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El Betis Baloncesto se marcha a la Final Four de Madrid en busca de un tesoro (87-68)

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El Betis Baloncesto es el cuarto pasajero de la Final Four por el ascenso a la ACB que se celebrará en la Caja Mágica de Madrid el próximo fin de semana. Responsabilizado e incontenible en el capítulo definitivo de una serie tan larga y densa como apasionante, el equipo verdiblanco desplegó lo mejor de su repertorio tanto en defensa como en ataque para completar la remontada de la eliminatoria abatiendo la resistencia del Odilo Cartagena , al que dominó de principio a fin, sin titubeos ni flaquezas, esta vez con autoritario ánimo desde el cuarto inicial (30-17). Desde esa sobresaliente apertura se hizo con los mandos para ya no soltarlos. Tuvo mucho ritmo el equipo, cuajo, fue coral en el tajo pero también en las labores de derribo ( 16 asistencias, siete jugadores con al menos 10 puntos... ); controló el rebote (38/30) y no permitió que su rival le generase las dudas de anteriores episodios. El factor sorpresa ya no tenía cabida y no fue invitado a la última fiesta en San Pablo (con mucha más gente que en los dos primeros episodios del cruce) de este enérgico Betis Baloncesto que reservó sitio en la Caja Mágica, donde el sábado 7 de junio se medirá en la primera semifinal con el Movistar Estudiantes (17.00 horas). Hughes , cómo no, fue el MVP del choque con 18 puntos, cinco rebotes, tres asistencias, tres recuperaciones y 28 créditos de valoración. Desde el inicio, volcánico, deletreó el Betis sus intenciones: ganar con comodidad, esquivando el sufrimiento . Tenía prisas y Benite , hambre de puntos y triples (7-5). Una herida le abrieron en una ceja y tuvo que salir del encuentro. Atacaban el rebote ofensivo los verdiblancos y defendían también muy alto, agresivos, igualando en la telemetría a su rival. Hughes se desperezaba en el triple y enseñaba su capacidad para correr el campo, subiendo el 12-5. Con el partido aún arrancando, la valoración de uno y otro equipo era ya incontestable: 18-0. Hughes estaba inspiradísimo y la defensa carburaba (16-8) . El duelo, bajo control, aunque ya sabía el Betis que esa circunstancia podía girar porque el Cartagena ni se arruga ni se deprime por el marcador. Jelinek, afiladísimo, se desató con dos triples y un delicioso tiro en suspensión (24-11). Rompía el Betis abriendo las costuras de su rival , conjugando defensa, físico y talento en el tiro. Una fórmula difícilmente contrarrestable. Tunde aportaba mucha energía al poste, también canastas, y lejos de contemporizar, el Betis aceleró cada vez que pudo, abriendo gas, buscando puntos o faltas, lo mismo le daba. De su excelente primer cuarto daban cuenta los 30 puntos endosados a una defensa tan pétrea como la del Cartagena . Una sola canasta de dos le permitió a su rival (30-17). Hasta de las jugadas más alambicadas sacaba dividendos el Betis, hiperactivo y brioso, jugando muy físico y concentrado, de manera gremial, como demandaba la noche. Así empequeñeció al Cartagena, al borde del colapso, perdiendo el balón en cada ataque hasta el punto que el Betis terminó contagiándose (32-17). Pero no descentrándose. Atacaba con equilibrio dentro-fuera, alimentando a sus pívots, Tunde y DeBisschop . Tenía el partido cogido de la pechera. Blindado atrás, el resto lo hacía el talento como facilitador de las buenas lecturas ofensivas (38-22). Por primera vez en la eliminatoria, la superioridad del Betis era palmaria, abrumadora . En el juego, el marcador y el rebote (18/9). A falta de tres minutos y medio para el descanso, ya estaba en 43 puntos tras un triplazo de Benite (43-26). La incontenible avalancha verdiblanca amenazaba incluso los diques de contención del Cartagena, que aún no descabalgaba (46-32). Y resistió casi entero ese aluvión. Era un partido de intercambios, de ataques poco masticados por dos equipos nada especuladores con el reloj. Ni con 17 abajo se desplomó el Cartagena, autor de un 3-10 (46-36) como réplica en medio de la tempestad que provocó dos tiempos muertos seguidos de Gonzalo García de Vitoria. Con doce arriba enfiló los vestuarios el Betis y marcando una proyección de 96 puntos. Una canónica triangulación con bandeja de Radoncic abrió el tercer parcial, con el Cartagena cargando el rebote pero sin convertir las segundas opciones ni los triples. Sólo llevaba tres. No es que el Betis lo laminase en ese territorio (sumaba cinco), pero es que exhibía más registros. Hasta anotaba con un espectacular reverso de fino estilista de Jelinek (54-38). Se escapaba el Betis Baloncesto (56-39) y DeBisschop extraía petróleo del poste bajo mientras Alberto Martín se afanaba en liderar la resistencia de los suyos. El encuentro era de una sola dirección y un mate a dos manos de Radoncic en transición (60-44) no hizo sino refrescar la memoria. Corroborarlo. Que nada hubiese cambiado tras el ecuador era la mejor noticia desde el punto de vista verdiblanco . Tunde machacaba el aro albinegro (65-48) pero el Cartagena no perdía la cabeza. Ni los estribos. Lo lastraba su desatino en el tiro, muy bajo (37% en el lanzamiento de campo entonces). No apuntillaba el Betis y esta historia ya se había visto en varios de los episodios anteriores en la eliminatoria. Si aflojaba el Betis, el Cartagena apretaba . Su objetivo entonces, encarar el último cuarto a una distancia prudencial, remontable. Lo impidió Hughes, con dos picotazos que encarrilaban la velada y el pasaje para la Final Four (69-54). El desenlace parecía cantado y no quería el Betis aplazarlo más. Había sufrido mucho en la eliminatoria y necesitaba respirar. Liberarse. Hughes dio dos pedaladas más: canasta y rebote defensivo . Es el chico para todo de García de Vitoria, el crack, su jugador más diferencial. López de la Torre puso la máxima, +18: 72-54. El Betis ya sí jugaba más largo, con el reloj, pero sin dejar de ser vertical ni mirar al aro (74-56). Tras rebote ofensivo, Jelinek (77-59) dinamitaba la resistencia adversaria con más de seis minutos por delante aún . Sólo un cataclismo podría arrebatarle ya el último billete para la Caja Mágica. Cuando el Renfroe más reconocible por cerebral en sus operaciones elevó hasta los 20 la ventaja bética (79-59) y Jordi Juste, el técnico rival, llamó a capítulo a sus hombres, el partido estaba más que roto, visto para sentencia. Quedaban cinco minutos en los que, golpes de los jugadores al margen porque ninguno aflojaba del todo, apenas sucedió nada relevante (apúntese un pase por la espalda de Hughes, gustándose) hasta un bocinazo final que sonó a liberación y objetivo cumplido: el Betis Baloncesto, que se propuso como reto ineludible el ascenso de categoría, ya está en la Final Four , donde se pone en juego el segundo billete de vuelta a la ACB. Y si...

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