El pasado 24 de febrero, el Barcelona recibía al Elche con la imperiosa obligación de ganar para no empezar a sufrir con la posibilidad de quedarse fuera de las plazas europeas. Ocho puntos le separaban de un sólido Atlético, que había disputado un partido menos, y los ánimos en el Camp Nou estaban por los suelos tras el empate en casa ante el Cádiz en Liga, la derrota copera en semifinales en Sevilla y la goleada infligida por el PSG en la Champions. La amenaza de un segundo año consecutivo en blanco era real para un equipo en transición y desahuciado en todas las competiciones.
Dos meses después, la posibilidad de un doblete es tan real como factible. Con la Copa...
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