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Melbourne será una «cárcel» de máxima seguridad para los tenistas

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Si durante la disputa del Abierto de Australia algún tenista se contagia de coronavirus no será por descuido o falta de esfuerzos por parte de la organización del torneo. Todos los jugadores y funcionarios que se desplacen a Melbourne deberán someterse a test diarios de nariz, boca y saliva, irán a los entrenamientos bajo estrecha vigilancia y dispondrán de alarmas en sus hoteles para asegurar que nadie rompe la cuarentena. Una serie de estrictas medidas de seguridad para los 1200 participantes entre jugadores, sus séquitos y funcionarios, que reveló la ministra de Servicios de Emergencia de Victoria, Lisa Neville, que aseguró que tendrán «las reglas más estrictas para el tenis en cualquier parte del mundo». «Hay burbujas que están operando en Doha en este momento, pero este es el programa más estricto del mundo en términos de cuarentena hotelera para nuestros tenistas», explicó. En Doha la organización únicamente obligaba a que los jugadores dieran negativo una vez antes de poder jugar. Tres hoteles importantes como el Grand Hyatt, el Pullman Albert Park y el View, los designados para recibir a los participantes, se han rediseñado incluso para facilitar esta cuarentena y evitar riesgos. Entre otras cosas, sus salidas han sido equipadas con sistemas de alarma para asegurar que los jugadores y los miembros de la organización no salgan de forma incontrolada. Los jugadores que sean sorprendidos incumpliendo las reglas se enfrentan a una multa de 20.000 dólares (12.662 euros) por parte del gobierno victoriano, además de la expulsión inmediata del torneo. Escoltados a los entrenamientos Todos los participantes en el Abierto de Australia deberán cumplir una cuarentena de 14 días antes del inicio del torneo. Tendrán que permanecer en sus hoteles siempre, salvo que se les permita salir para entrenar en las burbujas a prueba de COVID. Se trata de unas burbujas especiales en Melbourne Park, el Centro Nacional de Tenis y la Reserva Albert, que incluirán acceso a gimnasios al aire libre, fisioterapia y nutricionistas, y para uso exclusivo de los jugadores. Estos podrán entrenar con otro jugador nominado y su personal de apoyo. Además de ser analizados diariamente, todos serán escoltados desde y hacia el hotel hasta los lugares de entrenamiento por la policía local. Se permitirá el acceso a los entrenamientos el segundo día del período de cuarentena de los jugadores, siempre que hayan resultado negativos al virus. Para controlar estas burbujas y gestionar el control de posibles infecciones se han contratado unos 1.500 empleados más, que incluyen más de 600 miembros de apoyo residentes, que estarán ubicados en cada piso de cada hotel, 210 miembros de apoyo de eventos y casi 300 miembros de COVID que monitorearán a los jugadores y al personal mientras viajan hacia y desde la cuarentena. Ante tal complejidad para poder jugar al tenis un buen número de jugadores se está planteando renunciar al torneo, como ha hecho ya el estadounidense John Isner. Garantizar el futuro del torneo Neville se defendió de las críticas recibidas por organizar el torneo y permitir la entrada a tanta gente mientras miles de australianos siguen atrapados en el extranjero, y los habitantes de Melbourne tienen prohibido regresar a casa desde Sydney y Brisbane, explicando que albergar el Abierto de Australia este año era vital para asegurar el futuro del evento en Melbourne.
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