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El Betis Baloncesto gana una lucha de gigantes y se planta en la final por el ascenso (82-86)

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Creer, querer y poder. El corazón del Betis Baloncesto sigue bombeando. Y con qué fuerza. Derrochando compromiso, talento a espuertas, mentalidad a prueba de bombas y capacidad de resistencia cuando más le apretaban, aislándose de todo el ruido externo, que era mucho en la Caja Mágica. Mezclando todos esos ingredientes en la probeta, el equipo de García de Vitoria logró la fórmula perfecta para pegarle el zarpazo al Movistar Estudiantes dejándolo en la cuneta y aupándose hasta la final por el ascenso de este domingo (17:30 horas). Titánico, irreductible y por momentos hasta heroico, este Betis diseñado el pasado verano a contrarreloj, pero revestido desde el principio de una ambición que rehuyó toda excusa, se encuentra a un partido de volver a la ACB. A uno sólo. Marchó a Madrid con la misión de subir dos puertos de montaña y ya ha hecho cima en uno . Queda el segundo, que será igual de escarpado o más incluso. Otra batalla del mismo calibre por lo menos. Al Estudiantes lo neutralizó con una defensa soberbia en el primer tiempo, el hilo conductor del triple todo el metraje (13/27) , con resistencia en los peores momentos y, siempre, guiado por ese factor diferencial llamado Mark Hughes , otra vez superlativo: 28 puntos, 4 rebotes, 2 asistencias, 8 faltas recibidas y 41 de valoración para poner a su equipo en la finalísima de Madrid. Desencadenado comenzó Hughes, acertando sus tres primeros triples, sin fallo, para subir el 5-9. López de la Torre también se animaba y disparaba a su equipo hasta el 7-12 con todos los puntos sumados desde la frontera perimetral, donde el Betis tiene la mejor dinamita. La defensa verdiblanca era, además, excelente en los ajustes , cercenando las opciones en el pick&roll de Granger. Un mago sin varita. Tunde, tras posteo y bandejita, doblaba para el Betis (7-14) mientras el Estudiantes trataba de correr porque en el cinco contra cinco se topaba contra un muro. Lezcano activaba el comodín Joaquín Rodríguez , zapa para Cvetkovic. Dos canastas excepcionales de Benite taladraban el 11-18 y Radoncic, de tres, con el Betis jugando un baloncesto muy fluido y de pase extra, de mucho nivel, el 11-21. Tiritaba el Estudiantes, más perdido que un pulpo en un garaje, sin herramientas contra la granítica defensa bética, que usaba las manos, saturaba la pintura y no dejaba recibir a los perimetrales. Sin Granger en la pista, Joaquín Rodríguez se multiplicaba y absorbía todo el juego de su equipo . Uno contra cinco, mejor para el Betis, que no concedía un solo lanzamiento cómodo hasta una pérdida en media pista que propició precisamente un mate del uruguayo. Por cinco vencía el Betis (16-21), cuyo serial en el triple (5/7) marcaba claramente la diferencia. El Estudiantes subía paulatinamente el nivel físico al tiempo que bajaba el acierto en el tiro verdiblanco. Una regla de tres. El parcial madrileño se elevó hasta el 7-0 (18-21) en pleno atasco del Betis, que había pasado de la efervescencia al enredo en ataque . Menos mal que no aflojaba en la defensa del pick&roll para tener controlado a Granger, pero si no anotas tarde o temprano llega la marea y el Estudiantes, jaleado por su animosa y numerosa afición, apretaba cada vez más (20-22). Desde el 11-21, parcial 9-1. Un triple de Benite daba entonces aire al Betis y otro de Renfroe tuvo el valor de un chaparrón en plena sequía (23-30). Se aceleraba el partido, se disparaba la tensión, que se mascaba, mientras los jugadores colegiales, también su afición, metían presión a los árbitros tras falta en ataque de Alderete. Un dos más uno de Barro enardecía la Caja Mágica (28-32), pero entonces el Betis jugó largo con el yoyó de Renfroe, escaneando cada palmo del parqué hasta que con el rabillo del ojo localizó a Jelinek en una esquina (28-35) . Ya se avisó: si el checo mete el primero, se desata. Con una 'bomba' frontal puso los diez (28-38) y bajó los decibelios de la grada. Estaba clavando el Betis su plan de partido, que apuntaba a ser más largo que Ben-Hur. Granger ajustaba a ocho (32-40), mas erraba un triple a una pierna sobre la bocina, se marchaba protestando al intermedio y dejaba el 32-42 con el Betis siendo superior en el tiro de campo, el triple (9/17), el tiro libre, las asistencias y la valoración (27/50). Cabía esperar reacción huracanada del Estudiantes tras el paso por vestuarios. O su intento al menos. Amenazó Schmidt con un triple para prender la chispa (35-42), pero el Betis sujetó muy bien a su rival e incluso amplió a once, que fueron doce tras el cuarto triple de Hughes (37-49). La ansiedad se apoderaba ya de los jugadores locales porque no reducían la ventaja, porque sus porcentajes eran malos, porque Granger no se enchufaba y porque el Betis no se desestabilizaba a nivel emocional. Garino recortaba tras una pérdida de Benite a media pista, Renfroe replicaba (43-51) y Kravic, tras tiempo muerto verdiblanco, colocaba el 47-51. Por primera vez flaqueaba el Betis, que se comía un saque de fondo y concedía un rebote de ataque (49-51). Al rescate acudió entonces Jelinek (49-54) con su tercer triple, mas la solidez del Betis en defensa se estaba resquebrajando peligrosamente (52-54). El rebote era azul. En cada emparejamiento mordía el Estudiantes, campo minado su parcela. A 2,21, caía el empate de Alderete (55-55)... que deshacía Cvetkovic (55-58). Granger se iba al banco con tres faltas, las mismas que DeBisschop y Tunde . Desde el tiro libre, Hughes elevaba el 60-64 que zanjaba el tercer parcial con el partido en el túnel de la distancias cortas, muy igualado. El norteamericano seguía en combustión (60-66) y Cvetkovic , también, desquitándose de una mala defensa sobre Joaquín Rodríguez con un triple (63-69). El serbio y Tunde, tras atropello a un rival, se ponían con cuatro faltas justo cuando regresaba Granger y el rebote, con Barro percutiendo una y otra vez, ya era propiedad del Estudiantes . Esto no era un pequeño detalle sino una máscula demasiado visible. Por las fisuras del casco verdiblanco entraba cada vez más agua (67-69). Los colegiales iban a más y los verdiblancos, a menos. Con 68-69, técnica para Lezcano, puntito para Benite. De inmediato, rigurosa falta en ataque de Kasibabu y triple de Francis Alonso (71-72) en lo que era ya una batalla de lo más pasional. Benite erró tres tiros seguidos y Hughes debía volver de inmediato. Quedaban 4.40 y el mejor del Betis tenía que estar en la pista. Ya. Así lo entendió Gonzalo con 72-72. ¿El efecto del cambio? Carrera del estadounidense en transición, dos más uno absorbiendo el impacto y 0-4 de parcial (72-76). Magia. La respuesta colegial, timón de Granger, balones a Kravic y zona 3-2. No era el día de Benite, que falló un triple cómodo entre dos errores groseros de Tunde y DeBisschop . Se autoeliminaron con sendas faltas a media pista. Granger pudo empatar, pero se dejó un tiro libre y dos canastas de Radoncic y Hughes, especialmente la última, qué exuberante despliegue físico el suyo, sonaron a sentencia (77-82). A 21 segundos, sin embargo, el sufrimiento se recrudeció. Granger , que para eso es Jayson Granger, negaba la capitulación con un triple frontal que inoculaba el miedo en el cuerpo del equipo bético (82-84). Hubo tiempo muerto y el Estudiantes se equivocó. Porque dejó pasar diez segundos para hacerle la falta al crack del Betis Baloncesto, este Mark Hughes que vino casi en silencio y se ha propuesto sacar al equipo del barro de la Primera FEB encadenando una exhibición tras otra.

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