El Barça atraca, luce y gana

Koeman quiere continuar como entrenador, pero no se atreve a dar los pasos para confirmarse. Aún Busquets y Umtiti en el once titular, aún al Barça le cuesta entrar en los partidos por culpa de un geriátrico que, si bien no es culpable de todos los errores, le da al equipo un aire decadente y un atrevimiento al rival y la conciencia de que es muy fácil hacernos daño. Como viene siendo habitual, el Barcelona empezó defendiéndose, sufriendo y dependiendo de la solidez de Ter Stegen. Griezmann muy abierto a la izquierda. Un zurdo en la izquierda sin un 9 rematador no tiene mucho sentido y menos si es este francés gafe, absurdo y carísimo. Pedri intentaba hacer cosas nuevas y Messi hacía lo de siempre. A ninguno de los dos les salía gran cosa. El que marcó fue Griezmann, que pese a estar en fuera de juego y no haber corregido su posición, se benefició de un rebote –o de un mal rechazo, y ahí estuvo la discusión– sobre la legalidad de la acción. Gol oportunista, raro y dudoso, pero gol. El partido estaba mal orientado para el Barça, pero el afortunado gol cambió el signo de la tarde. Esto, a veces, pasa. Pero el Barça no consigue evitar la sensación, incluso cuando gana, de ser una Norma Desmond seduciendo a sus penúltimos amantes. Encuentro roto, de ida y vuelta, más propicio para el Granada que para los visitantes. Koeman, a quien tanto quiero, pierde mucho en chándal. En chándal y en esos terroríficos calcetines blancos. El Barça no controlaba el partido y en el minuto 23 empezó a calentar Júnior Firpo. Dest iba cojo. La imagen general del equipo, pese al gol, era un poco deplorable: entre Umtiti haciendo lo que podía, que era poco, Dest medio roto, y que la gran alternativa de todo un Barcelona era Firpo, la decadencia culé sobrevolaba Los Cármenes. La idea que iba cuajando era que si no mejoraba, se le podía complicar la velada. Pero, y esto es mucho decir, y no lo digo para exagerar, ni por no dormirme mientras escribo la crónica de un partido soporífero, compareció de repente el mejor Messi y perfilando el cuerpo de un modo muy estiloso, casi sexy, marcó desde la frontal un golazo por la escuadra. Pese a la indiscutible belleza, De Burgos Bengoetxea, y el VAR, pasaron por alto unas clamorosas manos de Busquets que tendrían que haber invalidado la acción. Es también hermoso, de vez en cuando, ganar jugando mal y con ayuda arbitral, aunque sólo sea para saber qué se siente. Tan propicio se le puso el partido al Barça, que hasta Messi marcó de falta tras 68 golpes francos sin marcar. Lo consiguió a la 69. Es una experiencia. El festival en el marcador no se correspondía con lo visto en el terreno de juego, pero también así se gana. El Granada volvió del descanso como sólo vuelven los equipos con dignidad: compitiendo, a por el partido, como si la injusta severidad del marcador de la primera mitad no le hubiera afectado. Ahí estaban los andaluces, luchando contra su propia impotencia y contra la dura evidencia que la tarde noche era azulgrana. Hasta Griezmann tuvo un toque de alta calidad controlando una dulce asistencia de Dembélé y marcando con la otra un gol fantástico. Messi –y esto es noticia, aunque muy lógico– fue sustituido por Braithwaite. Hacía tres años que el argentino no era cambiado sin motivo físico aparente –o fingido–. Trincao entró por Pedri y Riqui Puig por Dembélé. Doblete de Griezmann Pese a la dignidad del Granada, el Barça jugó una buena segunda parte, llegando con peligro y defendiéndose con comodidad. Doblete de Griezmann –aún no ha conseguido ningún hat-trick desde que está en el Barça– y doblete de Messi, que por fin consiguió marcar de falta. Riqui Puig correteaba como siempre, sin rumbo cierto ni propósito claro, dándole la razón a Koeman sin propósito claro. De Burgos expulsó a Vallejo de modo tan exagerado que hasta fue injusto: Braithwaite no tenía una ocasión tan manifiesta de gol, ni la falta pareció tan clara. Arbitraje muy decantado, como si ya Joan Laporta hubiera ganado las elecciones. Nueve puntos de nueve para los azulgranas. Más matemáticas que razones objetivas para la esperanza.