Nadal, de las lágrimas a la derrota ante Van de Zandschulp: depende de sus compañeros para no poner fin a su carrera
Que iba a ser una jornada inolvidable se sintió desde el primer momento. Muchas veces el resultado no importa (para Nadal, en realidad, importa siempre, en el parchís, el golf o, claro, el tenis; y cayó ante Van de Zandschulp por 6-4 y 6-4), pero el adiós de Rafa en esta Copa Davis estaba para muchos aficionados y compañeros (lo dijo Alcaraz) por encima incluso de la competición. Y el balear puso a todo el Martín Carpena con los pelos de punta con sus lágrimas mientras sonaba el himno. Estaba ya emocionado y apenas pudo contenerse. Antes, David Ferrer, Pablo Martínez y Roberto Bautista, los tres valencianos del grupo, salieron por delante con la bandera de Valencia y el minuto de silencio por las víctimas de la tragedia de la DANA fue conmovedor. Dos momentos seguidos a flor de piel antes de que empezara el partido.
Porque Rafa fue el elegido por David Ferrer para disputar el primer punto de individuales de la semifinal contra Países Bajos. “Estáis listos”, había gritado el speaker. “Síííí”, se escuchó. Listos para animar a España (y una parte de la grada a Países Bajos, muy colorida y sonora), pero especialmente para apoyar a Nadal. A las cinco en punto se escuchó el primer “Vamos, Rafa”. Vendían más. Todo eso fue antes de las lágrimas.
Después, comenzó el ritual de siempre del zurdo, los saltitos en pista, unos gestos repetido cientos y cientos de veces, que ya no suele llamar la atención, pero sí esta vez. ¿Sería la última? Todo el mundo pensaba lo mismo. Por eso no era un partido más. En el calentamiento se recitó el palmarés del tenista de Manacor: los 22 Grand Slams, uno a uno, contestado con un “eh” del público. El doctor Cotorro, habitual confidente, le dio los últimos consejos, con David Ferrer, el capitán, y tocó saltar a la pista ya sí para competir.
En el primer juego, cuando logró el punto del 30-30, sacó el puño. Eso sí se sabía que no iba a ser la última vez, que habría más. Ganó su primer juego con problemas y Van de Zandschulp, también, pero porque se complicó él solo. Hizo tres dobles faltas seguidas y rozó la cuarta, con siete servicios consecutivos fallados. Sobrevivió y a partir de ahí el set era más lo que él dictaba, porque es un gran sacador.
Nadal apenas podía hacer daño al resto y con el saque en casi todos los juegos se vio 15-30. No conseguía dominar con sus golpes, mientras que el neerlandés sí lograba desplazar al español y tomar el control. Con 2-2 y 30-0, llegó de nuevo el puño al aire, pero ahora de forma repetida, en plan metralleta, marca de la casa. Eso levanta al público. Lo sabe. Lo ha hecho en tantas ocasiones...
Se va el antivibrador, limpia la pista...
Un nuevo “vamos” soltó cuando volvió a ponerse otra vez 40-40, una pequeña amenaza sofocada por su rival, para el 4-4. A Nadal se le fue el antivibrador de la raqueta lejos, pidió una toalla para secar el suelo él mismo... Anécdotas de un duelo en el que Van de Zandschulp tomó el mando definitivo en el décimo juego, con el break. La primera pelota de parcial la salvó el balear con veteranía, poniendo bolas para que su rival temblara. Con la segunda, no lo hizo.
La inercia no cambio en el arranque del segundo parcial, del revés para el español con una nueva rotura en contra. La afición ya se dedicaba más a festejar al ídolo, pasara lo que pasara. “Eres único”, le decían. Y también algún “sí, se puede”. Pero no se pudo. El ganador de 22 “Grandes” notó la falta de ritmo (no juega un partido oficial desde los Juegos de París, en agosto) y su derecha se estaba quedando demasiado corta. Todavía se agarró al encuentro en un tercer juego del segundo set eterno, cerrado con el punto de la tarde, en el que se sacó un “gancho” desde el fondo para responder a un globo del neerlandés y conseguir rematar después. Otro “vamos”, el gritazo. Y especialmente intentó otra de sus hazañas cuando, con 1-4, remontó una de las dos roturas que ya tenía en ese parcial. Seguía concentrado, incluso pidió calma después de que el neerlandés fallara un primer saque. No quería ruido en ese momento. En el imaginario colectivo, la remontada estaba en camino... Muchas veces con este deportista no es sólo lo que consigue, es lo que todo el mundo piensa que puede conseguir a la más mínima esperanza, con un punto, con un brazo levantado. No estuvo tan, tan lejos, con el 3-4 y 0-30, pero le faltó energía a Nadal para ir más allá y le sobró templanza a Van de Zandschulp para sacar bien en ese momento de apuro. El último juego lo vivió casi de pie David Ferrer en medio de los ensordecedores "sí, se puede". El último punto de Nadal fue una derecha a la red. Qué más daba. Esta tarde el resultado daba lo mismo (aunque a Rafa, no). El resumen llegó desde la grada: “España te quiere”. "Gracias".
Perdió Rafa, pero él, casi siempre salvador, esta vez se puede agarrar a sus compañeros. Si Alcaraz derrota a Griekspoor y después se imponen en el dobles, su carrera todavía no habrá terminado.