La verdad del España-Malta: aquellos rumores de planes A y B... y todo lo demás<br>
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En 1983 España avanzaba hacia la modernidad a la velocidad de un Talbot Horizon trucado (lo de ‘tuneado’ llegaría más tarde), al ritmo de un cassette de los Chunguitos o de Barón Rojo (aún no habíamos sido informados de que la Movida nos ponía a nivel internacional), y con la dulzura de una balada de José Luis Perales o Julio Iglesias. Se sabía que vivíamos grandes tiempos, que estábamos llamados a grandes cosas. Si el Reich de Adolfo iba a durar mil años y si posteriormente la España de Aznar iría bien, Alfonso Guerra proclamaba que a la España salida de las elecciones del 28 de octubre de 1982 no la iba a conocer ni la madre que la parió.

