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Cultura Sneakerhead: Cuando una colección de tenis vale miles de dólares

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Coleccionistas hay muchos y de todos los matices. Sin embargo, si se busca a quienes representen la cultura pop de los últimos años, sin duda hay que mencionar a los sneakerhead. Estos aficionados de las tenis han revalorizado el calzado deportivo, al punto de que en la actualizadad se hacen filas por un par muy preciado y se pagan hasta miles de dólares por estos zapatos.

También es cierto que sobran quienes se dicen sneakerhead. Basta con darse una vuelta por cualquier centro comercial para notar como afloraron en los tiempos recientes las tiendas dedicadas a los sneakers, como se conoce en inglés a este tipo de calzado. No obstante, verdaderos apasionados por las tenis y que, además, hayan invertido una cuantiosa suma en crear una colección, existen pocos, especialmente en Costa Rica.

Por supuesto, este fenómeno no deja de generar extrañeza y no faltará quien cuestione los altos precios. Mas, en nada dista esto de la fiebre de los coleccionistas de discos o estampillas que siempre han existido.

Con el fin de ponerle rostro a estos amantes empedernidos de las tenis y conectar con la cultura sneakerhead, les traemos las historias de dos de estos coleccionistas.

Las tenis: De ‘pachucada’ al calzado predilecto

Antes de entrar con las historias, conviene empezar con el pie derecho y hacer un repaso de cómo las tenis se convirtieron en el calzado predilecto de nuestra sociedad. Qué mejor que hacer este recorrido con la guía de Daniel Del Barco, reconocido diseñador de calzado costarricense, con más de 40 años de experiencia.

Hoy es casi una rareza que alguien no use calzado deportivo en su día. No obstante, esta realidad no ha sido así siempre, pues tan solo hace unas décadas, utilizar zapatos ideados para un deporte como parte de una vestimenta casual (y ni qué decir formal) era hasta una pachucada.

Del Barco recuerda que el calzado deportivo apareció en el siglo XIX, como un símbolo de estatus. Era creado para que personas de clase alta practicaran algunos deportes, entre estos el tenis, que a la larga le dio nombre a este tipo de zapato.

Hacia los años 30 del siglo pasado, su uso se fue abriendo hacia más sectores de la población, debido a una serie de factores, entre los que destaca la necesidad de algunos gobiernos de incentivar el deporte.

Cabe resaltar que para aquel momento histórico, las tenis todavía eran fabricadas con tecnología enfocada en el rendimiento deportivo, a diferencia de ahora cuando se usan en otros ámbitos de la vida diaria.

“Los que estamos en la industria del calzado, a este tipo de zapato le llamamos zapatilla urbana de inspiración deportiva. Este es un mercado de cientos de miles de millones de dólares, es una exageración la cantidad de dinero que mueve en el mundo. A pesar de esto, el 85% de las tenis que se producen no se usan para el fin que fueron creadas”, explicó el diseñador de 61 años.

Conforme la segunda mitad del siglo XX fue entrando en décadas se dio un boom mediático de los zapatos deportivos, gracias a figuras renombradas del baloncesto y el tenis. Grandes marcas como Nike y Adidas comenzaron a patrocinar a las mayores estrellas del deporte.

“Este calzado entonces ahora pasa a ser aspiracional para la población, que quiere ser o parecerse a Michael Jordan, Stan Smith y otros deportistas a los que admira y que son patrocinados por grandes marcas”, apuntó.

Aunque las tenis ya eran motivo de culto y de la pasión de miles de jóvenes, todavía estaban excluidas de contextos más formales como los ambientes de trabajo.

“Cuando empecé en el negocio del calzado en los años 80, comencé a viajar a Nueva York a comprar materiales. Tengo el recuerdo tan fresco de montarme en el metro y de un punto a otro, en la mañana, se montaban mujeres de todas edades que iban para la oficina. Me parece estarlas viendo todavía: iban con tenis y andaban con los tacones en las carteras. Ya desde ahí se da un mensaje de que las tenis son cómodas y que usaban los zapatos únicamente por el trabajo”, relató.

Con el tiempo se fue dando una transición “muy paulatina” hacia la comodidad, derribando en ciertos contextos la rigidez de los protocolos ejecutivos a la hora de vestir. Primero, se empezó a permitir la incorporación de suelas de caucho en los zapatos y, actualmente, la comodidad es un “derrotero” para quienes trabajan en la elaboración de calzado.

“Hoy en día no hay ninguna marca ni ningún diseñador de calzado en el mundo que no haya incorporado las tenis como parte básica y fundamental de todas sus colecciones. Es impensable una colección de calzado que no incluya tenis”, afirmó con convicción el empresario.

Del Barco enfatizó en que esta transición social tardó más en Costa Rica y aseguró que hoy por hoy, las tenis ya dejaron de ser ese símbolo de estatus con el que iniciaron para convertirse en un símbolo de la cultura globalizada, pues se utilizan en todos los sectores de la sociedad.

Revela que, en definitiva, las tendencias sociales retroalimentan a las grandes marcas e industrias que deben atenderlas o sufrir las consecuencias. Por esto, ninguna marca pudo hacerse de la vista gorda ante aquella búsqueda de comodidad que él presenció en el metro de Nueva York.

Además, cada producto va dejando enseñanzas vitales para la innovación; incluso, la irrupción de las tenis impactó en la fabricación del resto de calzado.

“De las tenis aprendimos que los forros sean textiles, las suelas de hule y los cueros muy suaves; sin perder por esto la belleza y delicadeza. Ya las suelas no son de cuero rígido como antes”, aseveró.

“Tomamos esos valores de confort y comodidad, que vimos que las tenis aportan, y los llevamos también a los zapatos de tacón alto, las sandalias y todo el universo de calzado femenino”, agregó.

Ejemplo vivo de esta situación es que marcas de lujo que, además históricamente han sido muy cerradas respecto a las prendas que ofrecen, como Louis Vuitton, Gucci y Prada o renombrados diseñadores europeos, han dirigido sus esfuerzos a generar su propio calzado deportivo.

“Hoy en día usted puede ver a ejecutivos de Wall Street usando trajes enteros de marcas italianas de miles de dólares con zapatillas deportivas. También hay grandes personalidades, influencers como las Kardashian, que han incorporado el uso de zapatillas de inspiración deportiva en su día a día; no solo por la comodidad que representan, sino porque se han convertido en un ícono de la moda”, sentenció el propietario de la marca Del Barco.

La variedad de calzado existente en el mercado y la fiebre de muchos coleccionistas no es algo vano, pues los zapatos son la prenda más importante de una mudada completa, considera Del Barco.

“Una persona puede estar con un jeans equis, el que sea y una camiseta blanca, que si lleva un buen par de zapatos se verá siempre bien vestido. El zapato es un reflejo de la personalidad, es un elemento diferenciador de cada ser humano”, comentó.

De acuerdo con el modista, siempre hay un ícono de calzado que representa a las generaciones y, sin duda, en este momento histórico, se trata de las tenis.

“En los años 60 las mujeres estaban muy representadas por lo que hoy llamamos el stiletto, que es un zapato alto, delgado y de punta italiana. Jacqueline Kennedy o Marilyn Monroe, siempre los usaban”, comentó.

“Soy ochentero y creo que el estilo que nos marcó fue el mocasín, especialmente el llamado Penny Loafer. Era de puro cuero, sin forro, con una suela gruesa también de cuero. Se le ponía como una monedita, como el centavo estadounidense que se le llama penny, y loafer que es mocasín”, añadió Del Barco.

Niño fiebre de las tenis hoy es un coleccionista con más de 300 pares

Carlos Valenciano nació en San José; cuando él era niño, sus papás construyeron en Escazú, cuando había más cafetales que casas lujosas y grandes empresas. En aquel momento solo tenía un vecino.

Sus padres son abogados, profesión que heredó también su hermana menor. Esto le generó una presión tácita, que lo llevó a estudiar dos años y medio odontología, aunque definitivamente ese no era su camino. Salió de la carrera y se movió a diseño publicitario, en el que se graduó.

“Mis papás la lucharon mucho, entonces sí había esa presión de que estudiara algo que tuviera un buen mercado laboral. Creo que por eso estudié odontología, que al menos lo veía como algo más manual. Pero yo siempre me veía así tatuado, tenía piercings y hasta tuve el pelo pintado. Yo decía: ‘Mae, no puedo ser doctor, esa no es la vida que puedo tener’”, comentó Valenciano.

Sin embargo, tampoco ejerció la segunda carrera por la que optó, pues cuando estaba por finalizarla ya estaba muy inmerso en el mundo del calzado. En esa época, abrió una tienda de tenis y ropa importadas de Estados Unidos, que tuvo durante cinco años.

Para esos años mozos, su vida transcurría entre patinar y hacer grafiti. Siempre fue un fiebre de las tenis y buscaba los pares más raros, el estilo que no tuviera nadie. Su pasión empezó muchos años antes de recibir la etiqueta de sneakerhead, cuando tan solo era un mae al que le gustaban los zapatos.

“Llegaba a la casa con un zapato nuevo y mis tatas eran como: ‘Otro, ¿qué va a hacer con eso? ¿Cómo gasta tanta plata?’. Irónicamente, después mi amor por los zapatos y el conocimiento que tenía, me da la oportunidad de entrar a manejar marcas, que es un mercado muy duro que nadie enseña”, aseguró.

Posteriormente, en el 2014, es contratado por Cimo, una empresa costarricense que maneja las franquicias en Costa Rica de las marcas deportivas más importantes del mundo. Allí fue gerente de marca por dos años.

Ya en el 2017 dio otro gran salto dentro de la industria que lo apasiona, cuando fue contratado directamente por Adidas y Reebok para manejar las marcas en Costa Rica. Después de su paso por la industria del calzado, entró de lleno a la producción de todo tipo de eventos, oficio al cual se dedica actualmente.

Paralelo a esto, también tiene su negocio de venta de artículos de limpieza de zapatos y es propietario de Tico Sneakerhead, que es el medio de difusión costarricense más relevante en esta cultura y que, además de crear contenido, realiza actividades en el país.

“Con el covid-19 se nos puso difícil a todos. La productora en que trabajaba cerró, no podíamos hacer eventos. Las tiendas estaban cerradas; entonces, no me recibían los productos. Opté por irme a Estados Unidos y allí trabajé con la empresa de unos amigos. Yo era una pieza importante entre los gringos que no hablaban español y todos los latinos que producían”, afirmó.

Pero su pasión no solo lo hizo transitar por negocios y empresas, sino que, primordialmente, lo convirtió en un cazador de tenis por el mundo, que hoy es todo un referente entre los coleccionistas de la región.

El primer par para el que ahorró y se aventuró a comprar fue un Jordan III. Adquirirlos fue realmente una aventura, pues en ese momento no existía tanta facilidad para contactar con revendedores. Únicamente se guio por sus amigos, contactó al vendedor por correo y quedó de verse en un punto en Nueva York.

“Terminamos, fuimos a comer por ahí y el mae me invitó a ver los zapatos que tenía. Era una locura, como ver esto (su colección), pero de puros zapatos nuevos que estaban buscando revenderse. Ahí, me explotó la cabeza y cambió toda mi perspectiva”, narró con emoción.

Desde ese entonces comenzó una travesía que no para ni parará, asegura, pues se ve incluso en la tercera edad luciendo con orgullo el streetwear y sus tenis de colección. Aunque no lleva la cuenta exacta, tiene más de 300 pares de tenis de diversas marcas y estilos.

Como regla, todos los ha usado al menos una vez y, a excepción de algunos que tienen un valor emocional, no tiene problema en vender algunos pares propios e ir rotando su extensa colección.

“Mi colección no existe porque yo salí ayer a comprar zapatos y me gasté toda mi plata. Esa no es mi realidad. Acá hay pares que tienen 15 años, que en algún momento eran importantes y hoy volvieron a serlo. Yo crecí bien, pero nunca me sobró la plata para ir a comprar tantos zapatos. Aproveché un momento donde no valían tanto como hoy”, relató.

Hoy, gracias a su labor de difusión en Tico Sneakerhead, muchas de las grandes marcas de calzado deportivo trabajan con él. Por dar un ejemplo, hace poco Nike lo llevó a Colombia al evento de lanzamiento de las Balvin III y allí compartió con el propio J Balvin; cosas que fueron impensables para él en sus inicios.

Las preguntas rápidas de ‘Sneakerheads’ a Carlos Valenciano

Marca favorita:

Nike

Par o silueta favorita:

Jordan I

Valor total de la colección:

Es complicado porque por mes me entran tres zapatos. Creo que, aquí, en mi casa, hay por lo menos $70.000.

¿El par más extraño?

Adidas JS Bones Jeremy Scott Flintstones. Este lo usaba Lil Wayne y yo lo veía mucho en los videos. Pagué muy poco por ellos.

¿El par más caro?

Unos New Balance tipo 2002R en los que colaboraron Jeff Staple y Stan Birch. Ese zapato nunca salió a la venta, solo hay ocho pares en el mundo. Lo lanzaron en el 2023 en ComplexCon. Uno tenía que subir y participar de un concurso para ganárselos. Empecé a ver las preguntas y me las sabía todas; entonces, tuve que participar, aunque me dio pena. Muchos compas del gremio me apoyaron. Tiraron las preguntas, las pegué todas y me dieron el par. No hay una reventa confirmada, pero en grupos se vende en $14.000.

¿A qué diseñador admira?

Para mí, el número uno es Ronnie Fieg, que es el creador de Kith. Ese mae no puede fallar y colabora con todo el mundo: Nike, Adidas, New Balance, Asics…, todo. El mae no falla.

¿Alguna vez se arrepintió de una compra?

No.

¿Le han metido algún zapato falso?

No. Lo más cercano es uno que me regalaron, para que hiciera contenido sobre cómo identificarlos.

¿Compraría unas tenis falsas?

No. Imagínese yo que hago contenido sobre todo esto y con la credibilidad que tengo, si anduviera un fake me comerían vivo. Yo respeto a la gente que no entiende por qué uno paga cierta cantidad de dinero si hay imitaciones baratas, pero son prioridades. Además, las tenis falsas afectan al mercado, hasta en cómo nos ven las marcas como país y qué deciden traer.

Las tenis que no compró de niño dieron paso a una colección de $100.000

Emerson Cubero es un josefino, del este de la capital, pues toda su vida ha vivido en lugares como Guadalupe o Moravia. Es el mayor de cinco hermanos y, confiesa, el “niño problema” de la familia que creció con la rebeldía de MTV.

Su papá es de Limón y su mamá de Sabana Norte. En sus primeros años jugaba con sus primos maternos en el parque La Sabana y, cuando le tocaba visitar a sus primos paternos, en la provincia limonense, el plan era de jugar básquetbol.

Fue en esa provincia donde descubrió el gusto por la cultura del baloncesto. Eso sí, para su adolescencia lo jaló el skateboarding y vivió los años 90 maniobrando encima de una patineta. Ya desde ahí su gusto por el calzado se manifestaba en deseo, pues el factor económico no lo dejaba materializarse.

“A mí me pasaba lo mismo con las tenis de baloncesto que con las de patinar: no tenía plata para comprarlas. Recuerdo que las primeras tenis que conseguí para patinar fueron unas Adidas Campus que se las compré a un amigo que ya las tenía no de segunda, sino como de tercera mano; estaban hechas leña”, narró Cubero.

Asegura que nadie le enseñó a coleccionar pero, curiosamente, recuerda que uno de sus abuelos tenía una pared llena de latas de todo tipo y un tío tenía una colección de gorras. Además, su mamá es dueña de una colección “gigante” de muñecos ojones, que es motivo de bromas en la familia.

“Cada vez que yo llego a la casa, ella tiene otro muñeco nuevo. Y yo le digo: ‘Ma, ¿otro muñeco más?’, y ella me molesta y me dice: ‘¿Y usted? Otras tenis más y nadie le dice nada’. Es un cagadón de risa”, relató el coleccionista de 45 años.

La historia de Cubero es peculiar, pues la mayor parte de su vida no coleccionó y esto fue más bien un proyecto de adulto, con las metas ya claras. Al salir del cole, lo suyo más bien era tocar la batería y jugar a la banda de garaje con sus amigos.

Sin embargo, la vida rockstar no lo consumió y estudió Publicidad y Administración en la Universidad Latina. Actualmente, es gerente de ventas en la compañía Tech Data, donde trabaja hace 15 años. Allí le da servicios a Lenovo, la cuenta más grande a cargo de esta empresa.

“Era bien malo para la mate y ciencias. Cuando salí del cole, dije: ‘Quiero estudiar algo que no tenga absolutamente nada que ver con números’. Fue ahí que estudié Publicidad. En ese momento era complicado entrar a una agencia y no me podía dar el lujo de no trabajar; entonces, entré a trabajar en un banco”, comentó el publicista.

Es más, varios años antes de entrarle a la fiebre sneakerhead, formó su familia junto a su pareja. Cubero es padre de un niño de 12 años llamado Santiago, que heredó la misma pasión por las tenis que su papá.

“Todavía está muy pequeño, digo yo, como para que tenga su propia colección porque va creciendo y es vara. No voy a comprarle un par para que en tres meses me lo deje botado (risas)”, detalló.

Durante su juventud conoció a Carlos Valenciano, lejos del universo del calzado. Ambos coincidieron en una banda de hardcore punk llamada Confrontación, que estuvo activa entre el 2005 y el 2012. Con esta agrupación lanzaron tres discos e incluso hicieron giras a varios países de Latinoamérica.

Desde ese tiempo surgió la amistad entre ambos y, aunque Cubero aún no había comenzado a coleccionar, siempre tuvo esa afinidad por la cultura del calzado, lo cual lo unió mucho con Valenciano.

“Siento que las tenis te dicen mucho de los gustos y la personalidad de la gente. Conforme fuimos cambiando de faceta, utilizamos tipos diferentes de tenis”, expresó.

Las primeras tenis que lo hicieron sentirse un coleccionista fueron unas Jordan VI Infrared, que salieron al mercado por primera vez en 1991, cuando Michael Jordan quedó campeón de la NBA por primera vez, vistiendo la casaca de los Chicago Bulls y con este modelo en sus pies.

Según relata, cuando era un niño, su familia no tenía la capacidad económica para comprar tenis Jordan, pero sí le tocó ver a amigos y conocidos usar esos zapatos que él tan solo anhelaba. Específicamente, deseaba con locura aquellos Jordan VI, pues había empezado la fiebre por la NBA. Sin embargo, tuvo que conformarse con verlos en los pies de Pablo, un amigo del barrio.

Fue hasta el 2020, recién iniciada la pandemia y cuando ya tenía 40 años, que se sintió con la estabilidad económica para “regalarle” a ese niño que fue las tenis que tanto soñó.

“Ese es el par del que nunca me desharía o si se me deteriora, trataría de conseguir otro igual. Ni siquiera es mi silueta favorita ni es el par más cool de usar, a mucha gente no le gusta. Pero comprarlo fue como decirle a mi yo de cuando era niño: ‘Sí lo pudiste lograr’”, reveló con orgullo.

Este autorregalo significó el inicio de su colección, la cual empezó aceleradamente, pues, en tiempos de aislamiento, comprar tenis se convirtió en su pasatiempo para matar el aburrimiento.

“Me comencé a llenar de tenis y tenis, y ya no tenía espacio. Ya cuando uno compra muchos pares, el espacio se convierte en un problema. Podría decir que ahora tengo una colección controlada y no compro todo lo que salga o que tenga una expectativa muy alta; soy más selectivo”, confesó.

Posteriormente, compró su casa y mandó a hacer un mueble con doble propósito: albergar sus tenis y poner un límite a su colección. Actualmente, tiene 75 pares y todos los utiliza. Cuando desea adquirir uno nuevo, se desprende de otro.

“En Costa Rica hay mucha humedad y ese es el enemigo número uno de las tenis. Si uno las quisiera conservar tendría que tenerlas en un ambiente totalmente seco, con condiciones controladas. Uno de los pares, que es de los más viejos de la colección, se está viendo que la suela se va quebrando por el poco uso. Si no usás el par, al final es una inversión que vas a perder”, explicó el coleccionista.

En Cubero, al igual que en sus colegas, la afición por el calzado deportivo no solo se refleja en comprar pares, sino en el afán voraz por conocer sobre la historia y tendencias de estas prendas. Prácticamente, los coleccionistas sneakerheads acaban convirtiéndose en enciclopedias andantes de marcas, estilos, materiales y un sinfín de datos relacionados con estos productos.

“Todo par tiene su propia historia. Además, hay muchas marcas que no solo tienen su propia historia, sino que también tienen tecnología especial y eso nos lleva a querer conocer cómo se desarrolló. También entran personajes, celebridades y personas que colaboraron. Uno quiere investigar y, por eso, termina viajando a eventos importantes de la cultura”, aseveró.

Este mismo conocimiento y pasión lo llevó a convertirse en creador de contenido. En sus redes sociales, además de dar información sobre tenis, trata de asesorar a las personas sobre cómo vestir y armar outfits de acuerdo a las tendencias.

“Yo le recomiendo siempre a la gente que compre lo que le guste, no se vaya por la tendencia, porque ahí es donde usted forma su personalidad. Nunca se endeude por un par de tenis nuevas, mejor espérese y ahorre. Y no se desespere ni se precipite por un par, porque los pares siempre llegan en algún momento y con un buen negocio”, comentó.

Las preguntas rápidas de ‘Sneakerheads’ a Emerson Cubero

Marca favorita:

Nike

Par o silueta favorita:

Air Jordan IV

Valor total de la colección

Cerca de $100.000 si conservara todos los pares

¿El par más extraño?

New Balance 57/40. Es una colaboración con el artista Joshua Vides, y el concepto destaca a los contornos del diseño como si estuvieran resaltados con marcador. No tiene un precio exorbitante, pero lo conseguí en ComplexCon en Las Vegas; solo ahí salió y fue una cantidad limitada de pares.

¿El par más caro?

Yo tuve un Jordan I Travis Scott. Esa silueta tiene como peculiaridad que el swoosh (logo de Nike) lo tiene al revés. Lo conseguí en la tienda bodega justo cuando salió y fue una coincidencia. Actualmente, en reventa debe estar entre $2.200 y $2.500. Yo lo vendí porque no lo iba a seguir usando.

¿A qué diseñador admira?

Ha tenido muchos problemas por su personalidad, pero para mí es Kanye West. Ha sido un visionario y cambió completamente el juego porque Jordan dominaba y diseñó pares que uno decía: “¿Qué es esta vara?”, pero después se volvieron una tendencia.

¿Alguna vez se arrepintió de una compra?

Sí, de hecho uno de los Yeezy de Kanye West, que se llama Yeezy Quantum. Lo quería tener porque lo quería tener. Lo compré y, al poco tiempo, bajó muchísimo; creo que me hubiera podido esperar, pero me precipité. También me arrepiento de no haber comprado unas Jordan IV Off-White Sail, que tuve el chance de haberlas comprado en $500 y ahorita cuesta por ahí de los $4.000. En ese momento lo vi muy caro y ya no lo puedo comprar, porque jamás gastaría tanto dinero por un par.

¿Le han metido algún zapato falso?

Han querido, pero he logrado tener cierta malicia. Hasta viendo fotos, uno se da cuenta de si es falso. Por dicha, no me han estafado.

¿Compraría unas tenis falsas?

No. Creo que eso le resta mérito a la propiedad intelectual. Podría ser un tema de horas y cada uno sostiene su posición. Si usted es una persona que no sabe y su capacidad económica le da para comprar un par de ¢30.000 y es un Jordan, cómprelo, porque usted no sabe. Pero si usted sabe y nada más lo hace por pretender, creo que ahí sí está mal. Hay todo un impacto económico. Mucha gente dice que Nike gana millones, pero lo hacen porque empezaron vendiendo zapatos en la calle.

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