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Un doblete de Sorloth sella la remontada en un Metropolitano apático

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Una sensación de anormalidad recorre el Metropolitano. Una jornada festiva como el día de las peñas se ve impregnada por un ambiente enrarecido, por todo lo extradeportivo que ha acompañado al Atlético de Madrid en las últimas semanas. La sensación se torna en realidad al adentrarse en el estadio y ver 5.000 butacas vacías en el fondo sur. En su lugar, un mensaje que reza 'El fútbol que queremos', perteneciente a una campaña contra la violencia en el fútbol. Saltan los protagonistas al césped y, a nivel sonoro, el himno rojiblanco suena con la potencia que acostumbra. Sin embargo, cuando Munuera Montero indica el inicio del derbi madrileño ante el Leganés, se comienza a percibir la ausencia de los aficionados sancionados. A falta de la batuta en los cánticos, estos surgen de forma espontánea y ocasional desde diferentes zonas del estadio. Un ambiente apático en el que son los cientos de pepineros los más animosos. Los futbolistas se contagian de la desgana que desprende el clima del encuentro. Los de Simeone, que ubica a Javi Galán de central zurdo, dominan la posesión sin apenas profundidad y un Leganés bien plantado que se encuentra cómodo en el partido. Las ocasiones para los rojiblancos caen con cuentagotas, aunque ninguna logra inquietar demasiado a Dmitrovic. Sorloth se sorprende de que la pelota llega hasta su posición en el segundo palo y no acierta a rematar con fuerza, Barrios lo prueba desde fuera del área sin fortuna y un disparo de Correa, tras toparse con la zaga blanquiazul, es detenido sin problemas por el meta serbio. Los de Borja Jiménez, inéditos en ataque hasta el momento, se animan con una buena combinación sobrepasada la media hora de juego. Tapia encuentra a Raba desmarcado en la derecha y el cántabro cede al interior del área hacia Neyou. El camerunés ni se lo piensa. Controla y suelta un misil tan violento como preciso a la escuadra derecha, imparable para Oblak. El Leganés, con lo mínimo, se adelanta en el marcador. La apatía en el ambiente deja paso al enfado rojiblanco por el paupérrimo juego de los suyos. Cinco minutos antes del descanso, los pepineros desperdician un contraataque en el que sus cuatros atacantes solo se enfrentaban a tres defensores, pero la desatención atlética desata los primeros pitos del Metropolitano. Abierta la caja de pandora, los pocos cánticos escuchados hasta el momento desaparecen y la indignación se extiende por el feudo colchonero, que en el descanso despide a los suyos con una sonora pitada. No mejora el panorama para los de Simeone tras el paso por vestuarios, incapaces de hacer daño a un bien colocado Leganés. El carrusel de cambios, Lino tras el descanso y Giuliano, De Paul y Julián Álvarez antes del 60, no logra darle un nuevo aire al Atlético, para desesperación de la grada. Un robo de Griezmann brinda a Correa una inmejorable ocasión, pero la definición del argentino se marcha desviada. Necesitaba un punto de inflexión el conjunto colchonero y este llega gracias a una jugada inventada por Witsel. Tras un saque de esquina, el belga ingresa en el área y se deshace de su marcador con un brillante recorte. En su segundo intento por encontrar un rematador, le brinda a Sorloth un pase de la muerte que el noruego no perdona. El empate levanta el ánimo del equipo al mismo tiempo que el de su parroquia, unidos y desencadenados en busca de la victoria. Un aparición casi milagrosa de Diego González salva el gol que ya celebraba De Paul, pero los ataques del Atlético se sucedían cada vez con más peligro y era cuestión de tiempo que llegara el segundo. La fe y la lucha de Giuliano Simeone, una virtud que parece genética, le llevan a evitar que la pelota se pierda por la banda al lado del córner. Recuperado de su esfuerzo, el argentino pone un gran centro hacia Griezmann, que se adelanta a la zaga pepinera y a Dmitrovic en el primer palo para consumar la remontada del Atlético. Busca con ahínco el tercero para sentenciar el encuentro, pero la expulsión del francés hace temer lo peor. Munuera Montero, rapídisimo en mostrarle la tarjeta roja, se ve obligado a rectificar tras revisar la entrada en el monitor y rebaja la sanción a una amarilla. El Leganés busca el empate a la desesperada, pero los rojiblancos sostienen su ventaja y Sorloth, en el última jugada, suma su segundo tanto para sentenciar el partido. Tres puntos tan necesarios como sanadores.

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