El Real Madrid venció al Manresa por 100 a 78 en el último baile en el Wizink de Facundo Campazzo, uno de los mejores jugadores de la historia reciente del Real Madrid, y que ayer anotó 20 puntos para redondear un un legado imborrable en la entidad. El argentino jugará esta temporada en los Denver Nuggets la NBA, liga donde habitan los mejores jugadores del planeta, porque Europa es ya tierra conquistada para el base. Todas las cámaras le enfocaban, con planos cortos, porque el resto del partido era lo de menos. Llull salió enchufadísimo, Carroll anotaba desde todos los ángulos y Felipe Reyes se convertía en el jugador con más puntos de la historia de la ACB. Cada acción era un brindis por lo vivido, porque todo tiempo pasado siempre fue mejor.
El Real Madrid aguantaba con el argentino en el banco, rozando los dobles dígitos de diferencia, y las grandes jugadas caían para los dos bandos, con mates tras penetración, como el de Garuba, que celebró con superioridad para luego recibir un tremendo tapón bajo el aro catalán. Pese que a Campazzo le costó entonarse, su segunda fue de escándalo, un resumen de su etapa en Madrid.
De Facundo se echará de menos su equipación ajustada y sus medias altas, su estilo clásico en definitiva, como su baloncesto, que alardea de talento puro y no de físico. Los números en el deporte no siempre reflejan la realidad del deporte, pero cuando alguien ha ganado dos Euroligas, tres Ligas, dos Copas y cuatro Supercopas con su equipo, la cosa ya canta. Parece que le irá bien en la NBA, porque desembarcará en un equipo ágil e inconformista, como él, y que tiene por estrella a un jugador como Nikola Jokic, nada arquetípico el serbio, lento y bonachón pero con una visión espacial y una facilidad para la anotación poco habituales.
En Madrid, no hubo merecida ovación por os tiempos que corren, pero se llorará su marcha, porque alguien tan vistoso e implicado no se olvida y las despedidas siempre fueron difíciles.
