El dominio, sin goles, resulta estéril. Por eso, después de una primera parte en la que fue superior al Chelsea y tras rozar el gol en la segunda mitad, el Sevilla tiene razones para volverse a casa a disgusto por el empate cosechado en Londres. Porque solo no ver puerta le separó de llevarse la victoria, pues en el césped se vio a un equipo más trabajado que su rival, que, para ser justos, aún trata de darse forma tras gastar más de doscientos millones este verano.
De primeras, Kepa se quedó en el banquillo. Mendy llegaba con molestias, pero Lampard le prefirió al español, cuyas actuaciones condenan. Sobre el campo, el ritmo fue alto desde el inicio. El Chelsea presionaba muy arriba y obligaba a Bono a lucirse en la salida con el balón. Así, Havertz, Pulisic y Werner hacían labores defensivas, pero el Sevilla, lejos de sucumbir, daba un recital de posesión, sobre todo en la primera mitad. De lado a lado, moviendo el balón en busca de espacios. Por momentos solo se vio correr a jugadores azules detrás de la pelota. En el área, sin embargo, Mendy apenas intervenía.
En ataque, el Chelsea tampoco daba con la tecla. Kanté era el encargado de subir el balón hasta zonas peligrosas, pero el Sevilla, posicionado a la perfección, no dejaba hueco alguno. Ni el talentoso Havertz aparecía ni el matador Werner disponía de ocasiones. La desesperación consumía a los locales, que a punto estuvieron de pagarlo por una entrada a destiempo de Jorginho que pudo ser la segunda amarilla. Se la perdonó el árbitro.
A balón parado el Sevilla sí metió más miedo. Antes de la media hora, una falta lateral sacada por Suso fue cabeceada por Ocampos, y en su trayectoria a puerta, chocó con Zouma. Solo una mano milagrosa de Mendy evitó el gol. No sería hasta justo antes del descanso cuando Suso, de cabeza, y Ocampos, con un disparo flojo, volvieron a probar suerte. Para entonces, Sergi Gómez, lesionado, había dejado sitio a Jordán, obligando a Fernando a jugar de central.
Tras el descanso, el Chelsea buscó la reacción. Un cabezazo de Zouma y otro de Chilwell probaron a Bono en los primeros compases de la segunda mitad, pero el Sevilla no tardó en recuperar el control. Salió Óliver en busca del último pase y Ocampos se movió a la derecha, junto a Navas, donde creó más peligro. Quien más cerca estuvo del gol fue Jordán, que cazó una volea tras un saque de esquina que rozó el larguero.
En los últimos veinte minutos, el Sevilla maniató a su rival con una presión muy alta y ordenada. Los cambios de Lampard no surtieron efecto y el Chelsea sufrió para mantener el empate. Lopetegui dio entrada a En-Nesyry y Franco Vázquez y algún que otro error en la entrega del Chelsea, propiciada por esa presión visitante, pudo haber cambiado el resultado, pero el guion estaba escrito: sin gol, la victoria era imposible.
