Llegó en vuelo rasante a Calpe, «como un cóndor me han dicho», y en sus primeras palabras, Nairo Quintana dio la sensación de cierto resabio. «Si se trabaja en equipo, los resultados se dan», avisó. La convivencia y ese Tour que nunca llegó, parecen haber desgastado la relación entre Nairo y la dirección del Movistar.
Se habla en el pelotón del carácter retraído del colombiano, de su dificultad para las relaciones sociales. No de su clase, que ayer demostró una vez más le sobra. «Hemos pasado momentos agridulces, pero esto da tranquilidad y alegría al equipo».
Nairo, que parece más veterano de lo que es (29 años), se marcha del Movistar al final de temporada, ocho años después. Su destino es el Arkea francés, que le ofrece un sueldo cercano a sus mejores aspiraciones cuando era uno de los principales aspirantes al Tour de Francia.
En esta Vuelta el colombiano presta sus últimos servicios al equipo que construyó una estructura en torno a él.
