Confirma España que está preparada para atacar un nuevo trono europeo. Ha ganado los tres encuentros de la primera fase: Letonia (33-22), Alemania (33-26) y Países Bajos. Sabe adaptarse a cada rival sin perderse en el camino . Y mide las fuerzas cuando el reto no exige ni la mejor de las actuaciones ni tampoco, por descontado, caer en la relajación.
La selección neerlandesa comprobó que el combinado español tiene resortes para apabullar y guardar energías. Que tiene jugadores que marcan la diferencia por experiencia y renombre, de tanto que ganaron, de tanto que lucharon, y nuevas estrategias igual de efectivas e ilusionantes.
España pasa a la segunda fase del Europeo de Austria, Noruega y Suecia con pleno de triunfos y la confianza al alza. Es lo que han logrado con un principio de torneo impecable; resolutiva en el ataque, por la derecha, por la izquierda, con Dani Dujshebaev, Aitor Ariño, Adriá Figueras, Ángel Fernández; y magistral atrás. Fresca en sus ideas, con Entrerríos y Cañellas. Adaptada y moldeada a cada situación, con madurez física y mental para que no haya desajustes ni aun cuando el plan A pueda fallar. E invencible en portería. Seña de identidad desde hace años en este equipo, brilla con fuerza bien se llame Gonzalo Pérez de Vargas, bien Rodrigo Corrales (veinte paradas, 45 % de efectividad).
Tan a gusto y confiado el personal de campo con este muro a la espalda, que tuvo que saltar Jordi Ribera a espabilar a la retaguardia. Gritos y palabrotas en el tiempo muerto, y a pesar de la renta mínima de cinco goles siempre, para despertar y evitar que se gustaran demasiado, que el trabajo de Corrales se volviera en contra. Porque al otro lado, el correoso Luc Steins libraba su propia batalla con las estadísticas y las frustraciones. Se empeñó en dibujar agujeros y colarse por ellos hasta el gol, para mantener a los Países Bajos con una buena dinámica de tantos, a pesar de la inferioridad.
España anotaba, sí, pero también se dejó anotar. Demasiado para el gusto de Ribera, consciente de que estos partidos son difíciles de gestionar porque el rival no ofrece resistencia. Y, sobre todo, porque ya estudia la ronda principal, a la que pasa la selección con dos puntos y primera de grupo, y la exigencia aumenta. Por el momento, España se gusta y gusta. Crea goles y luce blindaje en portería.
