Agobiada por los efectos del Covid y por varios años críticos de pésimos resultados, sobre todo en el periodo de Honda, McLaren ha cerrado la venta de su sede, la futurista fábrica de Woking. Una compañía norteamericana, Global Net Lease, la va a comprar por 200 millones, aunque McLaren se quedará en el edificio al sur de Londres como inquilino durante los próximos veinte años.
Tal vez no sea preciso denominar a Woking como una fábrica, al menos en la comprensión que se puede entender de una factoría. La casa de McLaren guarda más similitudes con un quirófano o un laboratorio.
Lugar impoluto, que impacta desde la entrada por el majestuoso lago que lo cicunda, el efecto de los cristales espejo que permiten ver el exterior sin ser visto, la limpieza casi enfermiza del recinto y la colección de coches McLaren que saludan al visitante confieren una estética sin igual a la sede.
Diseñada por el célebre arquitecto Norman Foster, Woking es en realidad el sueño cumplido de Ron Dennis, presidente, CEO y alma mater de McLaren durante décadas, quien siempre tuvo un cuidado especial con la pulcritud y las formas. Con Woking lo consiguió porque es un lugar de extrema belleza, al margen de sus dimensiones (78.000 metros cuadrados).
Por allí han pasado los pilotos españoles que han dado forma a la Fórmula 1. Pedro de la Rosa, titular y probador de la escudería, Fernando Alonso, en dos etapas, y Carlos Sainz, durante dos temporadas.
Zak Brown, el actual CEO de McLaren, explicó así la venta del edificio: «Somos un equipo de carreras y tenemos mucho dinero en efectivo inmovilizado en este edificio, y eso no es un uso muy productivo de los fondos cuando quieres invertir en tu negocio. Lo venderemos y posteriormente lo alquilaremos a muy largo plazo para invertir ese dinero en nuestro negocio y crecer».
