Beatriz Recari, pura experiencia americana

La vida del deportista profesional no siempre es sencilla. Tiene que estar centrado en su objetivo de llegar a lo más alto y, una vez allí, seguir mejorando día a día para no caer de su pedestal. Esto hace que muchas veces puedan perder la perspectiva de lo que dejan atrás cuando tienen que marcharse al extranjero. En el caso de las golfistas españolas que actúan en el LPGA Tour, se dan circunstancias de todo tipo. Desde quienes decidieron trasladarse a vivir a los Estados Unidos, como Beatriz Recari, María Hernández, Belén Mozo o Azahara Muñoz, a Carlota Ciganda o Nuria Iturrioz, que prefieren jugar una serie de semanas seguidas y luego regresar a casa otras tantas para descansar. Entre las primeras, el caso extremo fue el de Recari, que cruzó el Atlántico sin volver la vista atrás: ha estado diez años sin regresar hasta que, este otoño, lo hizo con un motivo muy especial. A causa de una baja médica tuvo que dejar de competir en el LPGA y utilizó los dos torneos del European Tour que se celebraron en España a final de curso (Estrella Damm y Open de España) para recuperar energías de cara a 2020. «Después de diez años sin jugar aquí me hacía mucha ilusión y he vuelto con muchas ganas -reconoció-. Ver a niñas que te siguen, hablar con ellas y animarlas es muy especial para mí». Una terapia necesaria Aunque su retorno se produjo un poco forzado por las circunstancias, la navarra reconoce que le ha servido como terapia y que se vuelve a Florida como nueva. «He tenido un año muy raro, pero también de mucho cambio y crecimiento. Llevo con problemas de salud desde hace más de tres años, el cuerpo me iba dando avisos hasta que llegó un momento en el que tuve que ser honesta conmigo misma y darme cuenta de que no podía seguir así». La exigencia de la competición es tan alta que nunca veía el momento de parar; y eso al final se paga. «Descansaba lo justo para seguir jugando y nunca me daba ese tiempo necesario para estar físicamente al 100 %. Cada año el nivel es más alto y has de estar siempre al máximo en todos los aspectos. Por eso tuve que cortar y decidí estar un poco desaparecida. Lo necesitaba y después de recargar pilas en España espero volver a jugar de nuevo en el LPGA en enero». La cita la tiene en Boca Ratón dentro de apenas tres semanas. «Va a ser un momento dulce para mí, porque estas semanas en casa han sido muy distintas, ahora me encuentro muy bien». Con el cuerpo y la mente a tope, afronta una nueva etapa en la que empezar de nuevo. La inspiración A pesar de su experiencia en el circuito y de las tres victorias que lustran su palmarés, cada campaña es una historia nueva. «Para manejar la situación y competir durante mucho tiempo necesitas madurez mental. Este año me ha inspirado muchísimo Tiger Woods, que después de sus problemas físicos estuvo un año sin jugar. Yo he tenido la gran suerte de que el LPGA me dio una baja médica y el tiempo necesario para poder recuperarme». A partir de ahora, con todo lo aprendido, ya sabe perfectamente qué es lo que tiene que hacer para seguir triunfando en la mejor liga del mundo. «Mi error es que quise mejorar lo que ya estaba bien y ahí me equivoqué. Hay que trabajar mucho a diario, pero con madurez mental y frialdad. Cada vez la competencia es mayor y hay muchas cosas que yo también sigo aprendiendo. No tengo la receta mágica, pero se necesita mucho sacrificio, trabajo, disciplina y buena cabeza». Sobre todo cuando se pasan diez meses al año viajando y el currículo se deja en el vestuario cada día. «En el campo juegas con niñas de 18 años y con veteranas de 40 o 50 que compiten como cualquier otra. No te puedes dormir en ningún momento, porque entonces te llegan tortas por todos los lados».