A pesar de despedirse de las semifinales el lunes, por un milagro que no llegó, España tiene dos retos antes de volver a casa: salir con la cabeza alta y una plaza en el preolímpico. La victoria de Brasil sobre Islandia allanó el camino, pero la derrota de Francia ante Croacia obliga a la selección a pelear por la séptima plaza, y última, que otorga billete para el torneo que dará una plaza para Tokio 2020. Será el sábado, en Herning, contra la selección de Egipto que dirige David Davis.
Una situación incómoda y al límite para el objetivo secundario con el que la selección viajó al Mundial de Alemania y Dinamarca. Todavía la mente del vestuario se va hacia ese encuentro crucial contra Croacia, el cuarto de la primera fase, y que lastró el resto del torneo. Los problemas del ataque, sin recursos y enredada en la defensa rival, mermaron la seguridad defensiva, que lo fio todo a la portería y la portería no pudo con todo. Pero los de Jordi Ribera quieren estar en Tokio. Y esos Juegos pasan, en primer lugar, por el choque con Egipto.
Así, el encuentro contra la anfitriona Alemania de ayer careció de toda relevancia porque, con victoria o sin ella, España terminaba cuarta del grupo 1. Sin embargo, los españoles prometieron brindar la mejor imagen posible por todas las ilusiones esfumadas en esas derrotas contra los croatas y contra los galos. Y brindaron espectáculo. Habían mostrado su nivel contra Brasil, y volvieron a confirmarlo en Colonia y contra una afición entregada a los suyos.
En un partido de un ritmo vertiginoso en el que se impusieron los ataques, los españoles mantuvieron la tensión y respondieron con la misma tenacidad a la que recibían con los tantos de Suton, Bohm y Wiede durante la primera mitad. Solé no decepcionó con su extraordinario estado de forma. Entrerríos y Cañellas crearon jugadas imposibles y la igualdad se mantuvo en errores y aciertos (17-16 al descanso). Solo en la segunda mitad, Alemania se despegó en el marcador. No obstante, y aun sin una retaguardia sólida, España reaccionó, mostró carácter, hubo minutos para todos, se llevó optimismo y guardó fuerzas para la final del sábado.
