Las cuatro mejores rompientes de la costa norte de España para hacer surf

El turismo de surf mueve cada día más aficionados y 'coloniza' más rincones del mundo. Son miles de aventureros que brujulean por el mundo en busca de grandes olas, a ser posible poco frecuentadas, una tribu de fanáticos del mar y el deporte. Es un movimiento relativamente nuevo, que en España arrancó a tientas en la costa cantábrica en los años 60 y 70 del pasado siglo. Primero en la playa de Salinas (Asturias), en Santander y en el País Vasco, y por supuesto en el sur de Francia. Luego, año año, el grupo de pioneros fue creciendo, hasta llegar a esta época dorada, como la define un nuevo libro-guía de Lonely Planet publicado estos días ('Los mejores lugares del mundo para hacer surf'). El libro incluye 200 de las mejores rompientes del planeta, entre ellos algunos en España. Sobre todo, Mundaka (Vizcaya). La fotografía de este litoral circulaba ya a finales de los setenta casi como una leyenda por algunas revistas especializadas. Mucho tiempo después, en un buen día de olas, este pueblo de mil ochocientos habitantes multiplica su población algunos días de otoño e invierno. Los «surfers» caminan descalzos por este lugar situado en el corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Aparecen de buena mañana por las calles cercanas al puerto, con el traje de neopreno negro y la tabla blanca (muchos cientos de euros a punto de zambullirse en el mar). En el pueblo nadie se da la vuelta para mirarlos: ya hace tiempo que se acostumbraron a la presencia de los 'locos de las olas', que se instalaron (algunos), que regresan cada otoño (muchos). Y que repiten el ritual, durante cuatro, cinco o más horas cada día, siempre que el mar se deja querer. Mundaka, el paraíso del surf, está en una zona húmeda en la que hacen escala las aves del norte en su camino hacia el invierno cálido. Aquí se ven garzas reales, cormoranes, espátulas o correlimos. El río Oca nace en el monte Oiz, y, a partir de Guernica, se transforma en una ría de doce kilómetros, una gran marisma que nos guía hasta la desembocadura en Mundaka, en la playa en la que los «surfers» cabalgan sobre un mar bravo. La boca inmensa de esta ría permite un viaje, siempre hacia la izquierda, de muchos segundos, hasta un minuto, en el que los mejores doman el agua como los «cowboys» doman los caballos. En el libro, Jake Howard, que visitó Mundaka en varias ocasiones, asegura que «es una de las mejores olas de Europa si se dan las condiciones adecuadas (...) porque la palabra impredecible se queda corta para describir esta ola. Como está bien resguardada de las acometidas del Atlántico, es necesaria que la marea llegue desde un ángulo muy concreto. Eso explica que tantos surfistas vayan detrás de ella. Cuando se alza es una exigente ola tubera de izquierdas, pero hay que tener paciencia». Otras rompientes similares Además de Mundaka, la guía de Lonely Planet cita otras tres rompientes imprescindibles en la costa norte. Reproducimos aquí sus comentarios: Sopelana, Vizcaya. A 33,5 km de Mundaka. Es apta para todos, desde principiantes hasta profesionales. La rompiente se halla en un bonito tramo costero donde un arrecible rocoso crea un pico fiable y uniforme en la esquina oeste de la playa con marea alta. La mejor época para surfear es de octubre a abril. Playa de Somo, Cantabria. A 25 km de Santander. Somo tal vez cuente con la ola más constante de España. Con el paso de los años, la comunidad local se ha orientado a satisfacer las necesidades de los surfistas visitantes abriendo tiendas especializadas, albergues, bares, restaurantes y campings. Todo ello gracias a una rompiente fiable que genera una ola de arena de hasta 1,8 m de altura. Como en el resto de la zona, los meses de otoño e invierno sob los más aconsejables. Playa de Zurriola, Guipúzcoa. Puede que la rompiente de Zurriola -en San Sebastián- no sea la mejor del País Vasco, pero la menor cantidad de olas se ve compensada por la cultura surfista en una ciudad de casi 200.000 habitantes célebre por sus bares y restaurantes con estrellas Michelin. Pese a las aglomeraciones y a los mudables bancos de arena que condicionan la calidad de la ola, Zurri no deja de ser una de las mejores rompientes urbans del mundo.