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Todo el mundo feliz con los éxitos de Jakobsen

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Deporte de enorme contenido emocional, ligado siempre al sentimiento, el ciclismo se congratula con los éxitos en la Vuelta a España de Fabio Jakobsen. En La Manga, donde mueren los peces en el Mar Menor por la inacción política, se impone de nuevo el ciclista neerlandés, el tipo que recibió hace un año la visita de un sacerdote en la UCI de un hospital polaco mientras se debatía entre la vida y la muerte. Potencial pasajero de una desgracia irreparable, Jakobsen se reconstruyó física y mentalmente para olvidar la terrible caída en Polonia, las noches en la UCI, los pensamientos lúgubres e inevitables. Sin miedo a los esprints, el velocista del Deceuninck se rehabilita como ciclista en la Vuelta. Entre los dos mares de La Manga todo el mundo está feliz. Vuelve a ganar Jakobsen. En sábado de playa y vacaciones, el final de etapa en la ronda admite cierto riesgo. Solo hay una carretera, como un hilo visible, que cruza esa cuerda de arena en La Manga. Unos metros más allá de la meta donde Jakobsen impone su potencia y velocidad, en la oficina permanente y la sala de prensa, la calzada se estrecha hasta que los dos mares quedan separados por apenas cien metros de lengua de tierra. De un lado, el Mar Mediterráneo, con sus bañistas sin masificar. Y de otro, el Mar Menor, foco de un problema ecológico en la zona. Mientras los ciclistas avanzan por la autovía que conduce a La Manga, un grupo de mujeres vestidas de negro, protegidas del sol incesante con un paraguas negro, anuncian el conflicto. ‘SOS Mar Menor’ advierten sus carteles. Se trata de la muerte masiva de peces en el Mar Menor por la entrada de agua dulce que los deja sin oxígeno y de los nitratos procedentes de los cultivos cercanos. Es el tema de conversación en el chiringuito Playa Chica, donde sirven raciones de arroz caldero de sabor espectacular. La Vuelta es una plataforma colosal de expansión del turismo y la geopolítica, y también los pequeños desastres medioambientales que se conocen a su paso. Los ciclistas van como maletas por el mundo. Atentos a los libros de ruta, los perfiles de las etapas, los datos técnicos de la jornada, las indicaciones del pinganillo o los registros del potenciómetro... La Manga es un destino con solera en la ronda española. Debutó hace 54 años, 1966, conoció el esplendor de Freddy Maertens (el velocista que ganó 13 etapas en 1977, incluida esta), saboreó la clase del italiano Roberto Visentini vencedor de un prólogo en 1980 y cerró su cauce de apariciones en 2018 con el triunfo del velocista francés Bouhanni. La fuga a tres Por la paralela a la costa se genera la carrera alternativa de cada día. Escapan los tres españoles con invitación, un Burgos-BH (Ander Okamika), un Caja Rural (Aritz Bagües) y un Euskaltel (Mikel Iturria). Carne de cañón que no desespera y que cumple su expectativa. Producen horas de televisión, retorno para el patrocinador, presencia como marca y todas esas cuestiones relacionadas con el marketing y la inversión. Los tres equipos se marcan y el inicio de cada etapa les pertenece. Tienen que estar los tres con representación en la fuga. De lo contrario, el trabajo sordo para cancelar la iniciativa aviva el ritmo del pelotón. La etapa invita a la siesta porque nada pasa, salvo la tensión que muestran los equipos de los líderes a 40 kilómetros de la meta. Aire de costado, sin la suficiente fuerza para romper en abanicos, pero con la intensidad para desequilibrar a las escuadras, que desde hace años corren como las bisontes, agrupados en manadas. En los kilómetros de entrada a La Manga, con la fuga clausurada, los líderes buscando protección en la cabeza, los velocistas lanzando a sus gregarios y el público bañista agolpado en los bordillos con los móviles se atisba la caída multitudinaria. Aunque la Gran Vía de La Manga es estrecha, Deceuninck opera con diligencia. Es un equipo con una fiabilidad apabullante. Donde pone el ojo, pone la bala. El francés Senechal lleva de la mano a Jakobsen, igual que se tiró a salvarlo en Polonia y a levantar su cabeza para que no tragase más sangre. Lo deja listo, al punto de cocción. A toda velocidad, para un último impulso. El holandés sale del escondite, coge el centro de la calle y no desfallece. La segunda victoria. Senechal, 28º en la llegada, lo celebra en la distancia. «Me salvó la vida, me cuida en los esprints, es muy especial para mí. Le estaré agradecido por siempre», elogia Jakobsen, que ahora persigue el maillot verde. Después de cuatro esprints, la Vuelta se adentra en la alta montaña. Asoma un puerto Tour final de etapa, Velefique. Carretera larga y tendida. No se inmuta Primoz Roglic, relajado y feliz en apariencia. «¿Si mi equipo está peor que otros años? Bueno, lo veremos en los próximos días. Yo confío en mis chicos, estamos preparados y yo también lo estoy. Vamos a luchar para ganar la Vuelta», comunica antes de la exigente jornada de hoy.
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