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Messi ya es la Eternidad

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La paletada inicial de silbar el himno y que tendría que avergonzar a cualquier catalán con el menor sentido de la dignidad, así como el ridículo lema del mosaico con que la grada recibió a los equipos: «Ready to color Europe», no nos lo pudimos ahorrar. Hay que ser cateto, patán. Pero la emoción de la noche lo superaba todo, hasta el tremendo bochorno de ver con quién compartes afición. Los dos equipos empezaron mordiendo, con intenciones ofensivas. Partido estimulante, entretenido. Salah y Messi hacían los honores pero fue Rakitic quien estuvo a punto de marcar, y no estábamos ni en el minuto 4. Piqué estuvo a punto de hacerle penati a a Mané, pero no se lo hizo. Muy bien Gerard, que frenó en seco para no llevarse por delante al delantero. Se jugaba más en el campo del Barça y la posesión era para el Liverpool, insólito en el Camp Nou. Agobiante presión del Liverpool en el hombre a hombre, imperial Piqué en cada una de sus intervenciones, Messi reclamó un penalti de Matip, por mano, y que probablemente lo era. El partido, vibrante, era un intercambio de golpes de Salah y Messi contra el mundo. Excelentes, los centrales, les frenaban en cada uno de sus apabullantes intentos. Ninguno de los dos equipos mandaba con claridad pero los dos hacían su trabajo. Un idiota con una camiseta amarilla pidiendo libertad para los golpistas. Inevitables, y lamentables, escenas provincianas en el Camp Nou que no sólo ofenden la más elemental inteligencia, sino que son además perjudican al propio independentismo, folklorizándolo y reduciéndolo a eso, a un idiota que salta. El Barça se defendía bien pero lo pasaba mal, y el Liverpool atacaba más rápido. El Gafe fallaba lo que tenía, pero parecía como más incorporado al partido. Y en el minuto 25 quien finalmente encontró el abrelatas fue Luis Suárez, que se reconcilió con la Champions -más de un año hacía que no marcaba en Europa- cuando más su equipo lo necesitaba. Tensa, maravillosa asistencia de Jordi Alba, que remató el uruguayo estirando la pierna y rompiendo la defensa contraria. A la jugada siguiente soberbio sombrero de Messi, carrera impresionante aunque finalmente intranscendente. Messi superestar, estratosférico: de vez en cuando tenía que parar para recuperarse de los esfuerzos. Muy concentrado, muy responsable Sergi Roberto, ganando todos los mano a mano a jugadores como Mané o Robertson, físicamente más dotados. Intensísimo, agotador partido. Llegó el descanso. La tuvo Milner en la reanudación pero voló Ter Stegen acudió en auxilio de su equipo como siempre que le necesita. El Barcelona salió más relajado de lo que tocaba, menos concentrado contra un Liverpool que dos de cada tres goles que marca los consigue en las segundas partes. Enérgicos ataques ingleses, y peligrosos, que aceptaban el riesgo de que el Barcelona pudiera pillarles en alguna transición. Klopp es un buen entrenador pero alguien tendría que comentarle el ridículo que hace con su absurda gorrita y sus lamentables chándales. Salah lo intentó y Ter Stegen volvió a ser presidencial. Las piernas más débiles de los jugadores del Barça sufrían ante la inagotable forma física visitante. Momentos difíciles para los de Valverde, el público se enfadó con las frivolidades de El Gafe, que se hallaba desaparecido desde los primeros minutos, en los que tuvo algún protagonismo, de la primera parte. Valverde hizo bien en cambiarle, por Semedo, y en adelantar a Sergi Roberto para instalar asu equipo en el 4-4-2. Entre Salah i Milner pudieron marcar pero una vez más Ter Stegen fue decisivo. El Barça, que no encontraba a Messi, sobrevivía y gracias. Con el cambio, los locales presionaron mejor y el Liverpool pareció que acusaba por primera vez el cansancio. Y la paciencia y la confianza dieron sus frutos y Sergi Roberto filtró un pase que con la rodilla Suárez mandó al larguero y Messi remató a puerta vacía. El argentino mandó un mensaje inequívoco a la grada pidiendo -supongo que por Coutinho- que no pitara y que aplaudiera. Y el mismo Messi, con un disparo de otro planeta, de un jugador que al que ya en vida le ha sido concedida la Eternidad, convirtió una falta central a 27 metros de distancia en el tercer gol del Barça. El Liverpool tuvo el 1 a 3 pero entre Rakitic y el palo, lo impidieron. Valverde muy bien con el cambio de Semedo, que cosió al equipo. Lo de Messi es un escándalo.
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