Deporte
Añadir Noticia
Noticias

Muflón, un viaje de ida y vuelta

0 1
El caso del muflón ilustra a la perfección la versatilidad de las especies para adaptarse y cambiar ante las distintas vicisitudes de su existencia. Este, que es el carnero de menor tamaño del mundo, aunque físicamente no lo parezca está muy íntimamente emparentado con la oveja. Las primeras poblaciones de carneros del género Ovis aparecen en Asia hace alrededor de 1,8 a 2,4 millones de años, extendiéndose por Europa y asentándose mejor al este que en el centro-oeste del continente. Estos carneros arcaicos (Ovis orientalis) dieron pie a la creación, mediante la selección artificial por parte de las primeras tribus sedentarias humanas, a las distintas especies domésticas ovinas (Ovis orientalis aries), que quedaron en Europa como las únicas representantes del género, ya que su ancestro salvaje se extinguió en el Neolítico. Hace menos de 10.000 años fueron introducidos ejemplares domésticos o semidomésticos, procedentes de Asia o el sureste de Europa, a través de las rutas marítimas en islas del Mediterráneo como Córcega, Cerdeña, Chipre o Creta. Según la gran cantidad de restos encontrados de esa época, la única especie superviviente fue la variante doméstica de la especie, así que se supone que el muflón europeo actual (Ovis orientalis musimon) deriva de ejemplares semidomésticos asilvestrados, cimarrones que, tras pasar unos siglos en compañía del hombre, retornaron a la vida salvaje en esas islas. Dada su facilidad para adaptarse a distintos entornos y por su interés cinegético, a finales del siglo XVIII fueron reintroducidos ejemplares procedentes de Córcega y Cerdeña en distintos países del continente como Francia, Austria o Alemania. En España, los primeros ejemplares llegaron desde Francia en 1953: dos machos y tres hembras y una pareja procedente de Luxemburgo, que fueron soltados en Cazorla junto a dos parejas más traídas de Alemania tres años después. En otras zonas de la península, como el Pirineo, la colonización del muflón se ha producido de forma natural, al llegar ejemplares salvajes hace pocas décadas procedentes de Francia o Andorra. De su íntimo parentesco con la oveja llama la atención no solo lo referente a su aspecto físico. Sobre todo, es impactante y revelador la transformación que puede causar la forma de vida en el comportamiento de los animales y que en este caso concreto ha convertido en poco tiempo, primero, al muflón en oveja; y luego a esta –que, con todo respeto, tiene fama de ser una de las criaturas más inocentes de la creación– de nuevo en muflón, carnero del que, al margen de que pueda ser más o menos valorado cinegéticamente, no se puede dudar de su asombrosa facilidad de adaptación a muy variados medios, ni de que da muestras sobradas de la eficacia de sus instintos y de sus recursos para defenderse de sus predadores. Sería por estas facultades en su estado salvaje una especie merecedora de ser incluida en la élite de la caza mayor ibérica. Pero, a pesar de eso, el muflón no ha conseguido ser entre muchos cazadores otra cosa más que una especie cinegética de segunda, acaso por no haberse librado nunca del sambenito de ser hermano de las pasivas churras y merinas, un estigma que muchas veces prevalece ante su auténtico potencial como especie cinegética arisca y salvaje. Su caza: El entorno, el secreto Esto es algo que, como cazador naturalista, tengo claro desde hace mucho tiempo; y es que tan importante o más que la naturaleza salvaje del animal perseguido es la salud y el estado de pureza del entorno donde se realice la cacería, así como el grado de dureza que esta imponga. Para muchos cazadores una cacería esforzada vale por dos, y es por eso que pienso que el cazador puede ser el mejor aliado de cualquier amante de la naturaleza virgen y auténtica, ya que mantenerla así es siempre una prioridad para él. En el caso del muflón estas premisas se cumplen sin duda, y no es lo mismo cazarlo en montes roturados, intervenidos y de alguna forma humanizados que en la alta montaña agreste y primitiva. Tampoco la modalidad elegida es indiferente. Hay especies como el jabalí que se prestan bien a ser cazados en monterías, batidas o esperas, pero otras, como es el caso del muflón, despliegan todo su potencial al ser perseguidas a rececho. Es así como pueden apreciarse y valorarse todos sus recursos para la supervivencia; y si el rececho se realiza en alta montaña, el muflón dejará claro lo irrelevante que es su parentesco con las ovejas en estos asuntos de la caza. De cara a su gestión, el único interés que puede tener conservarlo es el cinegético, algo que se lleva a cabo más a nivel privado que por parte de las Administraciones, que suelen considerarlo el exotismo desubicado que como especie alóctona en realidad es y priman, si no su desaparición en las reservas de caza, sí la reducción de sus poblaciones al mínimo, dada la competencia por los recursos que tiene con otras especies consideradas de mayor interés ecológico. Un argumento a favor de los partidarios de la conservación y fomento de esta especie es su contribución a la biodiversidad, hoy tan en boga, ya que viene a representar a los carneros salvajes propiamente dichos, que –junto a rebecos, arruís y cabras salvajes– adornan la lista de caprinos de la península. Se esté de acuerdo o no en este asunto, lo cierto es que, desde el punto de vista meramente cinegético, el muflón es una especie perfectamente adaptada y salvaje donde habita y ofrece todos los retos deseables para la práctica de una caza auténtica y enriquecedora.
Загрузка...

Comments

Комментарии для сайта Cackle
Загрузка...

More news:

Read on Sportsweek.org:

Abc.es (deportes)
Abc.es (deportes)
Abc.es (deportes)
Abc.es (deportes)

Otros deportes

Sponsored