Son dos futbolistas ajenos a la brillantina que se coloca externamente por pertenecer al Real Madrid, dos jugadores lejanos al lujo, desmarcados de las alharacas que los focos sitúan en los futbolistas del conjunto blanco. Rompen los moldes. Nacho llegó al Real Madrid hace veinte años, cuando tenía diez. En su sueño de militar en el primer equipo nunca pensó que sería el líder de la defensa blanca al filo de la tercera década de este siglo. Tampoco lo esperaba hace diez meses, después de escuchar que «Militao es el tercer central». Fue Zidane quien dijo esas palabras y quien ha rectificado ante el rendimiento del madrileño. Lucas Vázquez ingresó en las categorías inferiores de la casa hace catorce temporadas. Jugador de la primera plantilla desde hace seis, hoy es titular en una posición que no esperaba consolidar, el lateral derecho. Los dos integrantes de «La Fábrica», como la definía Di Stéfano, son baluartes de una retaguardia impensable, rematada con Militao y Mendy.
Nacho y Lucas son titulares con independencia del sistema que elija Zizou, sean dos o tres centrales; su eficacia y experiencia es una norma
Los dos canteranos están en el once de Zidane con independencia del sistema que elija, haya dos o tres centrales. El madrileño y el coruñés aportan eficacia y experiencia en un esquema defensivo que necesita veteranía ante las bajas de Ramos y Varane.
Portería a cero
La incógnita de la alineación del Real Madrid en el clásico es si Valverde será titular o si el francés mantendrá el once que venció al equipo inglés en la Champions. El centrocampista uruguayo se encuentra en plena forma y siempre ha realizado buenos partidos frente al Barcelona. En el clásico del Camp Nou fue titular en lugar de Modric, que entró en la última media hora y anotó el 1-3. El técnico podría repetir esa idea con el fin de repartir esfuerzos ante la batalla de Liverpool.
La premisa de Zizou en el clásico es la que marca su estrategia en toda la temporada: mantener la portería a cero, pues la calidad del Real Madrid siempre consigue al menos un gol y la confianza de los resultados ha aumentado esa eficacia en los últimos tiempos. Suma cinco victorias consecutivas en las que los blancos han marcado trece tantos.
Los resultados han potenciado el aura del técnico, que ha logrado que sus pupilos se crean de nuevo lo que les decía hace unos meses, que todos era posible aún si ellos querían. Y lo ha sido. Y eso ha engrandecido su crédito, gastado a principios de diciembre. Y sus pupilos han confirmado que si se sacrifican en el trabajo destructivo pueden ganar cosas, como antaño. Estos triunfos han recuperado la autoestima de futbolistas suplentes que ahora tienen sus oportunidades.
Las conversaciones en el seno del vestuario también han surtido efecto. Los jugadores han dejado en segundo plano sus situaciones particulares y se han centrado en luchar por la Liga y la Champions.
Zizou planteará una vigilancia compartida sobre Messi, cuyo primer freno será Casemiro. Pero no se obsesionará con el argentino. Piensa que hay que tener un cuidado extremo con Dembelé, Pedri y Jordi Alba. Desea que su sistema defensivo sea compacto, de ayudas entre jugadores, sin apuestas individuales.
