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Un Djokovic de dos caras se levanta ante Carreño

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En el partido del morbo, el que volvía a traer a la memoria la eliminación de Novak Djokovic del US Open, el mundo recuerda el bolazo que la causó, pero hubo un motivo para aquel arrebato de furia: Pablo Carreño. Un jugador sólido e impertérrito desde el fondo de la pista que ha aprendido a desnivelar al serbio. Lo hizo hace un mes en Nueva York y estuvo a punto de repetirlo ayer en París, incapaz el número 1 del mundo de superar el fortín asturiano, desdibujado el serbio en el primer set con evidentes muestras de molestias físicas en el brazo y en el cuello -apareció con un aparatoso vendaje en la nuca-, pero se levantó com un resorte cuando peor le ponía las cosas el español. Y es el serbio el que suma otra victoria y otras semifinales en Roland Garros. El número 1 había sido atendido de la zona del cuello por la mañana y apareció en el partido ante el asturiano claramente mermado, negativo su lenguaje corporal, rígido como una tabla y apenas con un 40 % de primeros servicios para empezar. Sea como fuere, el serbio tampoco encontró muchas más soluciones ante un Carreño consolidado ya en la élite y en despegue la confianza porque el tenis lo llevó a la semifinales del US Open y lo ha impulsado también hasta esa ronda en París. Muy cómodo el español con su derecha, abriendo pista, muy paciente para trabajar los puntos sobre la línea. Era el serbio quien tenía prisa por acortar las jugadas, evidente el dolor en dos remates a un metro de la red a los que no pudo imprimir ni fuerza ni dirección. Más cómodo en los turnos de resto porque no debía echar la mirada al alto y los golpes a la altura de la cintura no afectaban tanto a la zona del cuello; perdió su saque en dos ocasiones en el primer parcial. En la segunda, 5-4, Carreño no tuvo ningún remordimiento. Primer set que le arrebata al serbio y primero que pierde en este Roland Garros y en este 2020. Por si fuera poco, el número 1 pidió asistencia médica, pero no para el cuello sino para el brazo izquierdo. Una tortura. Temporal. Que se amplió en el inicio del segundo set, con la posibilidad de Carreño para hacerse con un break en el tercer juego. Pero ante un golpe fácil del serbio, el español no remató. Y ante un Djokovic herido, dejarlo escapar es casi una sentencia. Como si fuera otro jugador, el número 1 hizo de número 1 a raíz de verse tan en peligro, blindado a partir de entonces con su servicio (70 % de primeros), más rápido, agresivo, incisivo y letal. Y Carreño se quedó allí, arrinconado en esa bola de break que no convirtió para ponerse 1-2, y en esa en la que pudo recuperar cuando ya iba 1-3. Demasiadas oportunidades por las que se escurrió otro Djokovic al que había empezado el partido. Sin demora, segundo set a su zurrón. También el tercero, convertidas las dos opciones de break que se ganó. Gritos en la vacía Chatrier de pura rabia después del sufrimiento. Carreño, tres opciones de rotura de las 10 de las que dispuso, solo pudo mantenerse en el encuentro en el inicio de la cuarta manga, cerrando su primer turno de saque ante el acoso rival, levantando cuatro bolas de break, y apretando lo que podía al resto. Pero a Djokovic le duele como un puñal que le hagan temblar en el saque. También que no pueda convertir las opciones creadas. Y a la quinta, con 3-3, se sacó un magistral juego al resto para apuntillar a Carreño. Con su servicio, sufriendo como nunca porque olía que era medio partido, sacó toda la rabia, la que en el US Open fue un bolazo a la jueza de línea, en París fueron gritos desencajados. Pero toda esa rabia lo impulsó a colocar los paralelos donde ni siquiera este Carreño, tremendo defensor, pudo responderlos todos. Después de tres horas, Djokovic volvió a gritar, nervios, molestias en el cuello o en el brazo desterrados, para celebrar a lo grande su pase a la semifinal, donde espera un gran Stefanos Tsitsipas. Carreño lo dejó escapar cuando más herido estaba y Djokovic es mucho Djokovic cuando siente el miedo.
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