Alcaraz agoniza ante Munar para sumar la décimo quinta victoria seguida y alcanzar los cuartos en Queen's
Media docena de victorias en Roma, siete en París, un par de ellas en Londres... y sufriendo, pero sufriendo muchísimo. Alcaraz alcanzó los cuartos de final de Queen's con su récord de victorias consecutivas en el circuito, 15. Jaume Munar hizo un partido sobresaliente y eso le valió para tener contra las cuerdas a Carlitos, aunque terminara cediendo por 6-4, 6-7 (7/9) y 7-5 en 3 horas y 24 minutos. El rival en cuartos saldrá del ganador del partido entre Opelka y Rinderknech. En la misma parte del cuadro por la que marcha Carlitos el otro duelo de cuartos es Rune-Bautista
Alcaraz resolvió los octavos de Queen's de una forma que el Alcaraz de hace unos meses no hubiera sido capaz. Al principio llevó el partido por donde quería en la mayoría de los puntos pese a que Munar fue tan atrevido como se esperaba y debía. El mallorquín atacó, fue agresivo, probó y probó. Encontró el premio del tercer set... pero se encontró con un Carlitos muy centrado y que se armó de paciencia en un maratón.
Y eso que en el primer parcial Alcaraz ofreció una variedad de golpes ganadores que en hierba es imposible de ver en el resto de raquetas del circuito. El break de Alcaraz en el tercer juego del primer set allanó el camino del número dos del mundo. Fue el aporte de confianza que necesitaba, o no, para que todo fuese rodado. Controló desde el fondo de la pista, encontró la derecha cuando la buscó, se fue a la red con garantías, utilizó el cortado con maestría y al resto no hizo prisioneros con el segundo servicio de Munar.
Carlitos transmitió estar más a gusto de lo que sintió en primera ronda ante el australiano Walton. Si Munar hubiera tenido otro rival enfrente estaría en cuartos seguro. Su tenis estuvo cargado de buenas intenciones y de golpes con sentido. El problema es que tardó en encontrar el modo de hacer daño a Alcaraz. Y claro si el juego del rival no rasca, el tenis de Alcaraz fluye. Y lo hace desde cualquier rincón de la pista. Por eso avanzado el segundo set miraba a su equipo y sus gestos eran de "todo controlado". Enfrente, Munar suspiraba por un error en una volea en la red. Era la constatación de que más allá de dejar detalles, el mallorquín no podía evitar cierta resignación. Su mérito fue seguir peleando, ser tenaz, tener toneladas de fe y así llegó a tener tres oportunidades de ruptura en el sexto juego. No las aprovechó, pero le dio igual. Siguió centradísimo y eso le sirvió para tener media docena de oportunidades más para prolongar la contienda. Tampoco encontró recompensa, pero Carlitos había dejado de llevar el peso del partido. Llegó vivo al desempate, pero Munar siguió haciendo méritos. Salvó dos bolas de partido y aprovechó su séptima oportunidad para forzar el tercer parcial.
La paliza del segundo set (1h41) no pareció hacer mella en Alcaraz que se adelantó al apuntarse los dos primeros juegos. Pero Munar siguió a lo suyo. Estuvo tan centrado que fue capaz de alterar el tenis de Carlitos.+ Ya no sentía que controlaba lo que sucedía en la pista y el mallorquín, a lo suyo, encadenó cuatro juegos seguidos. Se situó en condiciones de asaltar el partido si defendía su servicio. No lo hizo porque enfrente no estaba el Alcaraz de hace unos meses. Carlitos no se descentró y asomado al abismo se mantuvo en pie. No era lo de Roland Garros, pero estaba en una situación límite. No tembló y después de una paliza de 3 horas y 24 minutos accedió a cuartos.