El regreso del Real Madrid a las pistas después del mazazo de la Copa debía servir para evaluar el estado de la plantilla de cara al futuro, pero también para comprobar el nivel de enfado de la afición blanca. Los dimes y diretes de los últimos días en los despachos habían dejado de lado el plano deportivo. Aspecto que volvía ayer a ocupar el centro de la escena con la visita del Bayern al Palacio, donde volvieron a celebrarse las canastas, aunque el ambiente fue frío, tanto dentro como fuera de la cancha.
No pancartas en contra de los árbitros. Solo un canto crítico contra la ACB, en el último suspiro, por lo que había ocurrido cinco días antes en ese mismo escenario, donde se produjo uno de los finales más esperpénticos de la historia de la canasta española. De repente, solo hubo baloncesto, pero una versión triste y atribulada. Lejos de la que acostumbra a lucir el conjunto blanco.
El equipo se contagió del ambiente gélido del Palacio. En juego estaba asegurar una plaza en los playoffs, pero el premio parecía menor tras el título esfumado el domingo. Quizá por eso, la irregularidad de adueñó del juego del Madrid, cuyo parcial de 14-0 entre el primer y segundo cuarto fue poco menos que un espejismo (31-17, min. 11). A los triples de Carroll y Llull les siguió la respuesta alemana, que antes del descanso ya había enjugado esa diferencia (40-39, min. 19) y amenazaba con alargar la agonía de los blancos una semana más.
No lo consiguió, entre otras cosas, porque la diferencia entre los dos equipos es abismal. El talento blanco rompió el choque de manera definitiva al final del tercer cuarto, con un vendaval ante el que nada pudo hacer ya el Bayern (71-52, min. 30). De ahí al final, los dos se dejaron llevar, firmando un final lacónico que selló el triunfo del Madrid y confirmó su pase a la postemporada, pero que deja en el aire su recuperación anímica, que tendrá en la visita al Palau del próximo viernes una prueba de fuego.
Con el choque decidido, sin interés en la cancha, la grada madridista sí que se acordó de la ACB. Lo hizo de manera fugaz, sobre la bocina casi, lanzando una proclama última en la que mostró su descontento con la liga. Enfado light, como el triunfo blanco. Habrá que ver lo que ocurre cuando el equipo vuelva a disputar un partido de liga en casa.
