El campo tiene las letras muy gordas
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Me gusta estar en el corte antes del alba. El fresco de septiembre viene de unos días más cortos y unos amaneceres más tardíos. Me emocionó escuchar los primeros bramidos de los venados más ansiosos al gritarle a la sierra sus ganas de amores. Ya sale el sol, limpio y prudente. Hoy corre el aire y no hará mucho calor. Repaso las vacas , están rollizas y los chotos que aún maman en breve serán apartados para dejar que sus madres repongan fuerzas. Ahora el vacuno vale dos pesetas y lo celebramos. El hombre de campo no está acostumbrado a tener holguras económicas , por el contrario, siempre anda apretado. Este año cualquiera es ganadero. Llego a casa a echar un café. Corre el aire. Me relincha el caballo desde la cerca. En un amén le tengo puesto los arreos y entre tanto echo a la alforja un bocadillo y una botella de agua. Conozco los manantiales que corren todo el año, pero si de pronto se mete el calor, hay en la umbría dos viejas carboneras donde echarme un rato a descansar mientras el caballo queda amarrado en un trampal con buena hierba que queda próximo. Sigo meciendo mis pensamientos, son muchas las preguntas de qué hacer para que no vuelva a ocurrir esto y qué hacer ahora que ya ha ocurrido. Tenemos dos caminos : evitar el daño futuro y paliar el daño presente. Para lo primero, está claro: la Administración debe facilitar la limpieza de montes, creación de puntos de agua, caminos, cortafuegos... No es un tópico, es una realidad . Para hacer un camino la respuesta inicial es un no, la pendiente, la longitud que supere el kilometro requiere estudio de impacto ambiental, proyecto, papeles y firmas. Y eso se traduce en dos aspectos : dinero gastado por el interesado y tiempo perdido por la Administración que en no menos de seis meses te dará respuesta. La Administración ha de consultar a patrimonio arqueológico, a la confederación, a ecologistas en acción (tócate los pies!), al agente forestal, a carreteras, a vías pecuarias... y aquí cada uno tiene su plazo para contestar y poner su problema, que siempre ponen, para justificar que están allí para incordiar, demostrar su incompetencia y decir que como es zona Zepa (especial de protección de abrazafarolas) o zona Lic (lugar de interés para los comunistas) ahí no se toca una piedra. Total, que el resumen es que o lo haces a las bravas y pagas la multa, o a las buenas, pagas las tasas, proyectos y viajes para que luego te digan que no, o que tienes que hacerlo pero más pequeño, sin máquinas y sin causar impacto ambiental. Esto último parece algo malo . Hacer un camino, un cortadero, una charca, una pradera, todo eso es impacto ambiental. Choca a la vista, cambia lo monótono de un entorno. Pero es eso lo que es necesario para evitar males mayores . La Administración con sus gerentes deben agilizar los trámites, no pasarse la patata caliente de uno a otro. Además de comprometerse a un plazo máximo de resolución de un mes. De la misma manera que tienes una caducidad para contestar a una notificación, la propia Administración abusa del silencio administrativo para declinar todas las solicitudes. Ahora viene la segunda parte, qué hacemos con lo quemado . De algo mala podríamos sacar algo bueno. Crisis significa en chino algo así como oportunidad. Es el momento de que el poder público saque pecho y que todos esos terrenos los reforesten con bosque, sotobosque y plantas autóctonas. Dejar las praderas diseminadas a modo de tablero de ajedrez. Realizar los cortafuegos desde ya, los puntos de agua, los caminos por los que poder acceder con maquinaria si hay un incendio, de manera que queden consolidados para el futuro. Es que los caminos son muy feos en la sierra me decía un forestal. También lo son las escaleras de incendios o los extintores. Pero tienen que estar. En definitiva, permitir que de esta desgracia podamos sacar nuevos bosques autóctonos , con puntos de agua, praderas, siembras, para dar vida y variedad a un terreno que ahora mismo está baldío. Sólo una actuación directa sobre estos entornos hará que las lluvias no se lleven la tez de la tierra provocando riadas en los meses venideros. Lo de que la naturaleza se regula sola es una chorrada. Es cierto, pero una chorrada. Los tiempos de la naturaleza no son los del hombre. El ser humano debe participar en la naturaleza para mejorar, acelerar y proteger los entornos. De la misma manera que un alcornoque tarda cien años en crecer en una sierra, si se le mima, riega y labra tarda cuatro veces menos. La naturaleza es la misma, la actuación humana agiliza los tiempos . Mascullo todo esto con la cabeza apoyada en la montura mientras Talibán masca unos vallicos y oímos zumbar a un abejorro. Me he quedado traspuesto y además he sentido berrear a un venado a no muchos metros. Es hora de volver al mundo , debo poner en marcha todos estos pensamientos y pedir solicitudes a la Administración para llevarlos a cabo. Seamos conscientes de que el hombre rural no es enemigo , sino ayuda para combatir el fuego y los males del campo. Ojalá el criterio de los dirigentes ponga en marcha ideas como las expuestas. Ahora los llaman créditos de la naturaleza , cuando toda la vida ha sido gestionar el entorno apoyándose en los que viven de ello desde hace generaciones. Que el campo tiene las letras muy gordas.