrenamiento en Londres. Del Carlos que debutó el martes al del domingo hay una diferencia, un paso adelante, un hacer memoria de que hay que jugar más agachado, con pasitos más cortos y con cuidado de no resbalar, especialmente cuando el verde está todavía inmaculado, sin pisar. A eso ha unido cierto autocontrol que en ocasiones le traicionaba (y seguramente le pueda volver a suceder cuando vengan malas) y que hacía que se precipitara. Está siendo un tenista más sobrio, pero no pierde la magia que siempre va a tener su raqueta.
La hierba es el terreno de las pocas oportunidades, y hay que intentar aprovechar las que se tengan. La final contra Lehecka se movió pareja durante un tramo largo. El checo, por primera vez en la pelea por el título en un ATP 500, tiene más tenis de lo que dice su ranking. Ha sido algo frenado por las lesiones, pero es joven todavía (año y medio mayor que Alcaraz) y ya sabía lo que es ganar a Carlos este curso. Lo hizo en Doha en febrero. No pudo repetir, aunque el desarrollo del juego fuera equilibrado durante prácticamente dos horas. Los saques se imponían y el partido avanzaba como destinado a llegar al tiebreak. El checo no se generó oportunidades de rotura, aunque estuvo cerca, con 5-4 arriba y 0-30. Estaba a dos puntos de ganar el primer set, pero Alcaraz lo resolvió con buenos servicios. Justo después le llegó la opción a él, y la aprovechó para conseguir la rotura que logró confirmar sin problema.
Al “vamos” que se escuchó en todo Londres con la pelota de “break” siguió un “sí” cuando lo confirmó, en un intercambio en el que Lehecka no logró resistir y estrelló la pelota en la red. Llámese “madurez”, quizá, y llámese seguro “confianza”, pero el número dos del mundo está en un momento en el que parece controlar los encuentros sin ponerse nervioso, aunque la procesión, lógicamente, irá por dentro. Durante los puntos, espera el momento preciso para acelerar y encontrar el ganador sin asumir demasiados riesgos con esa derecha que los que le entrenaron de niño dicen que le viene de serie, que “nació con ella”.
Carlos mejoró todavía más con el saque en el segundo set, con potencia y también con habilidad con el cortado abierto, y Lehecka respondió con la misma moneda. Volvió a estar cerca de la pelota de rotura el checo en el momento caliente: con 5-6 a favor y 15-30, falló una derecha clarísima con toda la pista para él. Lo asumió el checo y en el tiebreak forzó para, esta vez sí, no dejar que el tren se marchara. “Tres líneas”, le decía Alcaraz a Samu López, casi el único momento de queja que se le vio.
Llegó el momento de mostrar esa calma que le ha acompañado los últimos meses. El partido estaba vivo y Carlos esta vez logró abrir la puerta antes, al cuarto juego, tirando para atrás a su rival con los restos. Abrió una brecha, 3-1, que el checo no logró suturar. Terminó el encuentro el murciano con 18 saques directos y sin dar una oportunidad de rotura. Mantuvo el ritmo las dos horas y cuarto de encuentro, y su oponente lo bajó al final.
A Alcaraz, un chaval apenas pese a toda la experiencia que tiene, le faltaba cierta regularidad y desde abril nadie lo ha sido más constante que él. Llega lanzado a Wimbledon, donde defiende su doble corona.