El español que sueña con llevar al Vaticano a las Olimpiadas
Son las ocho y media de la mañana de ayer. Hace una jornada de perros, cae una lluvia fina y un frío que cala con el agua. El día está para quedarse en la cama o, a lo sumo, bajarse al bar a tomar un capuchino con un «cornetto», el clásico desayuno italiano.