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El ajedrez croata termina en tablas

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PESTAÑA grupof-marruecos-croacia-mundial2022 Crónica 4 El Mundial del 70 fue el del fútbol samba. El del 90, el del catenaccio. Este amenaza con ser el de sobarla para nada. Marruecos y Croacia lo escenificaron a la perfección. No las triangulaciones que hicieron campeonas a España y Alemania; no. El mismo concepto, pero ya con receta para defenderlo y que tiene como resultado rondos eternos. La potencia sin control no sirve de nada, decía el anuncio de Pirelli, y el toque sin disparo, tampoco. FICHA DEL MARRUECOS - CROACIA Marruecos: Bono; Achraf, Naif Aguerd, Romain Saiss, Mazraouni (Yahia Attiyat, min. 59); Ounahi (Sabiri, min. 80), Amrabat, Selim Amallah; Hakim Ziyech, En Nesyri (Hamdalla, min. 80), Boufal (Abde, min. 64) Croacia: Livakovic; Juraovic, Lovren, Gvardiol, Borna Sosa; Modric, Brozovic, Kovacic (Majer, min. 78); Perecic (Orsic, min. 89), Kramaric (Livaja, min. 70), Valsic (Pasalic, min 46) Árbitro: Fernando Rapallini (Argentina). Amonestó a Amrabat. Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada del Grupo F. No es que salieran balcánicos y magrebíes reservones; es que se conocen los estilos. Dos planteamientos valientes se anularon así para dejar sin goles una apuesta que merecía más gol, que al fin y al cabo en eso consiste el fútbol. El resultado, empate a cero entre dos equipos muy curtidos, un resultado que solo peligró cuando empezó a escasear la fuerza, se redujo la intensidad en la presión y llegaron los errores más forzados. Así, y gracias también a la ambición marroquí, aparecieron la emoción e incluso algunas ocasiones en el segundo tiempo. Pero de goles, ni rastro. En un primer tiempo igualado, los destellos de Modric y las andanadas desde lejos de Pericic reivindicaban a la subcampeona, pero su rival no sufría. Rondos, toque, triangulación y tostón, con los porteros como espectadores y un Marruecos que ni de libre directo, pese al guante que tiene Acharf Hakimi en la bota, conseguía que Livakovic calentara los guantes. Los de Regragui , que al final se atrevió con un sorprendente 4-3-3 más valiente que el sistema que hizo bandera su antecesor, Vahid Halilhodzic, y que el fútbol del que él mismo hizo gala, trataban de explotar una de sus armas: las transiciones rápidas. Pero la medular croata sigue siendo sólida y dos estrategias más similares de lo que se esperaba se anularon. Solo un detalle de emoción: la parada de Bono al borde del descanso, que despejó con la pierna el remate a bocajarro de Borna Sosa. Marruecos recibía de su medicina: el disparo de un lateral proyectado, pero el portero sevillista se hizo enorme en el área pequeña. Fue el único tiro entre los tres palos de todo el primer tiempo. Echó mano en el descanso Zlatko Dalic de Mario Pasalic para tratar de deshacer el atasco, pero si no se conecta con la delantera da igual quién lleve el nueve, sobre todo ante un Marruecos que salió decidido a imprimir un nuevo ritmo al partido adelantando la línea de presión. Tuvo su premio con un testarazo de Mazraouni, que de paso se cayó mal y terminó pidiendo el cambio, y su respuesta con una contra conducida por Modric y otro remate de córner en el que Bono evitó el tanto. De pronto el partido era frenético; un correcalles de los que no les gustan a los entrenadores pero emanan emoción. Todo muy divertido, pero no duró ni diez minutos. Después, de nuevo calma chicha. Si un plan no funciona, a veces conviene recurrir a otro. Así lo debió pensar Modric cuando comenzó a abrir el juego a banda. Pero si alguien estaba cerca del gol era Marruecos, otra vez encomendado a la bota derecha de Hakimi, que de nuevo a balón parado, esta vez libre indirecto, obligó a Livakovic a despejar de puños. El duelo se animaba de nuevo y la entrada del hispanomarroquí Abde por Boufal demostraba que Regragui quería más. Dalic, por su parte, probaba a ver si con un gladiador como Livaja rascaba algo. Algún córner, alguna aproximación… Pero nada más. La ambición por dos puntos neutralizada por el miedo a perder uno. Los leones del Atlas se han hecho futbolísticamente mayores. Los balcánicos, tal vez mayores a secas. Modric, que tuvo en Amrabat a su sombra, trató de jugar a lo Fischer sobre el tablero croata, pero le salió Karpov y acabó frustrado, como Carlsen, con las tablas.

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