Dos días después de haberse ausentado del entrenamiento sin permiso para acudir a la boda de su hermano, Borja Garcés reapareció ayer en el foco público para pedir perdón. Lo hizo con un comunicado en el que reconocía su error y ofrecía disculpas al club, al cuerpo técnico, a sus compañeros y a la afición. Palabras sinceras que esperan ahora respuesta.
La dio rápido el Leganés, que, tras imponer una multa económica al jugador cedido por el Atlético de Madrid, le dio permiso para volver a los entrenamientos. Queda saber si ese perdón público y el que expresó en privado es suficiente para Garitano, que el sábado tras el partido ante el Tenerife anunciaba su malestar con el jugador y afirmaba que nunca volvería a jugar con el Leganés mientras él estuviera en el banquillo. <blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">Buenas noches pepineros, pido perdón de todo corazón al club, al cuerpo técnico, a mis compañeros y a la afición. <a href="https://t.co/m3vcebgUla">pic.twitter.com/m3vcebgUla</a></p>— Borja Garcés ⚽ (@borjagarces9) <a href="https://twitter.com/borjagarces9/status/1452700355666628614?ref_src=twsrc%5Etfw">October 25, 2021</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>
Garcés se entrenó ayer con normalidad junto al resto de sus compañeros, pero no será hasta el jueves o el viernes por la mañana cuando se conozca si entra o no en la convocatoria para el duelo ante el
Almería. Parece complicado después de las duras palabras de Garitano, muy dolido por la forma de actuar del jugador.
Garcés había pedido permiso al club para ausentarse la mañana del sábado y acudir a Melilla para asistir a la ceremonia religiosa de la boda de su hermano. El Leganés, antepenúltimo y con problemas de lesiones -eran baja Sabin Merino y Jon Bautista, los otros dos delanteros de la plantilla-, no se lo concedió, pero a Garcés le dio igual. «La familia es lo primero», escribían luego algunos de los familiares del futbolista en las redes sociales en un guiño de apoyo hacia él.
Borja viajó en la mañana del sábado con la intención de llegar a Madrid justo antes de comer para entrar en la convocatoria y jugar ante el Tenerife. En su lugar, se encontró con la puerta del vestuario cerrada. No le sentó bien al cuerpo técnico ni a algunos de sus compañeros que el futbolista se perdiera el entrenamiento de la mañana y la charla técnica.
El episodio saca a la luz un problema del que pocas veces se habla. ¿Deben los deportistas de alto nivel renunciar a su vida privada por el mero hecho de su profesión? Hace años se veía con malos ojos que un deportista se ausentara para ir a ver nacer a su hijo o al funeral de un familiar. Ahora, esto se ha normalizado, aunque se trata de eventos que no pueden programarse.
En el caso de una reunión o celebración familiar es distinto y desde diferentes sectores del ámbito deportivo reconocen que lo normal es que se sitúen en fechas en las que se sepa que el deportista podrá acudir por no tener actividad. Ya sea en verano o en fines de semana con parón de la competición.
En cualquier caso, el asunto de Borja Garcés ha puesto sobre la mesa un debate muy interesante que ha llevado a la sociedad a preguntarse si se debe pedir perdón por ir a la boda de un hermano.
