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El Betis Baloncesto se ha metido en un lío (87-83)

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Otra dolorosa derrota, esta vez tras prórroga, deja al Real Betis Baloncesto en una situación de lo más comprometida. Este viernes, tras un partido eterno en Cartagena que ha tenido de todo, prórroga incluida y hasta un apagón de los marcadores que tuvo el duelo parado 20 minutos, se ha quedado sin margen de error al ceder en el tercer capítulo de la eliminatoria, que ahora gobierna el conjunto murciano por 2-1. El encuentro ha acabado cerca de las doce de la noche del sábado y el domingo a las 12.30 horas, con muy poco tiempo para el descanso, el Betis se jugará su futuro en el mismo escenario en la fase de ascenso. Ya está en el lío metido, hasta el cuello de barro, y sólo puede salir de él con una victoria que le permita estirar la serie, durísima, hasta el quinto partido. Si lo consigue, se jugaría el pase a la Final Four en San Pablo la próxima semana, pero para eso el Betis tiene que volver a a ganar. Y no será fácil. Nunca había engarzado esta campaña dos derrotas consecutivas y ha tenido que ser en el momento más inoportuno, en un play off que se le está atragantando y de qué forma frente a un rival que no desiste en ningún momento y se agarra continuamente a su defensa para no descabalgar de los partidos. El Betis, con muchos jugadores apagados a excepción de Hughes, Benite y Radoncic, perdió ampliamente la batalla por el rebote (18 en ataque concedió), pero en el último cuarto manejó rentas de hasta diez puntos que no gestionó nada bien. Todo lo contrario. Incluso dispuso de dos posesiones finales que desaprovechó Hughes para evitar un tiempo extra que le amargó definitivamente la noche. En la prórroga, festival Ugochukwu. Ni el triple inicial de Dallo templó los ánimos del Betis Baloncesto, que se precipitó, erró en el tiro y encajó en la transición, con el pívot nigeriano haciéndole un destrozo en la pintura (82-79). Benite marraba un triple para empatar luego rascaba falta de tres tiros, quedando eliminado Ugochukwu. El brasileño sólo acertaba dos intentos desde el 4.60 (84-83) y luego, tras una gran defensa que forzó los 24 segundos del Cartagena, el Betis emuló a su rival comiéndose también la posesión. Increíble. Era la antesala del hundimiento del Betis Baloncesto, noqueado por un triple de Alberto Martín (que también forzó la prórroga) que le echaba el cierre a un encuentro maratoniano y que de nuevo salió cruz para el conjunto verdiblanco, ahora mismo contra las cuerdas. Gonzalo agitó el quinteto con una pareja interior de pocos centímetros y casi inédita: López de la Torre-Kasibabu. Con dos triples, ambos de Hughes, arrancó el Betis Baloncesto (0-6), sin mucha clarividencia en ataque pero algo más físico en los contactos. El 7-13 se esfumó enseguida y los problemas en el rebote volvieron como un mal sueño. Con 10-17, tras canasta de Radoncic, Jordi Juste pidió tiempo muerto. El montenegrino amplió a nueve y Álex Suarez, a once (10-21), con el equipo bético trabajando sin brillantez pero con seriedad, asegurando el rebote y atacando con paciencia buscando la mejor opción. En cuanto dejó de hacer esto último, encajó un 6-0 que apremió el tiempo de García de Vitoria. El Cartagena defendía muy duro pero el casillero que se llenaba de faltas era el del Betis, que sudó de lo lindo para lograr un botín interesante al término del primer cuarto: 16-26, gracias a un triple de Benite y un canastón de Jelinek con el tablero iluminándose. En la prórroga, festival Ugochukwu. Ni el triple inicial de Dallo templó los ánimos del Betis Baloncesto, que se precipitó, erró en el tiro y encajó en la transición, con el pívot nigeriano haciéndole un destrozo en la pintura (82-79). Benite marraba un triple para empatar luego rascaba falta de tres tiros, quedando eliminado Ugochukwu. El brasileño sólo acertaba dos intentos desde el 4.60 (84-83) y luego, tras una gran defensa que forzó los 24 segundos del Cartagena, el Betis emuló a su rival comiéndose también la posesión. Increíble. Era la antesala del hundimiento del Betis Baloncesto, noqueado por un triple de Alberto Martín de más de siete metros que le echaba el cierre a un partido maratoniano y que de nuevo salió cruz para el conjunto verdiblanco, ahora mismo contra las cuerdas. Benite, algo superado por el nivel físico del choque, se cargó pronto con la segunda personal y a un 5-0 de salida (21-26) replicaron los verdiblancos con bandejas de Renfroe, Hughes y DeBisschop. Estaba el Betis leyendo y explotando bien las ventajas en los cambios defensivos del anfitrión (23-32). Hughes, qué crack, se desquitó de un triple de Hermanson en el cara a cara birlando la pelota primero al cartagenero y, luego, clavando su cuarto triple (26-36). Entonces, Domènech, el exverdiblanco, se convirtió en el mejor surtidor de los albinegros y, justo cuando Jelinek fue castigado con falta técnica, el partido se detuvo porque los marcadores del pabellón (ya ven que todos los sitios cuecen habas...) se fundieron a negro a mitad del segundo cuarto. El Betis ganaba por seis (30-36) y los jugadores se pusieron a hacer de nuevo rueda de calentamiento con tal de no enfriarse mientras se arreglaba la avería técnica. El parón duró unos 20 minutos. Y el partido, en cierto modo, empezaba de nuevo. Ya avisó Juste en la previa de que se jugarían varios encuentros en uno y los hechos, aunque no por las razones que imaginaba obviamente, le dieron la razón. Las muñecas de Hughes no habían perdido temperatura (31-39), pero el Cartagena no se achantaba (33-39). Van Eyck se cargó con la tercera falta... y con la cuarta, técnica en este caso por sus protestas. No había ritmo ninguno y el reloj, de lo lento que avanzaba, parecía que no lo hubiesen arreglado. La batalla por cada balón y cada rebote era tremenda, extenuante. Que se lo digan, si no, a Tunde bajo tableros, donde echó horas extras. Al intermedio, el Betis vencía (39-47) con 17 puntos de Hughes en un partido muy cercanos a los parámetros de los dos anteriores, más del primero que del segundo. De nuevo estaba sufriendo en el rebote defensivo (10 rechaces en ataque cazó el Cartagena), pero su gráfica de tiro era ostensiblemente mejor y así se explica esa pequeña renta almacenada al receso. Hughes, exquisito en el dribbling , colocaba otra vez los diez (39-49) cuando las señales apuntaban a un segundo tiempo parecido al primero: en cada ataque se sancionaba una falta. Y no es una exageración. Así es imposible que haya ritmo, juego fluido. Todo era muy táctico, muy lento, de un ritmo tan espeso como el engrudo. En ese ecosistema, Hughes y Hermanson eran como dos versos libres, aunque en realidad solo se desviaban del guion en ataque, porque en defensa trabajaban como el que más. Las canastas, en cualquier caso, caían a cuentagotas con los equipos intercambiando errores en lugar de aciertos. Para un espectador neutral, era un partido duro de ver. Muy duro, incluso. Y el Betis no se escapaba. Ninguna ventaja era suficiente. Benite aparecía para darle oxígeno a su equipo con siete puntos liberadores (52-60). Y como el Betis estaba firme en defensa y el Cartagena poco afinado en el tiro, los verdiblancos mantenían el gobierno del partido, consolidado con otra diana de Álex Suárez (52-62) y, en el penúltimo ataque del tercer parcial, con Benite ejerciendo de brazo ejecutor (54-64). El brasileño, mucho más entonado que en los dos primeros capítulos de la serie, se había convertido en el principal haz de luz de su equipo, relevando a Hughes. Aunque Álex Suárez también llamaba a la puerta desde el triple (54-67). Era la máxima ventaja del partido. Quizá no era el momento aún de meterle cloroformo, pero esos minutos estaban cada vez más cerca. El Betis lo hizo demasiado pronto. El exceso de celo y control le pudo y lo acabó llevando al rincón de pensar. A 7.30, un triple de Hughes no tocó ni el aro en una suerte de borrón del buen escribano. Pronto se desquitaría. No apuntillaba el Betis y eso que el Cartagena estaba de lo más distorsionado, espeso, sin tiro y cada vez con menos energía. Pero vivo. Tampoco el Betis iba sobrado de combustible. De hecho, se le apagó el motor en ataque varios minutos y se puso a vivir de las rentas. Que no eran para echarse a dormir. Hughes se abrochó la capa para apagar un fuego con un costa a costa que valió tres puntos (61-70). ¿Tumbó eso al Cartagena? Ni de lejos. Hermason se sacaba otro triple imposible de la chistera para elevar la moral de su tropa y el ruido del pabellón (66-70). Radoncic, quién lo diría, sostenía a su equipo en pleno desmelene de Hermanson, un tipo en trance. Y luego fue DeBisschop el que ampliaba (69-76). Por supuesto, el Cartagena reaccionó de nuevo y de nuevo se vio haciendo malabares en la cornisa tras un 5-0 (74-76) que devolvió la fe al equipo cartaganero a falta de 51 segundos. Tras tiempo muerto, el ataque lo montó Hughes, perdió la pelota y le regaló otra canasta al Cartagena, la del empate (76-76). Calcando la secuencia, el Betis repitió la jugada, que no era tal en realidad: se la jugó Hughes en un aclarado, haciéndolo todo, erró el tiro en suspensión y llevó el partido a la prórroga que acabó en éxtasis cartagenero mientras las dudas, cada vez más grandes, se ciernen sobre un Betis Baloncesto que está jugando con fuego y tendrá que evitar quemarse este domingo en el cuarto asalto de una serie que está ganando con toda justicia el Cartagena.

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