Para el Barça, un partido para no meter la pata; para Las Palmas, el intento de un milagro. Poca fe en cambio de la afición local en su equipo, muchos asientos vacíos en las gradas del Estadio de Gran Canaria.
Paco Jémez estiraba hasta muy arriba la presión de su equipo; el Barça administraba la noche como quien sabe que aquella chica será suya pero no tiene prisa. «Y eso que yo, para no agobiar con flores a María». Es curioso que a los jugadores del Barça no les guste Mateu Lahoz -árbitro ayer en el Gran Canaria- si pensamos que ha ganado 13 de los últimos partidos que le ha pitado. También como curiosidad - o quizá no tanta curiosidad, y más lección de las cosas que verdaderamente importan- el partido de la primera vuelta es el que se jugó sin público en el Camp Nou el convulso 1 de octubre; ayer, en otra fecha decisiva, Puigdemont renunciaba a su investidura. La ida y la vuelta del fútbol, de la farsa y de la vida.
Dos intervenciones, brillantes, del portero Chichizola, con pocos minutos de diferencia. La primera sirvió para desbaratar un ataque de Messi y Suárez que es increíble que no acabara en gol; la segunda, para rechazar un colocadísimo disparo de falta de Messi. Partido vistoso, entretenido, jugaba bien la Unión Deportiva y al Barça le costaba controlar a su rival. Hacía rato que se cocía el gol de Messi y llegó de falta y por la escuadra sin que Chichizola pudiera hacer nada para evirarlo. Bellísimo disparo, duro y seco, por el palo del portero. Quinto gol de falta de Messi esta temporada y la primera vez que el argentino marcaba en el Gran Canaria. Es el trigésimo sexto estadio de la Liga en el que ya Messi puede decir que ha marcado.
El partido se durmió y nosotros, casi. El Barça con su ley del mínimo esfuerzo, y los de Jémez, alegres pero inofensivos, con mejores ideas que maneras de resolverlas.
La segunda mitad no pudo empezar peor para el Barça ni mejor para la Unión Deportiva. Penalti. Es difícil, para mí imposible, saber qué pitó Mateu; si fueron unas supuestas manos de Digne, no se produjeron. En cualquier caso, Calleri empató el partido. También por la escuadra, como el 0 a 1 de Messi. Hacía dos años que al Barça no le pitaban una pena máxima en la Liga. Los de Valverde entraron en una fase de pasividad y los de Jémez, jugando el balón en campo rival, conectaron con su momento de ilusión. Coutinho entró por Aleix Vidal: más talento para la transición y el remate, le dio profundidad al equipo. Rakitic entró por Paulinho, muy desacertado ayer el brasieño.
Pero de todos modos, sólo Messi producía jugadas de interés y desbordaba al contrario. Pasaba el tiempo y seguía em empate. Jémez empezaba a soñar y el Barça a angustiarse. Dembélé entró por Iniesta. Valverde, con todo. La Liga temblaba en el Gran Canaria, con el partido contra el Atlético de Madrid en el Camp Nou el fin de semana. Angustiosos minutos finales.
El Barça lo intentaba pero con poca gracia y todavía menos finura. Prisas, torpeza, impotencia. Ni siquiera estaba cerca de marcar. No olíamos a gol, ni siquiera a área, y eso que Mateu añadió 6 minutos. Y así una Liga que hace mes y medio parecía resuelta, ayer se abrió como una promesa incumplida.
