Rublev se corona en Doha ante Draper
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El ATP 500 de Doha celebra su ascenso de categoría con el triunfo de Andrei Rublev , el más persistente en una semana compleja en el circuito masculino y lleno de sorpresas desde antes de empezar. A la baja de última hora de Jannik Sinner para asumir ese castigo a la carta por dopaje, se sumaron después las derrotas de Novak Djokovic en primera ronda y la de Carlos Alcaraz en octavos. Y así, surge un Rublev, que cierra el círculo porque este fue su primer trofeo en la vitrina, muy sólido de tenis y de cabeza para levantar su primer título de la temporada ante un peleón Jack Draper, que también aprovechó un buen estado de forma y las bajas de otras grandes raquetas para colarse en su primera final de un ATP 500. No hay que quitarle ningún mérito a Rublev, 27 años y 10 del mundo. Porque se ha marcado un torneo de categoría ante rivales tan escurridizos como Bublik (6-3 y 6-4), Borges (6-4 y 6-3) y tan de calidad de mostrada como De Miñaur (6-1, 3-6 y 7-6 (8)) y Auger-Aliassime (7-5, 4-6 y 7-6 (5)) antes de la final también de alta intensidad y fondo físico contra Draper. El británico también se ha reivindicado como un hueso en la pista rápida qatarí. Muy firme en su estreno ante Popyrin (6-2 y 7-6 (4)), no tuvo demasiados problemas ante O'Connell (6-2 y 6-1), y sorprendió a todos con una victoria de consistencia ante Berrettini (4-6, 6-4 y 6-3) y una todavía con mayor pedigrí ante Jiri Lehecka, que había sido un muro infranqueable para Alcaraz (3-6, 7-6 (2) y 6-3). Pero en la final, el ruso tuvo más aguante, más gasolina en ese depósito con el que los dos llegaron con las reservas activadas. Rublev ansiaba levantar otro título, el decimoséptimo de su carrera, y volver a meterse de lleno entre los diez primeros, después de haber saboreado el éxito por última vez en Madrid el año pasado. Más de nueve meses de intentos de reivindicar que la cabeza ha encontrado la tranquilidad y la estabilidad que merece su tenis potente y su potencial. No se lo puso fácil el británico, que desorientó con su zurda la estrategia de agresividad y pocos golpes en cada punto. Pero mostró Rublev esa capacidad de sufrimiento que ya se le observó y le funcionó tan bien en la Caja Mágica, enfermo y sin poder hacer nada más que golpear la raqueta. Ante Draper, más de lo mismo. Sin perder la concentración ni la frialdad de un primer set muy sólido y sin apenas despistes, superó los mejores momentos del británico con paciencia y sin desfallecer, buscando una nueva opción de romper el plan del rival. Lo encontró en cuanto puso un punto más de firmeza desde el fondo en un tercer set en el que Draper también pagó el cansancio de toda la semana. Se metió con todo en las pequeñas dudas y las grietas para convertirlas en un agujero imposible de cerrar. «Fue mi primer título y ahora lo he ganado dos veces. Me siento muy feliz. Creo que ambos estábamos bastante cansados tras jugar partidos a tres sets que acabaron muy tarde. Estábamos fatigados y ha sido difícil pero, de alguna forma, hemos logrado jugar a buen nivel. Cuando perdí el segundo set me he liberado y empecé a jugar más suelto. Jugué un buen tenis. En algunos momentos me he notado muy bien mentalmente, no me he dejado llevar por la frustración. Cuando tuve esa sensación, enseguida he logrado activarme y pude mantener la misma intensidad. Eso es lo más importante», expresó el jugador tras ganar en Doha.