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Berrettini despierta a Panatta

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Sonríe Italia, con Matteo Berrettini ante Rafa Nadal en las semifinales del Abierto de Australia, porque vuelve a soñar con algo grande. Tiene nombres que dan caché por su pasado, como Fabio Fognini, y también esperanzas adolescentes en maduración constante como Jannik Sinner (que perdió con Tsitsipas ayer) y Lorenzo Sonego, sin atisbo de presión por llevar un país y su historia a las espaldas. Un país que ha creado una estructura de crecimiento con escuelas, torneos y televisión. Y el fruto comienza a recolectarse. En noviembre, Carlos Alcaraz se coronaba en Milán campeón de la Copa de Maestros. Alexander Zverev hacía lo propio en Turín. Una fase de grupos de la Copa Davis 2021 se jugó en el mismo escenario. Son algunos ejemplos de la importancia que hoy el tenis tiene en Italia, que completa el calendario con el Masters 1.000 de Roma en mayo y los ATP 250 de Cagliari y Parma, y cuatro en el circuito femenino, para que haya estrellas del presente y del futuro ofreciendo referencias a espectadores y potenciales jugadores. En el programa de Turín para ser candidata a acoger la Copa de Maestros (desde 2021 hasta 2025) se establecían varios motivos. Uno era crear referentes y cambiar los modelos de entretenimiento, con la educación deportiva como principal objetivo. Con las grandes estrellas en torneos de casa cada poco tiempo, el empeño de la Federación Italiana fue traducir ese interés de las gradas en potenciales jugadores. La meta, duplicar el número de licencias, que hoy se estiman en unas 400.000. Es uno de los países con más torneos de Challengers y Futures, de escalones más bajos que la ATP pero donde se encuentra el potencial y se afina el talento. Sin salir de casa ni pagar fortunas para crear carreras. Y de este trabajo de la base han ido surgiendo nombres con muy buenas cualidades que acumulan pedigrí: Berrettini (25 años y 7 del mundo), Sinner (20 años y 10), Sonego (26 años y 26). “Cuando era joven fui a ver muchos partidos de Fabio [Fognini], es una motivación para trabajar más y ser mejor cada día”, admitía Sonego en junio. Aunque con él ha podido ver que era posible ganar títulos, incluso un Masters 1.000 (Montecarlo, en 2019) y seguir en la batalla (32 del mundo), Italia casi tiene olvidados los éxitos en los grandes torneos. Adriano Panatta fue el último en el circuito masculino, allá por 1976, y en mujeres, donde el auge llegó más tarde, Flavia Pennetta, en 2015. Con respecto a la Copa Davis, que impulsa al colectivo, Italia triunfó a finales de los 70 con la Ensaladera de 1976 y tres finales en 1977, 1979 y 1980 -llegó a la última en 1998-. En mujeres ganaron en 2006, 2009, 2010 y 2013. Berrettini les ha ido allanando el camino, cinco títulos y finalista en torneos de entidad como el Mutua Madrid Open y Wimbledon este pasado 2021. Y ya son tres grandes semifinales para acumular experiencia (US Open 2019, el citado Wimbledon y este Australia). «Estoy escribiendo una pequeña parte de la historia del tenis italiano. Somos un gran país para este deporte. En el pasado tuvimos grandes campeones, y para mí es un honor entrar en la pista y tener la oportunidad de crear este tipo de historias, de obtener resultados tan increíbles». Y ante su partido contra Rafael Nadal, se empapa de orgullo: «Jugar contra él en la Rod Laver es algo con lo que soñaba de pequeño. Pero quiero ganar este partido. Sé que puedo hacerlo. Va a ser muy difícil, pero estoy en semifinales de un Grand Slam por tercera vez y significa que tengo el nivel para hacerlo. Quiero llegar más lejos». Nadal como referente Sinner, también cinco títulos y la final del Masters 1.000 de Miami del año pasado, campeón de la Copa de Maestros de los jóvenes en 2020, y en casa, para ganar más adeptos para el tenis, hijo de chef y camarera, iba para esquiador, de los mejores de 12 años de su país, antes de que se cruzara en su camino el entrenador Ricardo Piatti, otro valedor de esta camada, y que trabajó con Ivan Ljubicic y Richard Gasquet, entre otros. De hecho, hasta los 14 años, Sinner hacía tenis un par de días a la semana. Fue al trasladarse a la Escuela de Bordighera cuando el tenis ocupó todos los minutos de su vida. Aunque lo que más ha hecho crecer a Sinner es mezclarse con los mejores: cenas con Maria Sharapova para impregnarse de cómo actúa en las competiciones o entrenamientos durante la cuarentena con Rafael Nadal. “Se tiene que empapar de todo eso. Esos 14 días fueron perfectos para entender la mente y el trabajo de Nadal”, explicaba Piatti sobre esta experiencia. También Sonego comenzó tarde, apuntado a la escuela de Gipo Arbino cuando tenía 11 años. Aunque lo compaginó con el fútbol hasta los 13. Lo ayuda a desconectar la música y bailar. Otros caminos para llegar al mismo punto: empujar a Italia hacia los éxitos en el tenis.
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