Parece que no pasa el tiempo para Óscar Sevilla, el ciclista español que emigró a Colombia y allí se asentó. Adquirió hace años la doble nacionalidad colombiana-española, casado en el país sudamericano, y sigue compitiendo pese a que el 29 de septiembre cumplió 44 años. Sevilla ganó su primera carrera como ciclista profesional el 8 de mayo de 1999, hace más 21 años, cuando era un prometedor escalador del Kelme, y el pasado jueves conquistó la contrarreloj en la Vuelta a Colombia.
Gracias a su longevidad en el pelotón, Óscar Sevilla ya lleva 118 victorias, diez menos que Alejandro Valverde, si bien es cierto que sus conquistas en el continente americano no tienen la repercusión que los triunfos de Valverde en el circuito del World Tour.
La carrera de Sevilla tiene un antes y un después, la operación Puerto (2006) que señaló a los clientes del médico Eufemiano Fuentes. El ciclista había sido un proyecto de figura en el Kelme, luego gregario de Ullrich en el Telekom y finalmente tuvo que retirarse a América después de las redadas de la Guardia Civil.
En América corrió en el Rock Racing durante un par de años, antes de recalificarse aficionado en Colombia, donde inició una próspera e inesperada carrera pasados los treinta años.
En Colombia, sobre todo, pero también Estados Unidos, Guatemala, méxico, Panamá o Brasil, Óscar Sevilla se reencontró como ciclista y ha labrado una trayectoria estimable, que incluye numerosos éxitos. El pasado jueves, recién cumplidos los 44 años, el manchego selló otro éxito en su hoja de servicios.
Hace un año, explicó en Argentina la situación que vive. «La clave es la ilusión. No me canso de pedalear, amo este deporte, es mi vida y por suerte tengo salud y buenas sensaciones. Y una familia que me apoya y sabe lo que significa para mí el ciclismo. Me gusta, además, ayudar a los muchachos y guiarles a que sean mejores. Me siento joven, me siento con chispa, pero queda poco y por eso disfruto cada carrera y cada día. El día que vea que llegó el momento lo dejaré, me quiero retirar con ilusión y no arrastrarme».
