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Iñaki Urdangarin, el príncipe que acabó siendo rana

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Todo comenzó en 1996 como un cuento, con un romance entre una infanta y un deportista en la fiesta en que celebraron la medalla de bronce del equipo de balonmano en los Juegos Olímpicos de Atlanta. El compromiso tuvo lugar un año después. La boda en la catedral de Barcelona respondió al glamur que se esperaba de tan relevante evento: ella, con un vestido de seda valenciana con la flor de Lis como motivo, de Lorenzo Caprile, luciendo la diadema de la Reina Sofía y los pendientes de la Reina Victoria Eugenia. Luego llegaron cuatro hijos: Juan, Pablo, Miguel e Irene. Y un escándalo económico que nos hizo descubrir, con asombro, que el supuesto príncipe azul había salido rana. Se dieron el «sí, quiero» el 4 de octubre de 1997 - AGENCIAS Las irregularidades de la construcción del polideportivo Palma Arena, con 50 millones de euros ‘perdidos’, arrastró al ex duque de Palma a un juicio que asestó un duro golpe de la Casa Real, que inmediatamente marcó distancias y puso fin al ducado de la hermana de Felipe VI. La propia Cristina de Borbón se vio obligada a declarar en el juicio. Las acusaciones de evasión de impuestos, fraude fiscal, prevaricación, falsedad documental y malversación de caudales públicos por el llamado caso Nóos se saldaron con una condena de cinco años y diez meses. Iñaki Urdangarin pudo elegir cárcel y escogió Brieva (Ávila). Tras quince meses de reclusión, en los que recibía las visitas de su esposa, logró la semilibertad que le permitía ir a dormir a su casa. Con sus hijos - GTRES La pareja, que en 2009 había vivido tres años en Washington, decidió ‘exiliarse’ en Suiza en 2013 aprovechando un cambio de responsabilidades de Doña Cristina en su trabajo en la Fundación La Caixa. Expulsados del Olimpo real, emprendieron una vida de perfil bajo que venía a confirmar lo que los más allegados reconocían como un amor resiliente que se imponía a las desgracias, a los momentos más duros y una caída en desgracia social que los condenaba al ostracismo. Un duro golpe Además, en Ginebra, su nueva residencia, lograban escapar a la atenta mirada de la prensa del corazón que seguía sus pasos, hasta que la revista ‘Lecturas’ ha conseguido la ansiada noticia de la que se hablaba en los mentideros desde los tiempos en que Iñaki mandaba supuestos correos firmando como ‘duque empalmado’: Urdangarin estaba rehaciendo su vida sentimental sin que su esposa y sus hijos estuvieran al corriente de una situación que deja a la familia definitivamente rota. Tan rota como la propia Cristina, como comentan fuentes cercanas a una mujer que soportó lo indecible por amor y ha recibido una traición como paso a su apoyo incondicional. Tras este final infeliz, llegan las escenas poscréditos con los interrogantes: ¿Habrá divorcio? ¿Se dirimirá en Suiza o se someterá a la jurisdicción española? ¿Cómo quedará la custodia de Irene, la hija menor de 16 años? ¿Cobrará Iñaki la pensión compensatoria al no tener ingresos declarados (aunque cobrará una prestación por excarcelación de 400 euros cuando cumpla su condena)? ¿Obtendrá Cristina un trato diferente por la Casa Real? ¿Los sobrinos del Rey, sin culpa alguna en todo este proceso, recibirán alguna muestra de apoyo por parte de sus tíos? ¿Terminará en boda la relación del ex-Duque de Palma con Ainhoa Armentia? Lejos de calmarse todo tras saltar la noticia, empieza el verdadero culebrón. Lo único claro es que, con Urdangarin fuera, la Casa Real respiraría tranquila; se quitarían un peso de encima.
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