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Las tecnológicas se agigantan y ensombrecen a los usuarios

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La tendencia mundial hacia una economía más digital, acelerada por la crisis del Covid, ha propiciado que las tecnológicas se conviertan en claras ganadoras de la pandemia. Ya demostraron su resiliencia durante el año pasado, en el que mientras multitud de compañías pedían un grito de auxilio, estas empresas exhibían su fuerza en un contexto marcado por nuevas prácticas como el despegue del trabajo en remoto, con la consiguiente inversión en ciberseguridad, o el crecimiento del comercio electrónico… Un momento de plenitud al que no ha sido ajena la industria de las fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés), que ha puesto en su punto de mira al sector tecnológico. Durante 2021, de hecho, se colocó a la cabeza de este tipo de operaciones y registró cifras récord a nivel global. En concreto, el número de transacciones aumentó un 34% interanual, mientras que el importe de las mismas fue un 71% superior respecto al año anterior, hasta los 1,1 billones de dólares, representando el 20% de todo el valor global de acuerdos de fusiones y adquisiciones, según revela un reciente informe de la firma de abogados Baker Mckenzie, que prevé que estos movimientos continúen al alza en el presente ejercicio. Los procesos de concentración que agitan este pujante sector pueden traer consigo efectos positivos, entre los que destaca el fomento de la inversión en innovación por parte de compañías que, al ganar dimensión, tienen mayor músculo financiero, pero los expertos advierten de que la reducción del número de actores en ese universo digital del que tanto dependemos hoy en día puede generar consecuencias indeseadas para los usuarios, como un encarecimiento de los servicios. En cualquier caso, la carrera por las fusiones y adquisiciones en el sector está al rojo vivo. Detrás de esta dinámica se esconden un conjunto de factores, algunos de carácter coyuntural. A raíz del coronavirus, la práctica totalidad de las corporaciones que aún no lo habían hecho, tuvieron que acometer la transformación digital para mantener su competitividad. «Grandes compañías que estaban poco digitalizadas se han convertido a marchas forzadas en compañías ‘tech’. Esa es la principal razón por la que las empresas del sector se han visto tan reforzadas y el múltiplo que se está pagando es muy alto», explica Juanjo Corral, socio de M&A y ‘private equity’ de Baker Mckenzie. Largo recorrido De cara a los próximos años, las fuentes consultadas coinciden en que estos movimientos están lejos de frenarse. «2022 será exactamente igual, así como 2023 y 2024. Vemos que se están ralentizando un poco las operaciones por el factor exógeno de la guerra en Ucrania, pero no se están parando», comienza por señalar Corral, que considera que el conflicto bélico no debería afectar en exceso al sector ni tampoco circunstancias como la evolución de los tipos de interés, al ser compañías sin deuda y que crecen con el ingreso tan recurrente que tienen. En el caso de España, hay datos que invitan a pensar que las consolidaciones continuarán en el horizonte próximo. El año pasado, por ejemplo, el ‘venture capital’, es decir, la inversión en empresas emergentes, normalmente tecnológicas o con un fuerte componente innovador, llegó a los 1.942 millones de euros en 691 operaciones, un récord histórico, según datos de Ascri. «Toda la inversión que ha habido estos años atrás y que se ha acelerado en 2021 tendrá un reflejo en las fusiones y adquisiciones de los ejercicios posteriores. A nivel de transacciones seguirá habiendo bastantes, donde puede haber discusión es en las valoraciones, que dependen del momento puntual macroeconómico», apunta Pablo Pérez García-Villoslada, socio de Bondo Advisors, boutique de asesoría de M&A centrada en fusiones y adquisiciones en los sectores de tecnología, Internet y medios de comunicación. En concreto, explica que los fondos suelen tener periodos de retorno de cinco años, a partir de los cuales hay voluntad de que las inversiones tengan más rentabilidad mediante una venta. A nivel global, el informe de Baker Mckenzie muestra que el capital privado juega un papel esencial en la apuesta inversora por el sector tecnológico: la actividad de fusiones y adquisiciones de estas firmas alcanzó cifras nunca antes vistas en 2021, representando el 27% de todo el valor y el 9% en volumen. «El capital privado está viendo retornos rápidos, múltiplos muy altos y unas compañías cero financiadas, por lo que es muy fácil adquirirlas y profesionalizarlas e internacionalizarlas», afirma Juanjo Corral. Junto con los fondos de ‘venture capital’ y de ‘private equity’, los gigantes empresariales también son compradores activos. «Las grandes compañías, además de tener muchas de ellas sus propios vehículos de innovación, no empiezan de cero, sino que uno de sus criterios es buscar en el mercado, dentro de la estrategia que han definido, proyectos que les puedan ayudar en esa estrategia y comprarlos. Está habiendo adquisiciones por ese lado, también mucha inversión por parte de capital privado…», dice Fernando Beltrán, socio director de Financial Advisory de Grant Thornton. Otra de las fórmulas frecuentes es la formación de clústers de compañías de diferentes sectores que realizan una inversión común en desarrollos tecnológicos e innovación. Si bien la industria de las fusiones y adquisiciones mira hacia las firmas tecnológicas en general, determinados subsectores se encuentran en máxima efervescencia. De acuerdo a Corral, de Baker Mckenzie, educación online, ciberseguridad y tratamiento de datos son los que despiertan mayor interés. En este último nicho pone el foco también Fernando Beltrán: «Es el más importante ahora mismo y va a tener un peso fundamental». Asegura que siempre ha sido un coto reservado a grandes empresas, pero el conocimiento y la tecnología comienza a estar a disposición de firmas muy pequeñas que podrían ser objeto de adquisición. «Por poner algún caso concreto, en el BME Growth ya hay compañías saliendo al mercado con una definición de negocio muy clara y con una potencialidad de crecimiento espectacular. Son compañías que, en un momento dado, van a ser compradas o participadas por socios o compañías de nivel», considera el experto de Grant Thornton. Alberto de Torres, profesor de Esic y CEO de Nektiu, destaca que las operaciones de consolidación en el sector tecnológico son de utilidad porque «las inversiones requieren mucho capital», de modo que «una opción es optar por una fusión o adquisición, reducir costes y seguir invirtiendo en I+D y en el desarrollo de soluciones que son bastantes caras». Otro caso es que una compañía desarrolle una iniciativa tecnológica y para un tercero resulte más interesante adquirir la empresa que hacer la labor de investigación. Aunque cada operación tiene sus particularidades, el baile de fusiones y adquisiciones introduce cambios generales en el mercado. Algunos, para bien. El profesor De Torres, habla de dos ventajas: por un lado, las empresas resultantes invertirán más dinero en que la tecnología madure antes; por otro, cree que si convivirán cada vez más tecnologías, las ‘big tech’ (Google, Meta, Amazon, Microsoft y Apple) necesitarán de startups especializadas que les den servicio. «Habrá mucha compañía pequeña y mediana en la que la gran empresa va a invertir para tener un ecosistema de I+D a su alrededor», dice. Menos competencia Sin embargo, la menor variedad de alternativas fruto de las operaciones de M&A tiene su contrapartida. Uno de los posibles problemas es el alza en el precio de los servicios. «Las concentraciones –señala el profesor De Torres– son para eliminar parte de la competencia y tener un mayor margen. Algo de subida de precios puede haber, la economía va a por servicios de más valor añadido, pero más caros». Para Borja Adsuara, jurista especializado en asuntos digitales, «la excesiva concentración de compañías perjudica la competencia y, por tanto, a los consumidores, pero es cierto que tampoco es sostenible un mercado con excesivos competidores, por lo que siempre hay un grupo pequeño de grandes empresas que lideran el sector y un ecosistema de pequeños y medianos actores que aspiran algún día a convertirse en grandes o a encontrar su nicho especializado en que poder sobrevivir o, incluso, vivir bien». Otra de las preocupaciones sobre la mesa es la relacionada con la protección de los usuarios, un aspecto en el que las empresas del Viejo Continente juega en desventaja frente a Estados Unidos. «Las normas europeas protegen más al consumidor que las norteamericanas, por eso es preferible contratar con empresas que se someten también a los tribunales y a los mecanismos de resolución de conflictos extrajudiciales, como los arbitrajes, en materia de consumo», indica. Aun con la amenaza de cortocircuitar la competencia, el sector tecnológico se ha enchufado a los procesos de concentración, una tendencia que, según los expertos, está lejos de tocar a su fin. SPAC, reto pendiente en España Las SPAC (‘special purpose acquisition company’), empresas sin ninguna actividad cuyo único objetivo es salir a cotizar a bolsa para captar dinero y después adquirir una compañía con la que rentabilizar la operación, están causando furor en Wall Street. Una de las operaciones más llamativas realizadas con este instrumento fue la de la catalana Wallbox, firma de cargadores de coches eléctricos, que debutó en la Bolsa de Nueva York tras fusionarse con la SPAC Kensington Capital Acquisition. Los expertos aseguran que, tal y como están estructuradas, las SPAC deberían funcionar muy bien para el sector ‘tech’. Y aunque con la normativa española hoy por hoy son posibles, tal y como declaró públicamente el presidente de la CNMV, todavía quedan interrogantes por resolver para que alcancen el grado de implantación que tienen en Estados Unidos.
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