El Real Madrid ha perdido dos de los cuatro títulos de la temporada en apenas siete días. Los dos torneos menores, sí, pero las imágenes que dejan ambas derrotas, sobre todo la de anoche, ya forman parte de la historia negra de la centenaria existencia blanca. En la Supercopa de España tenía cierto colchón por la envergadura del rival, un Athletic que a la postre fue campeón, pero la lona a la que cayó anoche el equipo blanco es absolutamente injustificable. El CD Alcoyano, que la pasada temporada jugaba en Tercera división, eliminó al Real Madrid en la prórroga y con diez. Veremos si es motivo para tomar decisiones drásticas respecto a Zidane, o si es incluso el propio Zidane el que decide hacer las maletas sin que nadie le obligue a ello, pero es evidente que el puesto del técnico francés corre serio peligro tras uno de los batacazos más sonados de la historia moderna del club blanco. Ya lo avisó Jony Ñíguez en ABC: «No quiero pecar de crecido ni tengo esa intención, pero desde el sorteo visualizo un “Alcoyanazo”».
«No es una vergüenza»
El técnico francés se vuelve a colocar en el centro de la diana tras el mal trago de principios de diciembre pasado. Entonces, el Real Madrid puso en peligro la clasificación para los octavos de la Champions y mostraba su peor versión en Liga con derrotas ante equipos de la zona media-baja que le alejaban seriamente de la pelea por el título. Fue entonces cuando Zidane tiró de los pesos pesados de la plantilla y se olvidó de las rotaciones, en un movimiento absolutamente contrario a su habitual hoja de ruta de trabajo y que, en el corto plazo, le sirvió para desactivar su despido, pero tenía un importante grado de riesgo. Para muchos era una medida trampa y peligrosa, y solo dos meses después ha quedado demostrado que dejar el futuro del Real Madrid en solo once jugadores podía ser pan para hoy y hambre para mañana. Y, de momento, así está siendo. Los titulares, tras acumular dos meses de partidos consecutivos entre miércoles-domingo, están fundidos, y a los suplentes habituales no se les puede pedir ahora responsabilidades cuando llevan casi toda la temporada relegados a un papel secundario. Lo sabe Zidane, que en eso sí que no ha cambiado. En el triunfo no quiere que le apunte el foco ni un milímetro, y en el fracaso, él se pone el primero en la foto: «Ahora pasará lo que tenga que pasar. Vamos a ver lo que sucede estos días. Es un momento muy difícil y asumo mi responsabilidad. Esto es el fútbol y todas las derrotas son dolorosas, pero no es una vergüenza. Son cosas que pasan en el fútbol, y en la carrera de un futbolista y de un entrenador. Los jugadores lo han intentado y no hubiera sido lo mismo si hacemos el segundo, pero insisto en que asumo completamente la responsabilidad».
Esta extraña gestión del grupo de Zidane le ha estallado en las manos al técnico francés. Anoche, por fin quiso darle peso a los jugadores menos habituales y estos no estuvieron a la altura, y cuando tiró de los titulares, tampoco dieron la talla. Los primeros jugaron sin confianza y con cierta desgana, sabedores de que hicieran lo que hicieran su destino esta temporada es el que es, ver los partidos desde el banquillo. Los segundos, más de lo mismo. Si arreglaban la papeleta, perfecto. Pero si no era así, su titularidad no estaría en entredicho. Seguramente, al contrario: «Los jugadores lo han intentado. Su portero ha hecho tres parada muy buenas, y así ha sido más difícil. Ahora no podemos volvernos locos», explicó Zidane.
El CD Alcoyano tiene 700.000 euros de presupuesto y el jugador que menos cobra en la plantilla del Real Madrid tiene una ficha de tres millones de euros brutos. Son cifras que muchos pueden tachar ahora de oportunistas, pero que son la fiel realidad. Un equipo con infinitas menos armas deportivas y económicas, y que además jugó la mitad de la prórroga con diez, eliminó al Real Madrid en dieciseisavos de la Copa. No hay excusa ni justificación ninguna: «Yo creo que sí que llega mi mensaje al vestuario. Hay que preguntar a los jugadores si les llega, pero yo creo que sí. Repito que ahora no debemos volvernos locos y tenemos que pensar ya en la Liga y en la Champions».
Ni siquiera un claro penalti a Militao en el 89, que no fue señalado por Sánchez Martínez y que tampoco tuvo el comodín del VAR por no tener cabida en esta ronda de Copa, sirven para explicar esta cruel eliminación que deja una factura de envergadura Zidane es este jueves entrenador del Real Madrid, pero veremos si en los próximos días sigue al frente del banquillo blanco.
