A falta de cuatro días para que se cierre el mercado de fichajes invernal, el caso Dembélé sigue enquistado. Los deseos del futbolista francés, que siempre que se cruza con Xavi le reitera que quiere quedarse, no concuerdan con las exigencias de su representante, Moussa Sissoko, que no está dispuesto a renunciar a una cuantiosa prima de fichaje y juega con la carta de libertad que obtendrá el 30 de junio para negociar cifras obscenas con otros clubes. Sissoko está dispuesto a que Dembélé renueve con el Barça pero en las mismas condiciones que le ofrecen clubes como el PSG, el Newcastle, el Manchester United, la Juventus o el Chelsea. Y la opción de pasarse medio año sin jugar no le asusta ni le afecta lo más mínimo.
En el último encuentro que mantuvo con Mateu Alemany, director de fútbol del club catalán, el agente exigió 30 millones de euros brutos por temporada (una ficha superior a la que cobra actualmente), más variables en función de los partidos jugados. A esta cifra habría que añadir 15 millones para él y otros 30 en concepto de prima de renovación para el futbolista. Cifras inasumibles para la maltrecha economía de la entidad que preside Joan Laporta, que ha descartado volver a ver a Sissoko y ha exigido la salida inmediata del futbolista francés.
Sissoko se encuentra en la Ciudad Condal, en un último intento de reconducir una negociación que se ha pervertido tras las presiones del Barcelona para forzar la ampliación de contrato. Una práctica habitual bajo el mandato de Joan Laporta, que en su primera etapa en el club azulgrana forzó la salida de Dani García Lara y Roberto Bonano, dejándoles sin ficha, apartándoles del equipo hasta que aceptaron marcharse en diciembre, y recientemente con Ilaix Moriba, que al no querer renovar su contrato, que expiraba en 2022, descendió al filial y pasó a ver todos los partidos desde la grada hasta que aceptó ir traspasado al Leipzig.
«Llegó Laporta a la presidencia con Rijkaard como entrenador y me dijo que yo iba a ser una de sus bajas. Me dejaron entrenando solo, al margen de mis compañeros, hasta enero. Aquello no era justo y denuncié al Barça por mobbing. Antes de que se celebrase el juicio, alcanzamos un acuerdo, me dejaron marchar y fiché por el Zaragoza. Pero esos seis meses apartado, me dejaron secuelas psicológicas de cara a los siguientes años», rememoraba, dolido, Dani García Lara.
Dembélé, en cambio, no está dispuesto a dejarse presionar y afronta con entereza la posibilidad de pasarse lo que queda de temporada sin jugar, aunque no está claro que vaya a ser apartado del equipo. Aunque Xavi le ha dejado fuera de las dos últimas convocatorias por orden expresa del club y asegura que no contempla otro escenario que no sea una salida en los próximos días, priorizará la convivencia en el vestuario si finalmente no pueden deshacerse del extremo. Si no, entraría en contradicción. «¿Dembélé a la grada? Soy muy claro en eso, si tiene contrato tiene que jugar, también por imagen del club. No valoro esa opción, no la contemplo», aseguraba a principios de diciembre.
Un rebelde habitual
Ha encontrado un mal enemigo el Barcelona en el talentoso atacante, habituado a los conflictos y a los pulsos. Se lo echó al Rennes para poder fichar por el Dortmund y un año después se declaró en rebeldía para firmar por el club azulgrana. Bartomeu elogió la decisión del galo sin contemplar que un rebelde lo sigue siendo independientemente de los colores que defienda. Y Laporta, que aseguró que «Dembélé es mejor que Mbappé» se ha topado con la exigencia de su representante, que le exige un salario mejor que el del delantero del PSG. Necesita el Barcelona la renovación o la salida de Dembélé esta semana para poder fichar a Álvaro Morata, al que la inminente llegada de Vlahovic a la Juventus podría permitirle recalar en el Camp Nou. La masa salarial ahoga al club catalán y el francés tiene la llave para aligerarla. Newcastle o PSG podrían solventar la papeleta y llevárselo seis meses antes de lo previsto.
