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Solo se salvan los españoles: Estados Unidos 11-5 Europa

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La Ryder Cup es una competición por equipos, por eso necesita que cada uno de sus integrantes aporte lo mejor que lleva dentro. Y, además, que sus rivales no alcancen ese nivel en ningún momento. Por eso, que haya dos jugadores con un papel excelso no garantiza ni mucho menos la consecución del triunfo. En esta edición de Whistling Straits Sergio García y Jon Rahm están demostrando una actitud y calidad muy superior al de sus contrarios. Tanto cuando juegan a golpes alternos como a los propios alcanzan una compenetración y efectividad como no se veía en la Ryder desde hacía muchos años. En concreto desde 1993, cuando Severiano Ballesteros y José María Olazábal ganaron su último choque en el torneo ante Tom Kite y Davis Love III. En este nuevo dúo hispano es difícil decir quién ejerce el papel de líder y quién el de acompañante. Eso queda a cuestión de gustos. Con los dos imbatidos (el vizcaíno como ganador de tres puntos y medio de cuatro posibles y el castellonense con los tres disputados a su favor) han sido los mejores europeos de largo. Y, de paso, están haciendo historia a cada partido que pasa. Después de la majestuosa pareja norteña, que ganó doce de los quince choques que disputó en los cuatro años que compartieron vestuario, García y Rahm ya están en el parnaso del golf nacional. Con este pleno de victorias en Wisconsin superan el registro de Seve y Manolo Piñero, que en 1985 también alcanzaron tres triunfos, aunque con una derrota en contra. Por eso se puede decir que aquí hay un bloque que conviene cuidar de cara al futuro, dado que el presente está más que oscuro en esta edición de 2020. Un sábado nefasto Después de una sesión matinal para olvidar, en la que los continentales comenzaron fuertes y llegaron a ver en la tabla tres partidos en azul, el transcurrir de los hoyos dio paso a la cruda realidad. Los americanos tienen un juego machacón y constante que no perdona los errores de los contrarios. Y cuando estos están fallones y sin confianza (como es el caso de Tyrrell Hatton, Lee Westwood o Matt Fitzpatrick), al final les pasa factura. Curiosamente, quienes empezaron fatal fueron los españoles, que por segundo día consecutivo estaban emparejados en esta modalidad. Perdieron los tres primeros hoyos y, aunque remontaron en el cuarto, el quinto volvieron a situarse con tres de desventaja. «En ese momento no pensábamos en los hoyos que habíamos perdido, sino en los que teníamos por delante para remontar», explicó Jon Rahm al terminar. Y claro, con esa mentalidad ganadora era lógico pensar que lo iban a conseguir. Igual que hicieron Ian Woosnam y Nick Faldo en 1997 ante Larry Mize y Lenny Wadkins. Rebajaron de nuevo con buenos putts en el 6 y el 8 y en el 9 el castellonense la metió desde fuera, con lo que ya podían afrontar el recorrido de vuelta en igualdad. «Lo mejor fue que en ese momento recuperé mis sensaciones y empecé a disfrutar en el campo», reconoció García sin ambages. Y vaya si lo hizo. Con la sonrisa en el rostro y el apoyo incondicional de su compatriota, que le empezó a dejar la bola en los lugares ideales, el 'recordman' de la competición se vio de repente con dos arriba en el 13 después de un regalo de Brooks Koepka, que no estuvo tan fino como el viernes y no tuvo el apoyo esperado de Daniel Berger. De manera que los españoles no tuvieron más que seguir peleando contra el viento en los tiros largos y dejándola cerca en los cortos para cerrar el choque en el 17 por un elocuente (3-1). Faltó la remontada final El sábado acabaría con el triunfo número 26 de Sergio en su bolsillo, con el que superaba a Nick Faldo para convertirse en el más victorioso de la historia, después de su nuevo éxito vesperitno. Empezaban los foursballs con seis golpes de desventaja (9-3) y eso abocaba a Europa a un milagro nunca visto antes. Solo se habían reducido cuatro golpes en un domingo en dos ocasiones desde que el torneo empezó en 1927, por lo que necesitaban limar todo lo posible para no llegar medio muertos a los individuales. Por eso, había que barrer a los estadounidenses sin mayores estrategias. Llegados a este punto, los españoles volvieron a cumplir (2 y 1) ante Koepka y Spieth mientras que saltó la chispa irlandesa de Lowry, que junto a Hatton salvó otro punto in extremis en el 18 hoyo contra Finau y English. El resto, más de lo mismo. McIlroy y Poulter volvieron a defraudar (4 y 3 frente a Johnson y Morikawa) y Hovland y Fleetwood tampoco pudieron superar a Scheffler y DecHambeau (3 y 1). Así que hoy, con seis puntos abajo, ni siquiera vale rezar, sino solo «salira a darlo todo hasta donde podamos para disfrutar en el campo y devolver a los aficionados todo el apoyo que nos han dado». Sergio García dixit.
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