¿Qué ganan y qué pierden los Tigres con Jesús Aguilar?

Al menos tres años estuvieron los Tigres detrás de Jesús Aguilar. El inicialista de los Cerveceros de Milwaukee fue objetivo de varios ejecutivos bengalíes. Su gentilicio maracayero y su obvio potencial iban al par de su posición en el campo. Cuando los rayados negociaron a Héctor Giménez, enviándolo a los Cardenales, comenzó su búsqueda de un primera base de poder que llenara la ausencia del curtido yaracuyano.

El largo proceso de negociaciones terminó. Aguilar y el también aragüeño Henry Rodríguez llegaron a los centrales, mientras que el pitcher Alejandro Chacín, el campocorto José Rondón y el receptor Juan Graterol pasaron a los Leones. ¿Cuánto gana y cuánto pierde Aragua con esta transacción?

Aguilar es un peso pesado en la LVBP y su adquisición justifica el precio entregado, nada menos que tres bigleaguers. Si usualmente jugaba con los melenudos, es de suponer que seguirá haciéndolo en su ciudad natal. Tiene un bate capaz de marcar diferencia, por su fuerza y por sus promedios, incluyendo su capacidad para embasarse. Su guante, además, es de esos que ayudan a mejorar el infield.

No todo promete un final feliz, sin embargo. El toletero derecho viene de sacudir 16 jonrones con .837 de OPS en 311 apariciones legales como emergente y primera base en Grandes Ligas. Si termina consolidándose en las Mayores, es muy probable que su presencia en Venezuela se reduzca al mínimo. Pero también existe la posibilidad de que, como otros jugadores semejantes, recale en Japón, y entonces su regreso al país será básicamente para saludar a la familia.

Hay un último riesgo: la carrera de los peloteros fuertes, de gran tamaño y peso, como él, suele ser más corta. Hay excepciones, como Luis Jiménez, pero son casos minoritarios, que dependen del talento, la suerte y el esfuerzo.

Los Tigres están, pues, ante un pelotero que, en el caso de jugar, debería causar gran impacto. La duda está en saber ¿y cuánto jugará? Porque no debe olvidarse que a su paso por los capitalinos siempre se marchó a descansar, antes de llegar las etapas finales del torneo. Estar descansado y listo para el Spring Training es una prioridad para él, y se entiende.

Junto con Aguilar, llega el Pollito Rodríguez, un bate reputado, aunque más por su capacidad para ligar en situaciones difíciles que por sus números globales (acaba de cerrar con.267 de average y .679 de OPS, y de por vida tiene .285 con .730, nada fuera de lo común).

Rodríguez arrastra dos rémoras, contra las que debe luchar: el modo conflictivo en que salió de las Águilas y los Leones, así como su falta de posición. Debe demostrar que puede ser una fuerza positiva en el clubhouse, y el equipo está obligado a buscarle lugar en el campo, siendo que el designado ya es Alberto Callaspo y que cualquiera de los dos tendrá problemas con el guante, en caso de actuar en el terreno.

Esto puede llegar a ser un problema, según se maneje. El Caracas terminó usando al Pollito como designado y éste no recibió de buen grado la asignación.

Graterol, incluso Rondón, generaron poco impacto en los últimos torneos, pese a su estatus. De hecho, no fueron factores decisivos en la clasificación obtenida en el recién finalizado torneo, en el que el mascota, de muy buena reputación por su manejo detrás de plato, ni siquiera jugó. Eso aminora la pena de dejarlos ir, pese a la posibilidad de verles triunfar en el Universitario.

Chacín, en cambio, es una pieza de alto valor, por su recorrido en las Menores, su reciente ascenso a las Mayores y sus herramientas de setup o cerrador. Aunque sea el careta quien más luce hoy dentro de la MLB, es el tirador quien pudiera terminar pisando más fuerte en la pelota criolla.

La clave aquí para Aragua estará en el aporte que haga Aguilar: en cuánto tiempo esté con el equipo, cuánto jugará. Dependiendo de lo que suceda con eso, sabrá cuánto en realidad ganó con esta transacción.